Casi 25 economistas de más o menos figuración pública provenientes de diversas consultoras de la city ocupan cargos importantes en el gobierno, y muchos más sin tanta exposición se han instalado en espacios técnicos de la estructura estatal de la Nación, Provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires.  Además de proceder de la actividad de elaborar informes económicos para empresas, esa legión está unida por beber de la fuente del saber de la ortodoxia económica, algunos en forma militante y otros con convicciones más flexibles. Están distribuidos en los ministerios de Hacienda, Finanzas, Interior, Producción, en los bancos Central, Nación y Provincia, en el Indec, en la Jefatura de Gabinete y en otras dependencias públicas. En el gobierno de Macri no sólo han desembarcado CEOs y miembros de ONG en la aventura de aprender de qué se trata la gestión pública, también se ha sumado a ese experimento cool una cantidad elevada de economistas del establishment. Estos han recuperado el espacio de poder en la estructura del Estado del que habían sido desplazados en el período que despectivamente denominan populismo.

  Otras experiencias de gobierno han cedido el manejo de la economía a determinados grupos de economistas. Carlos Menem lo hizo primero a Bunge & Born (uno de los integrantes de ese equipo económico fue el ahora consultor Orlando Ferreres), luego a la Fundación Mediterránea de Domingo Cavallo para terminar con el CEMA de Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pablo Guidotti. Fernando de la Rúa se entregó a José Luis Machinea y equipo, cuyos principales jugadores eran Miguel Bein, Pablo Gerchunoff y Mario Vicens, para luego abrazarse al staff de FIEL liderado por Ricardo López Murphy, secundado por Daniel Artana y Manuel Solanet, y finalmente desbarrancar con Domingo Cavallo. 

  Esta lógica de administración de la cuestión económica, donde el poder político transfiere la responsabilidad de un área clave de gobierno a una corporación o a una fundación de economía solventada con aportes de grandes empresas, fue interrumpida en los tres gobiernos kirchneristas. El Ministerio de Economía dejó de estar colonizada por diferentes facciones del poder económico que tenían a esos grupos de economistas como ejecutores de políticas regresivas del bienestar general. Fue un escenario que descolocó a esa secta de economistas que perdió su centralidad en el manejo del área económica, además de pasar a ser cuestionada su capacidad de asesoramiento acerca de la orientación de la política económica. Igualmente mantuvieron la presencia en el espacio mediático para anunciar cada año una debacle que no fue. Ahora con la Alianza macrismo-radicalismo muchos de sus miembros o sus descendientes ideológicos, algunos con cargo y otros en la periferia, han recuperado ese lugar privilegiado en la determinación de la política económica. 

  La Alianza de Fernando de la Rúa también fue un gobierno dominado por economistas.

Uno x uno

 Hasta diciembre pasado el Ministerio de Hacienda y Finanzas estuvo a cargo de Alfonso Prat Gay, ex ejecutivo del Banco JP Morgan pero antes de asumir lideraba la consultora Tilton Capital, especializada en el negocios financiero. Pedro Lacoste,  viceministro de Prat Gay, y Luis Caputo, entonces secretario de Finanzas y hoy ministro de esa área, también provienen de esa firma. El actual ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, además de ser columnista de La Nación y de TN, tenía su propia firma de asesoramiento económico. Miguel Bein (de la consultora homónima) expresa en sus recientes intervenciones públicas como si se sintiera el padrino profesional de Dujovne.

  Enrique Szewach fue presidente de Evaluadora Latinoamericana, firma dedicada a la calificación de riesgo, y fue designado vicepresidente del Banco Nación, responsabilidad que amplió ante la convalecencia del nuevo titular de la entidad Javier González Fraga (de GF Macroeconomía), quien reemplazó a Carlos Melconian (de la consultora MacroView). El jefe de asesores del Banco Nación es Luis Secco, director de la consultora Perspectivas Económicas. 

  Eduardo Levy Yeyati de Elypsis fue director del BICE  hasta mediados del año pasado y mantiene el cargo como asesor en el Consejo de la Producción. Esa dependencia es presentada en la página de Internet del Ministerio de Producción como “un organismo consultivo de primer nivel, que trabaja con el Estado para volver a colocar el país en un sendero sustentable de desarrollo”. En ese ámbito participan Félix Peña, Bernardo Kosacoff, Andrés López, Jorge Forteza y Dante Sica, socio fundador y director de la consultora Abeceb, quien fue parte de la comitiva que acompañó al presidente Mauricio Macri en su reciente viaje a España.  

 El ministro de Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio, era titular de Economía & Regiones, sumando a su equipo a Ricardo Delgado, líder de la consultora Analytica, como subsecretario de Coordinación de la Obra Pública.  Empiria Consultores aportó a Hernán Lacunza, ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires, Francisco Grismondi, director del Banco Central, y Damián Bonari, subsecretario de Coordinación Económica de la Provincia de Buenos Aires.

  Luciano Cohan es una de las últimas incorporación al staff de funcionarios del gobierno de Macri desde el mundo de las consultoras de la city. Trabajaba en Elypsis, la de Levy Yeyati, y desde mediados del mes pasado es subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Hacienda. El nuevo equipo económico cuenta con Rodrigo Pena, de la consultora Labour Capital Growth (LCG), firma del actual embajador de Estados Unidos, Martín Lousteau.

  Maximiliano Castillo, de la consultora ACM, es subsecretario de Análisis de Presupuesto en la Jefatura de Gabinete; Jorge Todesca, de Finsoport, maneja el Indec; Nadin Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), es subsecretario de Desarrollo del Ministerio de Hacienda; Félix Piacentini, del Ieral de la Fundación Mediterránea y de la consultora NOAnomics, es Coordinador Provincial de la secretaria de Hacienda.

  El ministro Dujovne no se incomodó en elegir  a algún integrante de FIEL sino que directamente contrató a ese think tank neoliberal para que lo asesore. Esta fuente del pensamiento del establishment esta dirigido por Juan Luis Bour y cuenta entre sus economistas principales a Daniel Artana, Fernando Navajas y Santiago Urbiztondo. El contrato es por un asesoramiento de tres meses para diseñar una reforma fiscal.

Motivaciones

 El factor que diferencia este gobierno de CEOs, ONGs y economistas de la city de otras experiencias es la fragmentación del área económica. Esto derivó en la convocatoria de líderes y técnicos de varias consultoras del establishment. No existe ahora un manejo orgánico del Ministerio de Economía porque ha sido parcelado y, por ese motivo, no hubo la cesión a un equipo de economistas identificado con una única entidad (fundación, centro de estudios) para la distribución de los cargos. 

  El gobierno de Macri decidió dividir la responsabilidad de la administración económica, incorporar a todos los técnicos de su propio think tank (Fundación Pensar) y sumar economistas de la mayor cantidad de consultoras posibles. Esta debilidad de contar con pocos cuadros propios y salir a buscarlos en el mercado se ha convertido a la vez en una fortaleza relativa al neutralizar críticas de esas firmas dedicadas a comercializar información económica. Al tenerlos dentro del gobierno logra minimizar los daños de observaciones a una política económica que, pese a los esfuerzos del marketing de generar expectativas positivas, no logra resultados satisfactorios. 

  Es un objetivo oficial cumplido que queda en evidencia cuando esos mismos economistas o sus reemplazantes en las consultoras de la city afirman que la inflación está bajando, cuando se estima para este año un nivel igual o por encima del que culminó el gobierno de CFK. O cuando no se escandalizan por la magnitud del déficit fiscal que es superior al de 2015. Ni advierten acerca del deterioro patrimonial del Banco Central por el costo de la inmensa bicicleta financiera con las Lebac y de la fragilidad en la composición de las reservas internacionales con dólares de emisión de bonos de deuda. Tampoco emitieron señales de alerta por la caída del PIB en 2016 y aseguran ahora que habrá crecimiento económico en 2017 cuando en realidad la estimación que realizan es de una leve recuperación que probablemente ni alcance a compensar el retroceso del año anterior. 

  Es muy amplia la benevolencia en el análisis de la mayoría de esos economistas, con escasas excepciones. Una de ellas es la de Carlos Rodríguez del CEMA, quien hace observaciones puntuales desde una posición ortodoxa sin estar neutralizado por la inhibición política de sus colegas por el miedo a que señalar la desorientación económica del gobierno pueda facilitar el regreso del “populismo”. 

Las motivaciones para trazar un panorama económico optimista con escasas señales en ese sentido por parte de esos consultores hoy reconvertido en funcionarios y de gurúes de la city que actúan de soporte al oficialismo desde el ámbito privado, pueden ser las siguientes:

  • La afinidad ideológica con el macrismo reivindicando el neoliberalismo y el predominio del mercado en el orden económico.
  • La identificación política con el gobierno por pertenecer al PRO, al radicalismo o por ser un activo militante antikirchnerista.
  • El desafío de realizar la experiencia de transitar la función pública e incorporar de ese modo un capítulo más al curriculum vitae.
  • Conseguir un empleo bien remunerado con privilegios de funcionario público.
  • Obtener contratos de asesoramiento muy bien pagos a cuenta del Estado.
  • Aspirar a un cargo en alguna institución financiera internacional gracias al antecedente de haber sido funcionario público. 
  • Cuidar las inversiones propias en el mercado financiero-bursátil o en la actividad agropecuaria.

Puerta giratoria

 Estos economistas, algunos con antecedentes de haber estado en la función pública y otros como herederos de ese grupo que manejó la economía argentina durante décadas, son sujetos activos de lo que se denomina la puerta giratoria. Del sector privado saltan a la función pública para luego regresar a su lugar de origen. Sus vínculos comerciales y de negocios propios quedan confundidos en indudables conflictos de intereses. Los clientes-empresas que durante años han contratado sus servicios de consultoría pasan a ser regulados por funcionarios que hasta hace poco recibían un abono mensual por sus informes y charlas de coyuntura.

  La legión de economistas que registraron en el pasado un saldo negativo en la gestión pública (hiperinflación, depresión y default) es la que ahora ha ganado espacio para dar cátedra acerca de qué es lo que se debe hacer en materia económica. Son los mismos que critican con entusiasmo los años de indudables mejoras en el bienestar general y reclaman autocrítica a quienes han participado de la ampliación de derechos. Esa impunidad no sólo la exhiben tergiversando las fuentes de interpretación de los ciclos económicos argentinos, sino que cuando las estrategias económicas de ajuste que postulan fracasan culpan a los políticos de no haber sido lo suficiente consecuentes en ese sendero de deterioro socioeconómico. En esa instancia regresan a los negocios privados en sus consultoras para seguir con la tarea de gurúes de la city.

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