Los cinéfilos recordarían fácilmente a Melvin Udall, el escritor interpretado por Jack Nicholson en Mejor…imposible, quien, entre múltiples manías, caminaba sin pisar las líneas de la calle o tomaba baños interminables. Ese es un caso icónico de la pantalla grande al momento de hablar del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), al igual que el retratado por Martin Scorsese en El aviador: Howard Hughes, un hombre atravesado por diversas obsesiones y comportamientos repetitivos. Para el público de teatro, en cambio, la referencia ineludible es Toc Toc, obra que batió todos los récords con dos millones de espectadores y 2775 funciones en Buenos Aires, desde su estreno en enero de 2011, y que vuelve desde hoy para realizar su décima temporada con un elenco renovado integrado por Claudio da Passano, Daniel Casablanca, Rita Terranova, Malena Figo, Natacha Córdoba y Diego Freigedo.
Escrita por el dramaturgo francés Laurent Baffie, estrenada en París en 2005, y dirigida desde siempre en la versión local por Lía Jelín, la obra pone en escena a seis pacientes con TOC, que acuden al consultorio del doctor Cooper en la búsqueda de un tratamiento que alivie sus síntomas. Pero el médico demora su llegada y la terapia colectiva se transforma en el método elegido para paliar la espera.
El proyecto llegó a manos de Lía Jelín por azar. El productor mexicano Morris Gilbert fue el primero en proponerle que buscara la obra. “Cuando la leí, me volví loca”, asegura. “Siempre se habla de amor, traición, malos entendidos o de sexo, pero el tema de hablar de que en un consultorio estén encerradas seis personas que sufren trastornos obsesivos compulsivos me pareció una novedad total”. México se convirtió en ese entonces en el primer destino donde Jelín montó la puesta. “Tardé tres semanas en montarla, y al mes y medio la estrenamos en un teatro enorme. Y un día Carlos Rottemberg se fue a México, preguntó en el hotel cuál era la obra que tenía más éxito y le hablaron de Toc Toc. La gente se tiraba al suelo de la risa y él ni se había dado cuenta que yo la dirigía”, cuenta. Fue ahí, a partir de ese hallazgo del reconocido productor, que se gestó el desembarco de la pieza en la Argentina, con un éxito que permanece hasta hoy.
Inspirada por sus 25 años consecutivos de psicoanálisis, Jelín aportó su impronta y apostó a una historia con mayor interacción entre los personajes, algo que, según relata, no existe en la versión original francesa. En escena se reúnen Camilo, un taxista que hace cálculos de todo; Blanca, obsesionada con la limpieza; Lili/Liliana, que repite dos veces todo lo que dice; Otto, quien ordena todo de forma simétrica; María, que sufre la obsesión de revisar continuamente sus acciones; y Alfredo, quien padece el Síndrome de Tourette. “Camilo y María son los dos pilares de la obra, los dos opuestos”, señala jelín. “El es un maltratador, que ofende y se burla, y ella es muy religiosa, egoísta, resentida y racista. Y después están Blanca, Otto y Lili que son personajes satélites. La identificación del público con todos ellos es brutal”.
-¿Intuyó que la obra iba a tener tanto éxito?
-No. Pensé que podía llegar a estar tres o cuatro años en cartel. Lo que pasa es que se produce una empatía. Al principio, empezaron a venir psicoanalistas y gente enferma. Hicimos algunos debates con el público y junto con el elenco sacamos la conclusión de que esta obra les da esperanza a los espectadores, y a las personas enfermas les permite pensar que tienen alguna posibilidad de mejorar. Pasaron cosas rarísimas. Uno de los actores salía del teatro y había un tipo en la puerta muy inquieto que le contó que si fumaba tres cigarrillos en Capital, tenía que fumar tres cigarrillos en la provincia. También ocurrió que después de una función, cuando ya habían salido todos, una chica quería volver a entrar al teatro para levantar todos los papeles del piso de la sala.
-Tenía el TOC de la limpieza…
-Claro. No podía ver que hubiera papeles en el piso. Lo interesante de Toc Toc es que, de alguna manera, es una obra de divulgación científica. En México no me creían que existiera alguien que pudiera repetir dos veces sistemáticamente todo. Decían que era un invento. Pero existe. Llamé al director del Instituto de Trastorno Obsesivo Compulsivo, le mostré un ensayo, él nos dio una conferencia y nos contó que ellos también usaban el humor. A la persona que se lava todo el tiempo, por ejemplo, la llevan a un baño público para que levante la tapa. O sea, la llevan hasta el extremo.
-Ocurre con esta obra que los espectadores se identifican con alguno de los personajes, según el trastorno que padecen. ¿Con cuál se identifica usted?
-Con Otto, el que ordena todo.
-El problema de los TOC surge cuando dificultan la vida cotidiana.
-Un poquito de TOC hay que tener, porque si tenés un poco de orden podés, por ejemplo, controlar los gastos y ordenar tu casa. Los rituales, que bajan la angustia, son más difíciles. Son un control de la instintividad.
-Todos los personajes padecen los trastornos que tienen. ¿Por qué esa dolencia y ese sufrimiento se resignifican en escena en ese humor que provoca tantas risas entre el público?
-Una prima mía que es psicóloga me dijo: “Me encantó la obra. Lo único que me molestó es la gente que se reía, porque la obra es muy seria”. Y yo creo que si no hay dolor, no hay humor. Como pasaba con Carlitos Chaplin, que pisaba una cáscara de banana, se caía y uno se reía.
-¿Qué información sobre estos trastornos le llama especialmente la atención?
-Me da miedo el TOC de los que acumulan, porque esas personas se tienen que mudar de sus casas por todo lo que juntan. Tienen un vacío anímico que quieren llenar con cosas. Los objetos cubren la angustia del vacío espiritual y emocional, y no pueden desprenderse de nada. Y en este tiempo se ha intensificado todo esto. Cada vez hay más gente con trastornos obsesivos compulsivos, que tienen que ver con la represión de lo instintivo, de todo lo que es vida. Se produce una incapacidad de amar, de tener una pareja, de salir a pasear. Y todo eso se reprime porque uno cree que así controla las cosas, lo que está bien y lo que está mal.
-En alguna entrevista, usted mencionó que esta obra la encasilló. ¿Sigue pensando lo mismo?
-Sí. Hice Medea en Manhattan y no fue ni un perro chueco (risas). Y había gente que se reía, porque pensaba que como era una obra mía había que reírse. Es que una cosa como Toc Toc aparece una vez en la vida.
* Toc Toc puede verse en el Multiteatro (Corrientes 1283), con funciones de miércoles a viernes a las 21, sábados a las 20 y 22.30 y domingos a las 20.30.