El pasado miércoles falleció el escritor Carlos Gardini, luego de pelear varios meses contra un tumor que le diagnosticaran hacia mitad del año pasado.Gardini había sido invitado a participar con un cuento suyo en este espacio, Verano 12, unos días atrás. Según palabras de su hija, tenía la esperanza de poder juntar fuerzas para escribir la presentación de su cuento, pero con la quimioterapia y el dolor no encontró la manera de hacerlo. Nosotros tomamos su lugar y, en vez de presentar el cuento, lo presentamos y lo recordamos a él.

Aunque quizás su faceta más conocida haya sido la de traductor –labor que manejaba con maestría y con la cual se ganó incontables elogios–, Carlos Gardini fue probablemente el mayor escritor de ciencia ficción de Argentina. Si bien él no se tomaba muy en serio las etiquetas y los géneros, no cabe duda de que la ciencia ficción fue su mapa, su territorio y su modo de ver el mundo. Haberlo editado y publicado en varias ocasiones nos dio la oportunidad (el plural es por Francisco Costantini, amigo y compañero en Letra Sudaca) de acercarnos en detalle y con pasión a su obra, compuesta de numerosos cuentos y novelas, varios de los cuales le merecieron prestigiosos premios y menciones.

Si por algo debemos recordar a Carlos Gardini, es por su manejo exquisito del lenguaje, protagonista absoluto de sus historias. Toda su literatura posee una calidad narrativa poco común, la combinación justa de lirismo, técnica y emoción. Su mezcla de elegancia, oscuridad, coherencia y fluidez no son rasgos que puedan encontrarse a menudo. Carlos creía en la disciplina y en la estructura, en el labor y en el detalle: pasaba meses enteros escribiendo y reescribiendo el mismo texto, con una humildad, un compromiso y una dedicación admirables. Por eso mismo logró lo que pocos: obtener un lenguaje personal, único; exceder la ciencia ficción, la fantasía, el terror, y ser –como dice su amigo Alejandro Alonso– su propio género.

* Es editor de Letra Sudaca, que publicó La ciudad de los Césares, el ultimo libro de Carlos Gardin.