No hay luz. Casi 30 mil hogares seguían sin luz hasta ayer a pesar de que bajó la temperatura. Tampoco se ve la luz en el final del túnel de Gabriela Michetti, ni un destello, ni el filamento de una lamparita de 25 bujías, nada. Ayer no había luz y hoy, no hay clases. Sólo comenzará el ciclo lectivo en San Luis y Santiago del Estero. En San Luis, se acordaron subas salariales de entre 38% y 60,7% y en Santiago del Estero, aumentos del 20 por ciento y blanqueo de algunos puntos que se pagaban en negro. Se aprieta a los directores de escuela para que entreguen planillas con los nombres de los maestros que adhieren a la huelga, pero no les alcanza. No hay clases a pesar de los voluntarios (voluntario es anagrama de “votó al ruin”) que se ofrecieron para reemplazar a los maestros y que al parecer se van a quedar con las ganas de pasarse al reino animal en condición de carneros. La entrada en la escena mediática de estos especímenes es una forma de presión. Todo es apriete. El presidente de la Nación dice que Baradel se cuida solo después de que hubieran amenazado a sus hijas y de ahí para abajo no puede extrañar que Wiñazki le pida el título de maestro al sindicalista y que Feinmann (Eduardo, el malo) muestre en pantalla las fotos de las chicas amenazadas como una forma de escrache. No son solidarios con los docentes estas lacras, pese a que son maestros. Maestros de la manipulación, del servilismo a sus mentores ideológicos. No hay límites para los aprietes. El Gobierno asfixia económicamente a las provincias para que sus gobernadores (especialmente los que no son del palo) paguen el costo de los ajustes; el Gobierno ahoga a los clubes de fútbol para que terminen aceptando la idea de convertirse en sociedades anónimas. No hay límite ni freno para el endeudamiento que desde la asunción de Macri elevó la cifra a 211 mil millones de dólares. Se bajaron las retenciones a las mineros y a los agroexportadores, se aumentaron los ingresos de las petroleras, se hicieron ajustes en la administración pública, se aumentó la renta financiera para que llegara la lluvia de inversiones, pero ni garúa. Van a decir que la culpa de esas inversiones que no llegan la tienen los docentes que paran, las mujeres que reclaman, la CGT que se endurece un poquito y Sergio Marchi, que boicotea el inicio del fútbol como parte de una campaña antiargentina.
Marchi no tiene antecedentes que hagan pensar que es un emulo de Agustín Tosco, pero en su enfrentamiento con los directivos del 38 a 38, los delegados anormalizadores y el gobierno, el gremialista tiene la pelota bajo la suela con un argumento irrefutable: hace cuatro meses que a muchos futbolistas no les pagan ni el sanguche y la Coca.
A si estamos. No hay luz, no hay clases, no hay inversiones, no hay límite para el endeudamiento, no hay perspectivas de crecimiento, no hay libertad para Milagro Sala, no hay segundo semestre, no hay independencia del Poder Judicial, no hay seguridad, no hay pobreza cero, no hay tarjetas roja para el Correo, Avianca, los Panamá Papers, la entrega de la obra pública a los amigos y demás choreos descarados, no hay paritarias pese a la ley que obliga a ellas, no hay claridad ni renovación ni autocrítica en la oposición más progresista y lo que parece ser más grave es que no hay fútbol. Y ya se sabe que domingo sin fútbol no es domingo.