Renato Imbroisi, pionero en Brasil uniendo el diseño a la artesanía de la forma más contundente con una metodología propia que ya lleva 25 años, arranca el año presentando una colección de sombrillas bordadas a mano por distintas comunidades de artesanos de los 17 estados del litoral de dicho país.
Interesante propuesta, si se tiene en cuenta además del virtuosismo de los trabajos presentados y de la cantidad de artistas involucrados, la enorme visibilidad que le dará al trabajo artesanal, ya que las piezas viajarán durante todo el verano por distintas playas brasileras desde Río de Janeiro a Amapá.
La colección apodada “Línea de mar”, está formada por 25 sombrillas que de algún modo mapean las características locales de la región. Si bien Renato conoce como pocos todas las técnicas artesanales brasileras y los materiales más originales de su país ya que es el profesional más solicitado para este tipo de trabajos de cocreación con manos artesanas (es famoso, entre otras cosas, por haber redescubierto la fibra de capim dourado, vegetal que reluce como el oro, logrando bellísimos trabajos que itineraron por el mundo), en esta oportunidad fue una circunstancia personal lo que lo llevó a crearla. Los primeros meses del año pasado, residió en Río de Janeiro, debido a una enfermedad terminal de su hermano. Fue frente a esas playas y en un estado de absoluta congoja que como buen creativo logró transmutar en creatividad, que se le ocurrió convocar a todas las comunidades de artesanas bordadoras con las que había trabajado en otros proyectos para que con sus propias técnicas e imaginarios, bordaran las distintas piezas.
El resultado no fue sólo una colección increíblemente bella, sino que sirvió a muchas personas que estaban pasando por la misma experiencia para exorcizar de algún modo su dolor. Según él mismo cuenta, Linha do Mar se transformó entonces en un movimiento que acercó a las personas y que en cada presentación, maravilla a otras.
La primera exposición fue entonces en la playa de Urca, barrio donde Renato y su hermano Rogerio, crecieron. Para luego lucirse en Copacabana frente a la calle donde él vivía.
La itinerancia esta prevista para otras playas cariocas y después de los demás estados que componen los 7.367 kilómetros del litoral: Río Grande do Sul, Santa Catalina, Paraná, San Pablo, Spirito Santo, Bahía, Sergipe, Alagoas, Pernambuco, Paraíba, Río Grande do Norte, Ceará, Piauí, Maranhão, Pará y Amapá.
“Por sobre todas las cosas, pienso que esta colección, es una celebración a la vida en todos los sentidos. Celebrar el hacer, celebrar nuestra relación con el mar Atlántico, dador de tantas maravillas que tantas veces descuidamos”, explica Renato en alusión a la catástrofe ecológica vivida en el 2019 en parte de estas costas invadidas por un aceite altamente tóxico.
Cada cual atiende su juego
Así, por ejemplo, la Asociación Bichos del Mar Adentro, creada en 2006, con la que hace unos años sorprendió con una bella colección de piezas inspiradas en distintos animales silvestres de la región de la Costa Doce de Rio Grande do Sul, bordó en ellas unos vistosos flamencos. Otro grupo de artesanos de la misma zona, se inspiró en documentar a pura aguja e hilo, distintos tipos de faros.
El grupo de Redeiras do Extremo Sul, que realizan maravillosos trabajos de croché con las redes de pescar camarones que reciclan de los pescadores de la zona, esta vez sumaron a su original y sustentable técnica, el cuero de peces.
Mientras que las mujeres de Garopaba incluyeron en las suyas, además de los bordados, caracoles y otros tipos de tejidos y arpilleras.
Obviamente y como era de esperar, el grupo de bordadoras de Bahía bordó una bella Yemanjá, la diosa del mar, madre de los peces y máxima deidad del Orixá, el sincretismo entre el catolicismo y el candomble que tanto se da allí y tan exquisitamente relató el escritor Jorge Amado.
Por otra parte, quien mejor que ellos para relatar el espíritu de la playa y el mar, en coloridos hilos que trepan a los parasoles, uno de los elementos icónicos del ser brasilero.