Estas semanas el ritmo de los anuncios económicos ocupó los titulares de los principales medios de comunicación. Hubo poco espacio para el análisis y para intentar entender la configuración de la nueva política económica. Incluso hubo datos importantes que pasaron desapercibidos para buena parte de los consultores del mercado. El más interesante es el monto de depósitos en dólares en los bancos. Desde el 11 de diciembre hasta el 26 del mismo mes registraron una suba superior a los 750 millones de dólares.
Los depósitos no crecían a este ritmo desde principios del año pasado y marcaron un cambio de expectativas respecto de los últimos meses. Desde agosto hasta la primera semana de diciembre la caída diaria promedio había sido de 162 millones de dólares. Esto había implicado un retroceso de los depósitos de 32.500 a 17.912 millones. Ahora se ubican en 18.671 millones y los aumentos diarios comenzaron a acelerarse.
La economía argentina no tiene misterios. Las expectativas se calman cuando se aplican medidas para evitar la fuga de capitales y existe capacidad de absorber divisas del superávit comercial. Esto se debe a que el dólar pierde margen para registrar incrementos de precio abruptos y el Banco Central gana espacio para aumentar las reservas. Es la tendencia de las últimas semanas. Desde el 11 de diciembre las reservas subieron por día a un promedio de 131 millones de dólares (datos hasta el 26 de diciembre).
El frente externo empieza a registrar cierto orden pero todavía resta resolver uno de los principales desafíos del nuevo equipo económico. Se trata de la renegociación de la deuda. En el mercado apuestan a que antes de marzo haya alguna propuesta formal para la renegociación y que los bonos con ley local reciban el mismo trato que los de Ley Nueva York. Durante las últimas semanas de diciembre hubo un fuerte entusiasmo de los inversores con los títulos y los de largo plazo llegaron a subir hasta 50 por ciento.
Esta reacción inicial a la nueva gestión no implica que el camino esté allanado. En los últimos cuatro días hubo un nuevo pico de volatilidad en el precio de los bonos y el riesgo país volvió a ubicarse casi en 2000 puntos básicos. El nivel de incertidumbre convierte a la economía argentina en un mercado muy riesgoso y recuerda una vez más que el éxito o fracaso de la renegociación de la deuda marcará el rumbo de los próximos años.
Esta crisis de endeudamiento que enfrenta el país obliga a reflexionar sobre el rol del mercado de capitales en los últimos años. El país colocó en plazas del exterior más de 100 mil millones de dólares en préstamos y la actividad económica en lugar de avanzar mostró una fuerte contracción (6 por ciento de caída acumulada del PIB). Endeudarse para producir menos parece un fraude para la sociedad.
Esos 100 mil millones de dólares -si se hubieran quedado en el país en lugar de fugarse - podrían haber generado una expansión del PIB de casi 5 por ciento al año (20 por ciento acumulado). La pregunta acerca de si hubiera sido posible tomar la misma cantidad de deuda con controles cambiarios es contrafáctica pero no irrelevante. ¿El mercado de capitales fue el culpable de la apertura irracional? Jonh Hicks, uno de los principales economistas del siglo pasado, respondería con una metáfora simple. “Sería comportarnos como los tebanos, que atribuían la peste a la culpabilidad de la sangre”.