La vida de Paula (Rosario Varela) está muy lejos de ser lo que ella esperaba: es actriz de teatro pero el trabajo en el rubro escasea, tiene el corazón sangrante por un reciente fracaso amoroso y ya pasó la temible barrera de los 30 años. En ese contexto poco venturoso, pasa sus días dando clases de conversación a extranjeros y yendo a cuanto focus group le propongan, siempre diciendo ser alguien muy distinta a quien realmente es. Porque todo bien con la vocación y el arte, pero hay parar la olla. Hasta que aquella vieja máxima warholiana de los quince minutos de fama se hace realidad cuando, sin proponérselo, le mete una zancadilla inolvidable al ladrón que intenta robar la cafetería donde daba una clase. Entonces llegan los micrófonos, las cámaras y el tan ansiado reconocimiento público. ¿Cómo lidia con esa atención pública una mujer cuyo oficio está íntimamente ligado a la exposición? ¿Y si esa atención la encuentra en medio de una crisis personal de múltiples niveles?

Alrededor de esas inquietudes se mueve La protagonista, el tercer largometraje –y el segundo dirigido en soledad– de Clara Picasso, luego del proyecto colectivo A propósito de Buenos Aires (2005) y El pasante (2010). Estrenado en la Competencia Latinoamericana del último Festival de Mar del Plata, el film llegará este jueves a la cartelera del cine Gaumont y el viernes, a la del Malba. “Quería trabajar con el personaje de una actriz que está estancada, en crisis con su profesión y su vida en general. Como disparador surgió la idea del robo al café y que la fama que le llegara no por su profesión sino por ese hecho. También me interesaba indagar en los trabajos artísticos, porque muchas veces esa gente tiene que mecharlos con otros que les permita sobrevivir”, dice Picasso ante Página/12.

-¿Hizo alguna investigación particular sobre el tema?

-Para empezar, investigué el mundo de los actores y actrices independientes. Tengo una amiga actriz y directora que me ayudó contándome sus experiencias: cómo son los encuentros entre personas del mundo de la actuación, a qué se dedican cuando no actúan. Por otro lado, hay una cuota de experiencia personal, porque quienes nos dedicamos al cine, mientras no filmamos, estamos rondando otro tipo de actividades. Además, Paula es una mujer que ya pasó los 30 años y no es lo mismo ser actriz a esa edad que a los 20, cuando todo es florecimiento y entusiasmo por hacer lo que sea a cualquier costo. 

-¿Qué le interesaba de la idea de una mujer de esa edad en crisis?

-Empecé a escribir el guión cuando estaba por cumplir 30 (ahora tengo 38) y en ese momento ya estaba instalada la cuestión de cómo pesa la edad para una mujer en nuestra cultura. Quería ver qué le pasaba a una chica en relación a todos esos mandatos, sobre todo a alguien que, como una actriz, se expone. Me interesaba que Paula fuera un personaje estancado no por una cosa en particular sino por varias. Y ninguna grave, porque no hay nada trágico. Me gustaba la idea de que esté en crisis y lo niegue. La película muestra el tránsito hasta que lo que asume y se da cuenta que tiene que salir de ahí.

-¿Lo niega o no lo reconoce públicamente?

-Quizá no lo reconoce públicamente, quizá lo intuye pero, por ejemplo, no conversa con nadie que la lleve a cuestionarse lo que le está pasando. Huye de los lugares y las conversaciones, se hace amiga de personas que no le van a preguntar realmente lo que le pasa. Incluso miente para no tener que contar lo que está sintiendo. Obviamente que la vemos incómoda y sufriendo, pero tampoco lo expresa abiertamente. De hecho, una de las razones por la que tardó en producirse la película fue que mucha gente me decía que no entendía qué le pasaba a Paula. Pero en realidad la gracia era esa, que se pudiera percibir que algo le pasaba y simplemente acompañarla. Le pasan un montón de cosas que tienen ver con ella, nadie le hizo algo en particular.


-¿El personaje de Paula lo trabajaste junto a la actriz Rosario Varela?

-Había un guión bastante sólido que se respetó en cuanto a las acciones. Llegué a Rosario a través de una recomendación. En ese momento ella estaba en el Cervantes haciendo dos papeles que no tenían nada ver que entre sí. Después volví a verla en otro rol muy distinto. Me gustó su capacidad camaleónica, porque quería trabajar con la idea de no poder acceder a lo que le pasa a Paula. Eso es algo que atraviesa a todos los actores, que siempre se transforman y van apropiándose de sus personajes. Al principio nos juntábamos durante horas a charlar sobre cualquier cosa para conocernos, ella tenía un montón de inseguridades porque era la primera vez que hacía una película.

-Para Paula, ¿la fama es sinónimo de felicidad?

-En general, la actuación es una profesión en la que la gente te va a ver y está asociada a que si sos buena, el éxito te hace llegar a la fama. Por eso el disparador de la historia es una actriz que se hace famosa pero no por su trabajo. Eso la obliga a indagar en lo que pasa. Nadie le va a preguntar a un contador si es famoso por hacer bien su trabajo. Hoy en día, con la proliferación de redes sociales, todos buscan la fama de manera más “casera”, por lo que esa idea de felicidad está presente. Se suben fotos, se inventan historias y anécdotas que hacen que si no estás en eso, no existas.

-Más allá del mundo artístico, la película también aborda las dificultades para establecer conexiones emocionales de esta generación. ¿Cómo trabajó esa cuestión?

-Hay algo en ese personaje que, habiendo sufrido una ruptura amorosa, se corre de un lugar y empieza a cortar relaciones por otro lado. En la precariedad laboral que manejamos hay mucho de contacto, de si conocés a tal o no. Pero Paula ni siquiera lo intenta. Si uno va a una fiesta con actores o cineastas, todos preguntan “qué estás haciendo”, como si todo el tiempo uno tuviera que estar haciendo algo. Eso dificulta los vínculos.

-Hay algunas escenas volcadas deliberadamente hacia lo humorístico, en especial las que muestran la dinámica de los focus group. ¿Te gusta la comedia?

-Me encanta la comedia y me parece muy difícil de hacer. Para la película viene bien porque a Paula no le pasa nada trágico ni dramático. Lo de los focus group surgió de investigar qué hacen los actores cuando no son actores. A ellos los llaman y les dicen que digan que trabajan de cosas que por lo general nunca coinciden con lo que realmente hacen. La idea era mostrar esa cosa absurda de un mundo medio inventado. La comedia me permitía desdramatizar o dar aire a determinadas situaciones.