Por solamente cuatro miércoles vuelve a la cartelera, esta vez en el Teatro Picadero de Santos Discépolo al 1800, la obra de Cristina Escofet Yo, Encarnación Ezcurra, unipersonal interpretado por Lorena Vega bajo la dirección de Andrés Bazzalo. Varias veces premiada, la obra propone en sugerente arco creativo un compendio de lo vivido y actuado por la primera dama del rosismo, en impecable interpretación actoral y musical. Porque al brío actoral de Vega se suman en vivo los músicos y cantantes Martín Miconi, Malena Zuelgaray, Victoria Tolosa y Agustín Flores Muñoz.
Subtitulada “Monólogo en 8 momentos”, Escofet trabajó el texto apoyándose en una exhaustiva investigación de la época y el personaje en cuestión, haciendo especial énfasis en la correspondencia que Encarnación mantuvo con Rosas cuando él se hallaba en el desierto en plena campaña, una vez cumplido su primer período como gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Esas cartas, en las que se revela como conocedora hasta los menores pliegues de la política de su tiempo la muestran como astuta estratega y fiel consejera de su marido, sensata aunque también imperiosa hasta el punto de que, afirmándose en su popularidad, (“El pueblo es mío”, dirá la mujer que tuvo una gran llegada a los sectores negros de la población) llega a advertirle a Rosas que, si quisiera, podría actuar en su contra, “porque el que tiene el pueblo tiene el poder”.
“De Encarnación Ezcurra yo no tenía más referencias que las que me habían dado en la escuela secundaria”, cuenta Bazzalo en la entrevista con Página/12, “así que sabía nada más que era famosa por lo fea y que había creado la Mazorca, lo cual significaba que era una asesina”, resume. Una vez que conoció los alcances de lo actuado por una mujer que se atrevió a ir mucho más allá de lo que su época le permitía, fue cuando Bazzalo decidió darle el papel a Vega: “quise una actriz poderosa y bella para contestar al mito de una Encarnación fea”, describe. Porque según apunta el director, la sensualidad de la obra fue uno de los primeros atractivos que encontró en el texto, convencido de que “la apropiación del poder implica sensualidad”, según acota.
Con humor y naturalidad, el personaje da cuenta de cómo se convierte en “los oídos y los ojos de Rosas”, como define el director, enviando espías a tertulias, organizando acciones para amedrentar disidentes para finalmente, conseguir que a Rosas le ofrezcan la gobernación conjuntamente con la suma del poder público. “Encarnación distinguía muy bien a los aliados y a los traidores”, explica Bazzalo, una cuestión que, como precisa el director, hoy está a la orden del día: “La obra habla de nuestras antinomias”, analiza, “y si en esa época se hablaba de unitarios y federales, después hemos seguido estando divididos por diferentes intereses, hasta podríamos decir que divididos culturalmente”.
Bazzalo habla de esta pieza como de “una creación artística sobre una gran investigación histórica”. Y pese a ser, como él mismo lo califica, “un material exigente por la atención que pide a los espectadores”, la obra “siempre tiene una recepción apasionada y gratificante. Porque nos deja reflexionar sobre temas de hoy: nos habla, entre otras cosas, de las exigencias que encuentra todo aquel que accede al poder”, subraya el director, al tiempo que en la charla surgen los nombres de Manuel López Obrador y Evo Morales.
Considerando la energía de esta Encarnación, no es difícil pensar en Eva Perón: “Las dos trabajaron para sus hombres, para sus líderes”, coincide el director, “pero luego el patriarcado no les dejó lugar y ambas fueron desapareciendo y muriendo al poco tiempo, las dos de cáncer, coincidentemente”, compara. “En nuestra historia tenemos muchas mujeres muy interesantes”, afirma Bazzalo, “Y esta obra nos acerca al pensamiento de una mujer empoderada que hoy se potencia frente a fenómenos de derechización machista como lo representa una figura como Bolsonaro, tan cerca de nosotros”, ejemplifica.
Yo, Encarnación Ezcurra, Teatro Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857) los miércoles 8, 15, 22 y 29 de enero.