Mucho sabe de lesiones el camerunés Joel Embiid, quien se perdió nada menos que las dos primeras temporadas de su carrera profesional en la NBA debido a una larga serie de operaciones en el pie derecho tras ser seleccionado en la tercera posición del Draft de 2014. Este lunes por la noche, el pivot de los Philadelphia 76ers sumó un nuevo ítem a su historia clínica (y a su fama de resiliente) al dislocarse un dedo de la mano izquierda y, tras una rápida visita al vestuario, volver a la cancha como si nada para ayudar a su equipo a llevarse la victoria.
El histriónico interno, conocido también por sus exabruptos extradeportivos, rozó el triple doble al finalizar con 18 puntos, nueve rebotes y ocho asistencias en el triunfo de su equipo 120-113 sobre Oklahoma City Thunder. Estuvo bien acompañado por el base australiano Ben Simmons, quien firmó una planilla de 17 puntos, 15 rebotes y ocho asistencias para los Sixers (récord de 24 ganados y 14 perdidos). Por los derrotados (marca de 20 y 16), se destacó el barbudo pivot neocelandés Steven Adams, con 24 puntos y 15 rebotes, mientras que el veterano conductor Chris Paul sumó 18 puntos, ocho rebotes y seis asistencias.
Embiid se dislocó el dedo anular izquierdo durante un forcejeo con el macizo Adams sobre el final del primer cuarto. Una lesión que dejó boquiabiertos a varios de los presentes, incluido Mike Muscala, jugador rival y ex compañero que estaba en el banco cuando vio el dedo del camerunés doblado por encima de su meñique y no pudo más que insultar al aire de la impresión. Al inicio del segundo cuarto, aunque aquejado, el africano ya estaba en cancha mientras los fanáticos de primera fila todavía se recuperaban de lo visto.
La historia del camerunés es una que se destaca a la hora de superar obstáculos: comenzó a jugar al básquet recién a los 15 años y, poco después, fue reclutado en un campus de su país para mudarse a Estados Unidos. Aunque su altura no lo dejaba pasar desapercibido (2,13 metros en la actualidad), Embiid ya tenía condiciones innatas para jugar al deporte de la naranja. Tras destacarse a nivel de escuela secundaria, disputó una temporada en el básquet universitario, donde empezaron a aquejarlo las lesiones.
Con más fama defensiva que otra cosa, se presentó al Draft de 2014 y fue seleccionado por detrás de los (luego comprobados como) sobreestimados Andrew Wiggins y Jabari Parker. El camerunés era una verdadera apuesta de los Sixers, quienes iniciaban en ese año una racha de elecciones altas en el sorteo, ayudados un poco por el azar y mucho por la deliberada intención de la franquicia de finalizar en los últimos puestos de la liga para tener mejores chances en cada Draft (metodología conocida como tanking). Así, volvieron a elegir en tercer lugar en 2015 (Jahlil Okafor), fueron primeros al año siguiente (Simmons) y repitieron pole nuevamente en 2017 (Markelle Fultz).
Algo de mal karma le volvió a Philadelphia ya que, de esas jóvenes promesas, sólo dos se convirtieron en realidad (Okafor y Fultz fueron traspasados), aunque con cierto suspenso de por medio. Es que Simmons se perdió una temporada por lesión, mientras que el camerunés estuvo afuera por dos años y en su año debut, sólo disputó 31 partidos de los 82 que dura el calendario NBA.
Sin embargo, una vez en el parquet, las condiciones del camerunés no tuvieron que esperar demasiado para ser probadas y, en todo caso, exponer que las predicciones se habían quedado cortas. Con 20,2 puntos de promedio en su primer año y un carisma que lo convirtió en un favorito del público, Embiid se aseguró ser el jugador franquicia de los Sixers, que lo blindaron en 2017 con una imponente extensión de contrato por 147 millones de dólares hasta 2023.
Siempre entre algodones y con un cronograma de partidos de cumplimiento dogmático que le impide jugar una excesiva cantidad de encuentros en pocos días (disputa aproximadamente el 80 por ciento de los juegos de su equipo), Embiid logró convertirse en una de las figuras de la NBA gracias a sus dotes deportivos y también a sus bravuconadas, donde destacan las rivalidades que elige a dedo -justamente- con otros internos de la liga a quienes provoca cara a cara y vía redes sociales.
En la 2019/2020, el versátil pivot promedia 23,4 puntos por partido, 12,3 rebotes, 3,3 asistencias, 1,4 tapones y 1,2 triples (32 por ciento de efectividad). En camino a una tercera convocatoria para ser All Star, Embiid sabe que el único objetivo de esta temporada es llegar bien lejos en los Playoffs y devolver en forma de títulos la confianza (y los millones) que puso Philadelphia en él.