Un tema de conversación se ha instalado recurrente entre psicólogos: los pacientes de profesión médica, y sus trastornos originados en el estrés laboral. Buena parte de ese flagelo lo explican las condiciones de trabajo en las que se desempeñan en el sistema privado de salud. Esto es lo que el mes pasado, para el Día del Médico, puso en evidencia la seccional Santa Fe de Amra, al relevar el panorama en los sanatorios de Rosario. "Casi el 100 por ciento trabaja en negro", reveló Sandra Maiorana, titular de esa entidad gremial. La precarización se extiende a otras variantes de ejercicio médico: las guardias, servicios de ambulancia y a domicilio, o los bajos aranceles que pagan tarde y mal las obras sociales, y las retenciones que les imponen las clínicas por causa de ese sistema. Además de derechos económicos y laborales vulnerados, hay un impacto psicológico que en los divanes se hace insoslayable.
El psicólogo Federico Lande –mat. 4178, miembro fundador de la Red Federal de Terapeutas Cognitivo Conductuales de Argentina– puso de relieve el aspecto no económico del asunto. "Entre los colegas hablamos de nuestros pacientes médicos, y siempre aparece uno con estas dificultades. El médico no sufre solo en lo económico, sino en lo psicopatológico. Las cuestiones laborales son pésimas en lo contractual, pero además producen un sedimento consecuencia de esa precarización. Claro que en cada individuo hay una predisposición, vulnerabilidades a tal o cual psicopatología, pero las condiciones laborales explican mucho más el problema", apuntó.
Lande reveló que abundan entre estos pacientes cuadros de estrés vinculados a su labor diaria. Lo que la Organización Mundial de la Salud denomina burnout. "Se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo (despersonalización), y una sensación de ineficacia y de no hacer adecuadamente las tareas. A ello se suma la pérdida de habilidades para la comunicación", según la definición de la OMS.
"El burnout es sentirse quemado por el trabajo, para decirlo en dos palabras. Y entonces la relación médico - paciente se deteriora mucho". Federico Lande
El burnout torna a quienes lo padecen distantes en lo emocional, cínicos con su labor y con sus compañeros, adormecidos por su trabajo. Con menos energía, concentración y rendimiento reducido que se traslada también a la vida personal. En lo físico, son frecuentes el dolor de cabeza, de estómago, y problemas intestinales.
"El burnout es sentirse quemado por el trabajo, para decirlo en dos palabras. Y entonces la relación médico - paciente se deteriora mucho. El médico ya no aguanta lo que le dice el paciente, no lo quiere escuchar, y entonces lo medica mal, no se acuerda de lo que el paciente tenía", abundó Lande.
Ha sido materia de estudio en el Colegio de Médicos cierto nivel preocupante de adicciones entre su comunidad de profesionales. Drogas ilegales, pero también "automedicación, tanto para dormir, para estar despierto; o el tabaquismo mismo, una adicción muy interesante a examinar sobre los médicos", observó. Y en segundo plano, también Lande atribuyó como parte de los efectos de la precarización médica las enfermedades del siglo XXI como la obesidad, cardiopatías, hipertensión y trastornos generados por una alimentación inadecuada.
La seccional local de Amra desplegó inspecciones en los sanatorios rosarinos para renovar el diagnóstico laboral de sus afiliados. Y halló que "la gran mayoría está precarizada", dijo Sandra Maiorana, secretaria general.
"Cada vez son más los casos de burnout, un cuadro que tiene consecuencias en la salud y en las relaciones personales. Es un estrés frecuente en todos los trabajadores de salud, sobre todo en quienes trabajan en guardias, en las ambulancias, en contacto con el problema social de la gente que una no puede resolverlo. Además, estar mal remunerados, cobrar tarde, no tener vacaciones o no coincidir en los distintos lugares que una trabaja a la fuerza, tener que trabajar enferma por no contar con licencia, no tener licencia por maternidad con goce de sueldo", enumeró Maiorana.
"Es un estrés frecuente en todos los trabajadores de salud en contacto con el problema social de la gente que no pueden resolver". Sandra Maiorana
El panorama es diverso. Los profesionales de guardias, en la mayoría, son monotributistas. En otros casos, alquilan un consultorio o resignan un porcentaje de facturación a la clínica que les cede un lugar. "Hay colegas que hacen prácticas quirúrgicas y muchas veces lo que deben pagar para alquilar un quirófano es lo mismo que cobran para hacer la cirugía por obra social: trabajan gratis", reveló Maiorana.
Atender por obra social es otra fuente de trastornos, por los bajos aranceles y por los meses de atraso con los que el sistema paga a los profesionales de salud, con los sanatorios como intermediarios que retienen y se apropian de una parte de los pagos.
"Trabajar a destajo, con cantidad de pacientes por ver en menos tiempo, correr de un trabajo a otro porque no alcanza la plata, porque estás en negro... todo eso destruye. Un médico llega a hacer una guardia de 48 horas y está todo ese tiempo enchufado a toda adrenalina, pero cuando sale no le alcanza un día para reponerse, se desploma, y eso repercute en la vida privada", enumeró la dirigente de Amra. "Hay más médicos enfermos de cáncer en edades menores a los promedios de la población", agregó.
Diego Ainsuain, presidente del Sindicato de Profesionales Universitarios de Salud (Siprus), convalidó la observación de los psicólogos y la relacionó con las distintas formas de precarización laboral en medicina. Tanto para la relación de dependencia como para las variantes autónomas del oficio, el joven residente que empieza por los servicios de emergencia como quien alquila un consultorio en una clínica o quien se resigna a que el sanatorio le retenga "hasta el 90% del arancel de la obra social, y entonces ahí surge el plus", explicó.
"Pero el burnout afecta a los médicos del sistema privado y de salud pública también, si lo que cobra lleva a trabajar en 3 o 4 lugares, saltando de un lado a otro como trabajador golondrina", aclaró Ainsuain.
"Los problemas principales son dos: uno es el empleo directo en un sanatorio, una guardia, un servicio de medicina ambulatoria o de ambulancia de emergencia; luego están los que trabajan por obra social, por Pami, que tienen un consultorio chiquito y su problema son los aranceles bajos y la intermediación".
"Somos médicos y, suena paradójico –remarcó Maiorana–, tenemos un nivel de enfermedad altísimo. Es como en La Forestal en el siglo XXI. Y los dueños de los sanatorios, también son médicos".