Más allá de las motivaciones electorales del presidente Trump, metido en un proceso de impeachment, con el bombardeo y asesinato sin aviso de dos altos oficiales extranjeros en un país extranjero, Estados Unidos ha subido un nuevo peldaño en sus antiguas prácticas imperialistas pero también se ha acercado a la "trampa de Tucídides" sin que nadie lo empujara.
Lo novedoso es que este patrón histórico, descubierto por el historiador griego hace más de dos mil años, requiere que un imperio en descenso se cruce con otro en ascenso. En este caso, la novedad es que el primero se va metiendo en la trampa solo, como si el imperio en ascenso no fuese China sino el resto del mundo.
Claro que no podía faltar la justificación, como otro clásico. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha declarado que el asesinato previno un ataque en marcha. La credibilidad de estos voceros vale tanto como la del presidente Trump o la del ex presidente George Bush, cuando intentó justificar la invasión a Iraq.
O como tantas otras acciones. Basta con mencionar la reciente investigación del USA Today que revela los hechos acontecidos en Afganistán el 22 de agosto de 2008. Luego del bombardeo de Azizabad, los oficiales del ejército estadounidense (incluido Oliver North, convicto y perdonado por mentir en el escandalo Iran-Contras en los ochenta) informaron que todo había salido a la perfección, que la aldea los había recibido con aplausos, que se había matado a un líder talibán y que los daños colaterales habían sido mínimos.
No se informó que habían muerto decenas de personas, entre ellos 60 niños.