Una Liga Nacional cada vez más devaluada, un cambio de autoridades en la Confederación Argentina que sorprendió a casi todo el ambiente, un papelón histórico en los Juegos Panamericanos en la organización de la Selección femenina -perdió los puntos ante Colombia por no llevar las camisetas correctas- y el primer año calendario sin jugadores argentinos en la NBA desde el 2000 podrían inferir que el básquetbol argentino vivió un año para el olvido. Pero lo paradójico es que el año 2019 se cerrará con una sonrisa y será recordado por la gesta inolvidable del Mundial de China.
Si al comenzar 2019 alguien vaticinaba que el básquetbol argentino iba a volver a subirse a un podio mundialista, poco menos que hubiese sido tratado de loco. Sin embargo, la Selección Argentina rindió por encima de lo esperado y logró un meritorio subcampeonato, con dos figuras que sobresalieron sobre el resto: el capitán Luis Scola, que mostró su vigencia a los 39 años, y el base Facundo Campazzo, que se consagró como el líder de la nueva generación y dejó en claro que es parte de la elite mundial.
Antes del torneo, el objetivo era alcanzar una plaza olímpica, meta superada con amplitud y, sobre todo, con un nivel de juego muy alto. "No se perdió el oro, se ganó la plata", destacó el entrenador Sergio Hernández la actuación del equipo, que superó a todos sus rivales (Corea del Sur, Nigeria, Rusia, Polonia y Venezuela en las primeras fases, Serbia en cuartos y Francia en semifinales), hasta que perdió ante España en la final. El camino hizo recordar al inicio de la Generación Dorada, con un juego efectivo, vistoso y solidario, que llevó a que el público volviera a enamorarse de la Selección y se identificara con el liderazgo de Scola, la magia de Campazzo, la defensa de Garino, la inteligencia de Deck... En definitiva, que se viera reflejado en un equipo funcionó como tal.
Sin presencia en la NBA, el Mundial también sirvió para ratificar lo bueno que venían haciendo los jugadores argentinos en Europa, con Campazzo como mejor jugador de las finales de la Liga Española por llevar al Real Madrid al título contra el Barcelona y con Laprovittola como MVP de la serie regular, rendimiento que le valió llegar al poderoso club blanco. A ellos se les podrían agregar Deck, Vildoza, Garino, Delía y Brussino, cada vez más afianzados en sus equipos. Y atrás un grupo de jóvenes como Leandro Bolmaro y Juan Ignacio Marcos, que empiezan a ganar terreno en el Barcelona.
La contracara a ese gran presente sería la Liga Nacional, que no pudo escapar a la crisis del país y está llevando adelante una de sus peores temporadas en los últimos tiempos, con un marcado desinterés por parte del público y con pocas figuras para atraer gente a las canchas. Para colmo, el cuarto título consecutivo de San Lorenzo le quitó un poco más de atracción a la competencia, que históricamente había tenido dominios más alternados que está hegemonía que muestra el conjunto de Boedo.
El lado positivo para la LNB es que varios clubes, ahogados por cuestiones económicas, apostaron por juveniles que podrán desarrollarse, con muchos más minutos en la cancha que en temporadas anteriores. Un paralelismo inevitable es comparar este presente con el de principio de siglo, cuando la crisis de 2001 generó una situación parecida para los jugadores. La gran diferencia es que en aquel momento podían emigrar con facilidad a Europa, lo que los potenció a largo plazo. Hoy ese mercado es bastante más inaccesible, por lo que los resultados serán difíciles de repetir.
En medio de ese panorama, el cambio de autoridades en la CABB, con la llegada al poder de Fabián Borro en lugar de Federico Susbielles, el dirigente al que apoyaban los jugadores y el cuerpo técnico de la Selección, generó algunas turbulencias, aunque la confirmación de Sergio Hernández al frente del equipo pensando en los Juegos Olímpicos de Tokio parece haber devuelto un poco la tranquilidad. Algo fundamental si se pretende repetir en 2020 los éxitos logrados en 2019.