La protagonista es una película tan pequeña (por su metraje, por la cantidad de movimientos y acciones, por su engañosa trivialidad) que las ambiciones y logros pueden pasar desapercibidos. Ya en su ópera prima en solitario, El pasante, estrenada hace casi una década, Clara Picasso demostraba una predilección por las miniaturas que contienen mundos enormes y ahora –en un film de título ilusorio, juguetón, con múltiples sentidos– vuelve a apostar por un microrrelato lleno de recovecos y ecos no siempre evidentes en una primera impresión.
El punto cero La protagonista –que participó de la Competencia Latinoamericana del Festival de Mar del Plata hace apenas un par de meses– encuentra a su protagonista, Paula, sentada en un bar frente a su alumno alemán, corrigiendo sin muchas ganas algunos errores de la gramática española mientras su teléfono celular no para de sonar. No es una escena de suspenso en un sentido estricto, aunque lo que está a punto de ocurrir sí es inesperado y excepcional. Un ladrón entra al local y comienza a robar las pertenencias de los clientes, pero un accidente, un impulso o un efecto generado por el miedo hace que Paula estire la pierna, y el arrebatador caiga y se golpee al punto de la inconsciencia.
“Soy actriz”, repite la joven a cualquiera que pregunte por su profesión, por su rol en la vida. Aunque, por el momento, no está actuando en ninguna obra y el dinero ingresa por otros canales: las clases de idioma para extranjeros o los encuentros en focus groups para testear algún producto a punto de ser lanzado al mercado. En una de esas extrañas citas llenas de preguntas banales, Paula y una conocida deben aparentar el más absoluto desconocimiento mutuo, ejemplo perfecto del humor casi subterráneo que envuelve a la película.
Al margen de esos trabajos eventuales, el hecho policial del bar ha generado un interés momentáneo por su persona, reflejado en notas en diarios y en la televisión. De pronto, todo el mundo la llama por teléfono y quiere sacarse selfies con ella: un nuevo protagonismo, una breve salida de las fauces del anonimato. La visita a una peluquería –otra changa– se transforma en una escena basal: Paula es actriz y tal vez no todo lo que dice hacer, vivir y recordar es real. ¿O sí lo es? Y si lo primero es cierto, ¿la ha devorado la mitomanía o se trata, apenas, de una mentira blanca, de una herramienta para navegar la soledad y el dolor?
Es verano en Buenos Aires y todos están en otro lugar, pero ella insiste en quedarse y caminar las calles, casi vacías. Ni siquiera un pedido de mamá para que la visite surte el efecto deseado. Rosario Varela, la protagonista de La protagonista, compone el personaje como alguien que parece estar siempre ligeramente corrido de aquello que la rodea, no tanto a disgusto como algo incómoda. “Estoy en la pileta, sí, buenísimo”, le cuenta a alguien por teléfono durante un viaje relámpago a una quinta, frente a una piscina llena de agua sucia y hojas caídas.
En el trato con los demás, sus amigos y conocidos, termina ganando una aparente amabilidad que, sin embargo, no es capaz de eclipsar cierta cualidad áspera, arisca. Ese estado de fragilidad, de crisis permanente que no llega a ser terminal, como un microscópico limbo, es el tema elegido por Picasso para retratar a su criatura y, quizás, intentar una acuarela generacional. Lo hace sin gravedad, con humor y ligereza, sabedora de que lo importante –la procesión– pasa por dentro y no por los gestos ampulosos. El plano final cierra un ciclo o resignifica todo lo visto. O nada de eso.
LA PROTAGONISTA 7 puntos
Argentina, 2019
Dirección y guion: Clara Picasso.
Duración: 65 minutos.
Intérpretes: Rosario Varela, Macarena Suárez Dagliano, Ignacio Rogers, Jimena del Pozo Peñalva, Facundo Aquinos.
Estreno exclusivo en Espacio INCAA-Sala Gaumont y Malba Cine (viernes a las 21).