Los siete presos que murieron el jueves tras un incendio en una comisaría de la ciudad bonaerense de Pergamino fallecieron por inhalación de monóxido de carbono y sofocación, a raíz del humo que soltaron los colchones al quemarse. Como ocurrió en la U28 de Magdalena, como en tantas protestas carcelarias, los colchones ignífugos brillaron por su ausencia.
Tras concluir las necropsias en la morgue de Junín, los cuerpos de las víctimas fueron entregados a los familiares para que puedan darles sepultura y ya se realizaron algunos velatorios.
Un vocero del caso explicó que algunos cuerpos presentaban quemaduras en la cara, brazos y piernas por la gran exposición al calor, pero que ninguno tenía golpes, a diferencia de lo que vienen denunciando familiares de las víctimas en base a algunas fotografías que circularon en redes sociales.
Si bien todavía no se efectuó el peritaje ordenado a Bomberos de Junín, los investigadores pudieron establecer que a raíz de la quema de colchones en el sector de los calabozos se alcanzó una temperatura de 500 grados que hasta provocó el hundimiento de los barrotes. El fuego se produjo debido a que los colchones no eran ignífugos, condición que se estableció luego del incendio en la cárcel bonaerense de Magdalena en 2005, en el que habían muerto 33 detenidos.
Los informes de los peritos fueron entregados al titular de la Fiscalía 3 de Pergamino, Nelson Mastorchio, quien está a cargo de la investigación y concurrió personalmente a la morgue para presenciar las dos primeras autopsias y concluir los trámites con los familiares de las víctimas.
En el marco del expediente, también se le tomó declaración a los bomberos que concurrieron a apagar el incendio para que aporten datos de cómo hallaron los cuerpos y en qué condiciones estaban los calabozos en ese momento, pero no se conocieron detalles porque se dictó el secreto de sumario en la causa.