Alba Rueda es conocida como una activista que reúne formación académica con un estrecho contacto con movimientos sociales de extracción popular. Suele ser muy mesurada, pero cuando hay que enfrentar injusticias, es de las que no se callan y ponen todos los puntos. Y siempre trabaja en equipo. 


De frente y perfil

Es presidenta de Mujeres Trans Argentina, investigadora del Departamento de Género y Comunicaciones del Centro de la Cooperación Floreal Gorini, integrante del equipo de trabajo del Observatorio de Género en la Justicia (Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires) y de Noti Trans, el primer magazine trans del país. En su portada, Noti Trans señala que su objetivo principal es reparar la saña y la violencia de los medios de comunicación hacia las identidades trans, relatos que “se fijaron en espacios de poder, clase y con enorme racismo. Buscamos promover sociedades diversas, con respeto a nosotras mismas”. Visibilizar la diversidad por fuera de las dicotomías biologicistas y la heterosexualidad obligatoria. Es una declaración de principios, que puede servir como clave para anticipar los ejes de la gestión de Alba Rueda, no solo en lo que respecta a la acción comunicacional desde la Secretaría sino también a la acción social.

Alba Rueda nació en Salta y llegó a Buenos Aires en la década de 1990, con toda su familia. Cursó la escuela secundaria en el Normal 10, de Barrancas de Belgrano (se le nota, y mucho, la impronta normalista). Eligió su nombre Alba a los 16 años. Siguió la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, donde padeció toda clase de violencias y discriminaciones, porque había profesores que se negaban a reconocer su identidad autopercibida. Muy lejos se estaba entonces de la Ley de Identidad de Género que hoy ubica contra la pared a los dinosaurios (y dinosaurias). Se sumó a la militancia trans en 2003, en el Hotel Gondolín (centro de hospedaje de trans y travestis llegadas de las provincias y uno de los espacios de activismo más importantes de Buenos Aires), donde conoció a Marlene Wayar, a Zoe y a Lohana Berkins (aunque Lohana no vivía allí). Siempre compartió la posición de Lohana Berkins, de reivindicar la lucha travesti-trans no solamente dentro del movimiento lgbt sino también dentro de los movimientos populares y del feminismo. En ese sentido se convirtió en una de las militantes trans que abrieron espacios en los Encuentros Nacionales de Mujeres, en contra de la segregación de travestis y trans de los espacios feministas y de los movimientos de mujeres (segregación que –como rémora de un feminismo biologicista y genitalista- sigue sosteniendo hoy el llamado “feminismo radical trans excluyente”, TERF), y defensora –dentro de las demandas actuales del colectivo travesti-trans- de que el nombre del Encuentro se amplíe y se abra a todas las identidades diversas/disidentes/racializadas como Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersex y No-Binaries.

En 2006, Alba ingresó a trabajar en el Inadi y luchó hasta conseguir que su identidad autopercibida le sea reconocida en el recibo de sueldo. Entre los años 2010 y 2011 –después de la batalla por la Ley de Matrimonio Igualitario- participó de la presentación de amparos colectivos ante la Justicia, para que se le reconozca su identidad autopercibida. De esta manera logró su DNI con cambio de nombre y sexo.

Conciencia diversa

Alba Rueda fue una de las principales denunciantes y oradoras contra el atropello de la Secretaría de Derechos Humanos –dirigida entonces por Claudio Avruj- contra el colectivo lgbt+, cuando desde esa gestión se lanzó la campaña que incluía a la heterosexualidad dentro de la diversidad sexual, junto con las identidades oprimidas y discriminadas por la heteronorma. El flyer de la Secretaría al mando de Avruj decía “La heterosexualidad es parte de la diversidad sexual”, y llevaba el hashtag #Visibilizar, junto a la bandera arcoíris. Esta campaña fue lanzada en marzo de 2018. En cuanto espacio tuvo la palabra –entre ellos en el Centro Cultural Conti, uno de los espacios bajo la órbita de esa secretaría, en una actividad de la muestra feminista Células Madres-, Alba se sacó el abrigo y puso al descubierto una remera que decía “la heterosexualidad es un régimen político”. Un régimen político opresor y no una identidad oprimida.