Unidades de elite iraquíes fueron desplegadas para reforzar la seguridad de la embajada de Estados Unidos en Bagdad. De esta manera el gobierno de Irak disminuyó la tensión luego de la toma de la embajada por parte de militantes chiítas pro Irán del martes pasado. El Secretario de Defensa, Mark Esper, anunció que esperan más ataques y que Estados Unidos no dudará en reaccionar. Sin embargo, en la madrugada de ayer, hora local, cuatro misiles Katyusha de procedencia por el momento desconocida cayeron cerca de un centro antiterrorista adyacente a la zona sur del aeropuerto de Bagdad, informaron medios locales. El atentado causó la cancelación de todos los vuelos del aeropuerto y al menos dos vehículos fueron incendiados, aunque no se reportaron víctimas. Según fuentes citadas por medios de la región, las explosiones ocurrieron en las cercanías de una base de la Fuerza Aérea iraquí, al oeste de Bagdad. En paralelo siguió desarrollándose el movimiento de protestas contra el gobierno iraquí que lleva más de dos meses en las calles. El saldo de estas movilizaciones es de más de 460 muertos. La policía informó la muerte de un manifestante durante la jornada de este jueves.
Más protección a la embajada
Unos 10 vehículos blindados de las unidades de elite antiterroristas iraquíes tomaron posición en las rutas de acceso a la denominada Zona Verde. Allí se encuentra la embajada de Estados Unidos junto a otros edificios gubernamentales que fueron atacados el martes pasado. El vestíbulo del edificio diplomático norteamericano, donde la seguridad suele filtrar a los visitantes, está destrozado, con las paredes incendiadas y cristales blindados rotos. En los muros del edificio siguen leyéndose grafitis pro-Irán. Las grúas transportaron escombros y otros proyectiles que los partidarios iraquíes lanzaron tanto el martes como el miércoles. De esa forma manifestaron su rechazo a los ataques aéreos estadounidenses contra una facción armada iraquí pro-iraní, ocurridos el domingo pasado. El hecho hizo temer una eventual escalada entre los dos grandes aliados de Irak: Estados Unidos e Irán.
Por su parte el Secretario de Defensa Mark Esper denunció que hace meses Estados Unidos viene sufriendo provocaciones en la zona. También dijo que esperan nuevos ataques de los grupos paramilitares pro-Irán de Irak. "Hay indicios de que podrían estar planeando ataques adicionales", aseguró Esper, quien a continuación advirtió que el “juego cambió”. "Si tenemos constancia de que habrá ataques, tomaremos acciones preventivas para proteger a las fuerzas estadounidenses", dijo el jefe militar norteamericano. A la hora de categorizar a los grupos que llevaron adelante el ataque manifestó que todos están patrocinados, dirigidos y financiados por Irán.
El pasado viernes, un ataque con más de 30 cohetes contra la base militar K1 de Kirkuk, en el norte de Irak, provocó la muerte de un contratista estadounidense y dejó varios heridos entre los militares de Estados Unidos e Irak que se encontraban en las instalaciones. El Pentágono considera que la milicia chiíta Kata'ib Hizbulá (KH) es responsable de los ataques que, desde mediados de octubre, tienen como objetivo bases militares e instalaciones gubernamentales donde se encuentra personal estadounidense que apoya al Ejército iraquí.
En respuesta a la primera víctima mortal norteamericana, el Pentágono informó el domingo que llevó a cabo "ataques defensivos" en Irak y Siria contra KH. El saldo fue de 25 personas muertas según informaron las milicias progubernamentales Multitud Popular, integradas principalmente por chiítas. Cientos de simpatizantes y miembros de estos grupos reaccionaron el martes atancando la embajada estadounidense en Bagdad.
Las protestas volvieron a las calles
En paralelo, el movimiento de protestas que desde el 1 de octubre sacude al país volvió a las calles luego de dos días de parálisis. Los iraquíes reclaman la salida de la clase política en el poder desde hace 16 años. La misma fue instalada por Washington durante su ocupación del país entre 2003 y 2011. Las movilizaciones se dieron en Bagdad y varias ciudades del país. "Lo que ocurrió en la embajada de Estados Unidos fue un intento de desviar la atención de las manifestaciones populares", explicó Ahmed Mohamed Alí, un manifestante de la ciudad de Nasiriya, al sur. "Pero nosotros nos quedamos, manifestamos por el cambio y esperamos ganar", sentenció.
En la misma ciudad, dos activistas fueron blanco de intentos de asesinato, según la policía. Para las Naciones Unidas, esta campaña de intimidación corre a cargo de "milicias". Varios activistas fueron asesinados, decenas detenidos y cientos amenazados. El jueves fue asesinado en Bagdad Al Luhaibi, según una fuente policial. Desde el inicio de la revuelta se cuentan cerca de 460 muertos y 25.000 heridos, la mayoría de ellos manifestantes, según fuentes médicas y de la policía. En Diwaniya (sur), el movimiento sigue bloqueando escuelas y administraciones. Sólo levantaron brevemente sus piquetes para permitir a los funcionarios públicos retirar sus salarios de los bancos.
Esta insólita revuelta se debe a que, a finales de noviembre, el primer ministro Adel Abdel Mahdi renunció espontáneamente. Sin embargo todavía no fue reemplazado a pesar de los plazos impuestos por la Constitución. A su vez, el presidente del país, Barham Saleh, amenazó con renunciar si los funcionarios iraquíes pro-Irán presentan candidatos rechazados por el pueblo.