Federico Alvarez Castillo comenzó su carrera en el rubro textil durante la década de los '80, cuando llegó a ser director de marketing para Argentina de la empresa Fiorucci. Había empezado como cadete a los 19 años, pero en solo dos años se convirtió en ejecutivo y participó de la creación de marcas emblemáticas como Bowen, Mango y Paula Caher D’Anvers, su antigua esposa. La misma que este miércoles aprovechó el episodio del cordero lanzada a la pileta para dejar claro que las relaciones con su ex no son las mejores: "El señor Alvarez Castillo fue desvinculado de la marca hace más de 20 años por numerosas irregularidades, de allí que este hecho no nos sorprenda", declaró su empresa en un comunicado.
Pero el verdadero despegue de Alvarez Castillo no llegó de la mano de Paula, sino de la de uno de los nombres que dejaron su sello en los “años felices” del menemismo: el Grupo Exxel, liderado por el financista Juan Navarro, un ex Citibank.
El paso por Exxel
El grupo Exxel llegó a manejar alrededor 73 empresas. Muchas de ellas emblemáticas como Argencard (que administraba las tarjetas Mastercard y Maestro), Supermercados Norte (que después vendió a Carrefour y terminó en un juicio escandaloso), Freddo, Musimundo y, sobre todo, el imperio completo del legendario Alfredo Yabrán (Ocasa, OCA e Interbaires incluidas).
También muchas marcas de ropa de lujo como Lacoste, Armani, Kenzo, Ralph Laurent y Paula Cahen D’Anvers. Justamente fue Federico Alvarez Castillo el hombre que se puso al frente de la rama indumentaria del Exxel.
Todo marchaba viento en popa. El Grupo hizo compras por 4.800 millones de dólares y facturaba unos 3.500 millones por año, llegó a tener casi 25.000 empleados y se transformó en uno de los principales grupos económicos de la Argentina de Menem. Pero el espejismo duró lo que la convertibilidad.
Las adquisiciones eran apalancadas, es decir, se compraba con créditos garantizados por las propias empresas adquiridas, y cuando pasó la burbuja no pudieron hacer frente a los pasivos generados. El derrumbe fue estrepitoso.
La etapa Etiqueta Negra
El Grupo y el país se desmoronaron, pero Alvarez Castillo (nacido Alvarez pero Castillo por parte de madre, el doble apellido resultaba vital para su imagen) supo aprovechar la experiencia y en 2003 fundó Etiqueta Negra. Ya se habían retirado del país la mayoría de las marcas de lujo, y la suya, con precios descabellados en pesos pero “competitivos” en dólares, se propuso llenar ese hueco para los selectos consumidores argentinos huérfanos de Armani o Versace.
En 2007, decidió dar el salto y tratar de expandir su empresa en Estados Unidos, por lo que vendió casi la mitad de las acciones a un fondo inversor, Tribeca Partners SA, con una buena cantidad de capitales provenientes de Colombia.
Quizás fue esa procedencia lo que despertó sospechas en la justicia argentina, que abrió una investigación para averiguar si el origen de los fondos era tan claro como las camisas blancas que despachaban. En todo caso ya es historia. No hace mucho, Alvarez Castillo recuperó el manejo total de su compañía.
Los autos de colección
Mientras crecían sus negocios, también fue engrosando su colección de autos clásicos. Alvarez Castillo es famoso entre los cultores del multimillonario hobby. Entre otras preciosuras, es el feliz propietario de un Ferrari 288 GTO, una de sus últimas adquisiciones en octubre de 2018, del cual existen solo 272 ejemplares en todo el mundo. También ganó premios con su Bentley 8, de 1931, y le gusta pavonearse al volante de su Shelby Cobra o el más impresionante Ford GT40.
No conforme con los autos en abril de 2013 presentó su propio autódromo privado, Owners Club, un circuito de 2,4 kilómetros de largo ubicado en un predio de 35 hectáreas en General Rodríguez. Sus socios fueron nada menos que Leónidas Anadón y Carlos de Narváez, el hermano fierrero de Francisco.
Ahí exhiben sus autos los coleccionistas, y también se alquila para grandes presentaciones de las terminales o importadores automotrices. Su ubicación privilegiada en plena ruta del polo (pegada a los clubes Ellerstina, Centauros y Chapa Uno), lo transformó en un must para los eventos de alta sociedad y en una tortura para sus otros vecinos, que soportan no tan estoicamente el batifondo de los caños de escape.
Felipe Solá, el vecino incómodo
Algunos se sorprendieron porque el flamante canciller Felipe Solá fue uno de los primeros en criticar en Twitter, muy ingeniosamente, el lanzamiento del cerdo, que después se supo que en realidad era un cordero, a la pileta de Alvarez Castillo.
“Le mostré a mi chancha Pelota el video del empresario Álvarez Castillo arrojando un cerdo a su pileta desde un helicóptero. ‘Por favor, que nadie le diga cerdo’, me pidió. ‘Nosotros somos buenos bichos’", se burló Solá.
Pocos saben que el empresario y el canciller ya se conocen. El autódromo del primero está pegado a la chacra del segundo, una cercanía explosiva que ya provocó roces públicos. “¡Estoy cansado de estos ricachones que siempre hacen lo que quieren!”, fue la frase que eligió Solá cuando, cansado de los ruidos, pidió que se interrumpa un evento auspiciado por Citroën para presentar sus autos de carrera.
La pata inmobiliaria
Más allá de la ropa y de los autos, las inversiones más importantes de Alvarez Castillo están ahora en el rubro inmobiliario. Hace varios años desembarcó en Uruguay, donde invirtió en emprendimientos como "Al Río" y "Arenas de Rocha".
En los últimos tiempos, su interés está puesto en el desarrollo The Colette, ubicado en Manatiales, donde se ofrecen 46 propiedades que van de los 200 a los 600 mts cuadrados al envidiable precio de 17.500 dólares el metro. Sus amigos atribuyen su enojada desmentida de haber tenido algo que ver en el escándalo justamente a su preocupación por que la zambullida del cordero llegara a afectar las ventas en curso.
Su pensamiento
En una entrevista con el diario La Nación realizada a fines de 2017, Alvarez Castillo dejó claras sus preferencias políticas y su visión de la Argentina.
“A la Argentina la manejaban los peores del grado. Quienes han sido presidentes de la nación han mentido. Decían que tenían títulos universitarios y no los tenían. En sus áreas tenían narcotraficantes y estafadores, un delirio, peores no podía haber, salvo algunas excepciones, que siempre las hay. Hoy lo analizo al presidente y veo que es un tipo que estudió en un colegio de primer nivel. Hizo una carrera compleja como Ingeniería (…) y tenemos la suerte de que está manejando la Argentina con capacidad y convocando a un grupo de líderes que lo siguen con pasión, como [Horacio Rodríguez] Larreta, [Andy] Freire, [Marcos] Peña, [María Eugenia] Vidal, [Federico] Sturzenegger. Es un equipo de cracks”, definió.
Como con el chiste del cerdo/cordero volador, algo falló.