A 50 años de la bochornosa final de La Bombonera en la que Estudiantes de La Plata cayó ante el Milan de Italia, la Conmebol dio a conocer su deseo de que se vuelva a jugar la Copa Intercontinental. El certamen, que se disputó entre 1960 y 2004 entre los campeones de América y Europa, fue reemplazado por el Mundial de Clubes que organiza la FIFA y que tuvo a Liverpool como último campeón en diciembre último, al vencer en la final a Flamengo.
Con sólo dos equipos jugando en campo neutral, una organización más simple y la premisa de que sería menos costosa, la entidad sudamericana que preside el paraguayo Alejandro Domínguez intenta fogonear desde mediados del año pasado la posibilidad del regreso de la Copa Intercontinental, que en sus últimas ediciones se disputaba en Japón.
Recién en 2017 la FIFA reconoció a los vencedores del extinto torneo como "campeones del mundo", algo que consiguieron seis equipos argentinos en nueve oportunidades, siendo Racing Club el primero (en 1967), Estudiantes de La Plata (1968), Independiente (1973 y 1984), River Plate (1986), Vélez Sarsfield (1994) y Boca Juniors (1977, 2000 y 2003), que con Carlos Bianchi al frente fue el último equipo local que lo logró en Japón, tras vencer al Milan en la definición por penales.
Y precisamente en la cancha de Boca, un 22 de octubre de 1969, el mencionado equipo rossonero fue protagonista junto a Estudiantes de La Plata de la escandalosa final de la décima edición de la Copa Intercontinental, de la que hace tres meses se cumplieron 50 años. Ese día, el conjunto platense salió a jugar con Poletti; Manera, Aguirre Suárez, Madero, Malbernat; Bilardo, Romeo, Togneri; Conigliaro, Taverna y Verón.
En un encuentro signado por codazos, violentas patadas y hasta jugadores detenidos al cabo de los 90 minutos de juego, el Pincha jugó con dientes apretados, abusó de la pierna fuerte, se plantó ante un rival que presentaba varios titulares de la Azzurra, pero no pudo repetir la hazaña de 1968. Es que pese a vencer 2-1, dejó el título a manos del poderoso conjunto milanés, que en la ida disputada en el San Siro se había impuesto 3-0 a un equipo platense que acumulaba mucho cansancio físico y con un joven Carlos Bilardo que jugó con dos costillas fisuradas.
Con la obligación de dar vuelta la serie en la cancha de Boca, sobre el final de la primera etapa y en apenas dos minutos, Estudiantes se puso en ventaja con tantos de Conigliaro y Aguirre Suárez, quien se iría expulsado en el complemento, al igual que Manera.
No la sacó barata Gianni Rivera, autor del gol que le dio el título al Milan, a quien le abrieron la cabeza entre Aguirre Suárez y Poletti. Años más tarde, el goleador declaró que esa final de La Bombonera se trató de una guerra y no de un partido de fútbol. "Dall' inferno della Bombonera, un Milan mondiale", afirmó el diario L'Unità tras el encuentro. ”La página más negra del fútbol argentino", tituló por su parte la revista El Gráfico.
A raíz de los incidentes ocurridos dentro del campo de juego, el gobierno de facto presidido entonces por Juan Carlos Onganía pretendió dar un ejemplo de buena conducta y decidió que Poletti y Aguirre Suárez, baluartes del equipo que dirigía Osvaldo Zubeldía y que venía de consagrarse bicampeón de América, pasaran un mes en la cárcel de Villa Devoto.
Por si fuera poco, Aguirre Suárez fue suspendido por treinta partidos, Manera por 20 y Poletti recibió una sanción de por vida por parte de la AFA, aunque el tambaleo posterior del régimen militar le valió el indulto.
Fue tal la violencia ese día que Combin, delantero del Milan, volvió a su país con la cara deformada por los golpes. De yapa, también fue detenido cuando salió del estadio y liberado recién al día siguiente. "No puedo disculpar lo que ya juzgó todo el mundo. Pero comprendo la desesperación de algunos jugadores, por todo lo que se jugaban. Así y todo, nunca ordené golpear. Al contrario, en el intervalo insistí en pedirles serenidad. Ahora nos toca aceptar nuestras culpas", declaró por entonces Zubeldía, fallecido en 1982.
Ese fue acaso el principio del fin de la Copa Intercontinental. En el 1975 y 1978 nadie participó. En 1980 apareció la firma Toyota para cambiar el formato. Con el nuevo siglo devino Mundial de Clubes. Sin embargo, la primacía de los poderosos clubes europeos sobre los sudamericanos sigue siendo prácticamente la misma.