La idea nació de una comprobación empírica: aunque en las salas de teatro pidieran que se apague el celular antes de la función, muchos no solamente no lo hacen, sino que revisan y contestan mensajes. “En los aviones piden que apaguen los celulares para evitar interferencias y que haya un accidente, ¡y también los usan! A partir de esa imposibilidad de desconectarse, empecé a ver cómo ponerlo al servicio de una producción artística, usar el celular como un elemento narrativo”, explica a Página/12 Ezequiel Hara Duck, creador y director junto a Jony Camiser de Clavemos el visto (sábados a las 19 y 20.45 en el Teatro Metropolitan, Av. Corrientes 1343), una propuesta en la que los espectadores son los protagonistas por tener que seguir instrucciones que les llegan a través de whatsapp. “Cómo integrar el celular a lo teatral en una obra participativa en ámbitos urbanos e invitar a los espectadores a jugar, a levantar la mirada de la pantalla y que se conecten con otras personas”, desafían a coro los creadores.
El espectáculo tiene un guión (que se va completando de acuerdo a situaciones concretas que suceden en cada función) y un hilo narrativo en el marco de la ficción, pero Hara Duck y Camiser prefieren definir su trabajo como una “experiencia teatral” más que como una obra de teatro. “Es una propuesta rara”, coinciden. “Decimos que es una experiencia teatral, un recorrido performático guiado por whatsapp”, aseguran, y dicen que la pensaron como site specific o teatro de inmersión. “¡A las cosas hay que poder encasillarlas!”, bromean. “Explorar algo con un espectáculo que nos gustaría vivir como participantes y que no existe. Lo googleamos por todos lados y no se hizo nunca. Hay un espectáculo que nos gustaría vivir, ¡entonces armemosló nosotros!”, dicen a dúo, y destacan que es un “gran laburo” de producción para ofrecer un “producto artesanal”. “Queremos que la gente se anime a hacer cosas que no haría si no tuviera el marco de contención ficcional. Es una invitación al juego”, proponen.
Los participantes ingresan a un grupo de whatsapp especialmente creado (en el que no se guarda ningún dato post función). Allí reciben instrucciones que los vinculará con lo (y los) que está pasando alrededor, en un marco lúdico. Los espectadores se vuelven protagonistas de un espectáculo que tiene a los transeúntes como público involuntario. Solo ponen una condición: “Batería de celular cargada a tope”, piden los creadores. Camiser cuenta que se llegó a esta propuesta después de explorar diversas formas teatrales y crear métodos nuevos de guionado. “Se planifica por módulos intercambiables, ninguna función es igual a la otra. Todo está puesto al servicio de crear un patio de juegos en la avenida e invitar a jugar”, resalta, y Hara Duck detalla que ellos están “tanteando” lo que pasa en tiempo real para dar las instrucciones función a función, ocultos a la vista de todos. “Si hay alguna dinámica que no funciona, hacemos zapping y cambiamos a otra. Todo se va adaptando al grupo, hay un condimento de improvisación que está presente todo el tiempo”, adelanta.
-El teatro va incorporando distintas tecnologías a sus propuestas, pero suelen tener más que ver con la puesta en escena o la narración sobre el escenario. ¿Cómo se introduce el celular en el hecho teatral?
Ezequiel Hara Duck: -La idea es hacernos cargo de que el celular es casi una extensión del cuerpo humano y ver cómo usarlo como una herramienta que sirva para el relato, poner la herramienta al servicio de la idea y nunca la idea al servicio de la herramienta. Por eso nosotros pensamos que el celular es algo que nos ayuda a contar historias y no lo vemos como un enemigo. Vemos cómo le podemos sacar el mayor jugo a la tecnología para contar historias. Me parece que es algo hoy no muy tenido en cuenta por los teatristas. En el micromundo del teatro sigue habiendo detractores de eso, son discusiones que no llevan a ningún debate productivo. Todo termina en autoerotismo, por usar una palabra fina.
Jony Camiser: -Con un cuchillo podés matar, o cortar el salame y queso para una picada con amigos. Esto es lo mismo: un instrumento puede ser un arma o una herramienta. Esta es una herramienta.
Las primeras pruebas de Clavemos el visto se hicieron con amigos en los bosques de Palermo. Luego hubo una experiencia con público en el Centro Cultural Recoleta, y mientras estaban pensando nuevos espacios donde llevarla a cabo y soñaban con la avenida teatral de Buenos Aires, los convocaron a ser parte del ciclo de teatro off organizado por el Metropolitan. “¡Nos resolvieron un problema!”, ríen a coro. “Corrientes es el lugar ideal porque es la calle cultural del país, por donde circula una hermosa fauna que somos todos nosotros -afirma Camiser-. Es una calle donde pasan, pasaron y pasarán muchas cosas que tienen que ver con la cultura. Estamos todo el día con el celular, estamos todo el día en la calle". Hara Duck confiesa que la idea es “usar la ciudad como escenario y que el público se suba allí". "Los artistas callejeros y los transeúntes nos ayudan y contribuyen a capitalizar el espectáculo sin saber que son partícipes de la obra, como puede ser un turista con un sombrero”, concluye.