Desde Berlín
Ética, slow, sustentable, verde, consciente, varios organismos, diseñadores e instituciones se plantean de un modo cada vez más contundente, una revisión del modo, valga la redundancia, en que se hace la moda. O por lo menos, de cómo se maneja la industria hasta hoy. Básicamente poniendo un alerta sobre esa carrera desenfrenada por cumplir a rajatabla con un calendario tirano que exige reponer tendencias cada temporada sin importar el cómo o el para qué. Y lo que es más importante, tratando de investigar y echar luz en nuevas propuestas y opciones que no sólo pasan por la generación de nuevos hábitos (que en muchos casos tienen que ver con volver a las viejas costumbres), sino a descubrir nuevos modos de hacer desde tecnologías a materiales amigables con el planeta y las personas. Condiciones de trabajo, huella de carbono, renovación y método de extracción de las materias primas, uso de energía, agua, químicos y producciones de residuos en los procesos, entre otras cuestiones.
En Berlín, la más grande
Berlín es una de las ciudades más sensibles y a la vanguardia de este cambio de paradigmas, así que no es casual que aquí se hayan creado, hace ya una década, el evento más grande de la moda sustentable. La propuesta engloba pasarela –el Thinkathon Fashion Show-, la conferencia Fashionsustain de Messefrankfurt y una feria que incluye marcas de ropa urbana, deportiva e interior, además de ropa para chicos, accesorios, zapatos, joyería y belleza.
Apodado Neonyt combinando el término ‘neo’ del griego y el ‘nytt’, palabra escandinava, para lo nuevo, el eje bajo el lema de “Cambiar la moda juntos” pasa por la innovación.
En eso trabaja el trío de diseñadores Magdalena Schaffrin, Thimo Schwenzfeier y Max Gilgenmann, que creó esta plataforma que reúne a los protagonistas de sus hallazgos en el Hangar 4 del emblemático aeropuerto, ya hace unos años en desuso, Tempelhof.
“Para nosotros son cruciales el modo en que se hacen las cosas. Volviendo a la esencia o a partir de aproximaciones más modernas pero siempre respetuosas”, explica Gilgenmann, el director creativo de la compañía, desde sus oficinas en el barrio de Kreusberg, el más artie de Berlín. “En mi caso, crecí en una familia muy consciente sobre el cuidado del medio ambiente. Y cuando decidí estudiar moda enseguida la encontré muy aburrida. No así cuando me ocupé de investigar materiales, sobre todo los naturales, donde quedé fascinado de las enormes posibilidades. Aún recuerdo cuando di con la fibras de bambú”, uno de los materiales estrellas en este tipo de eventos, junto obviamente al algodón orgánico, sedas y puras lanas.
¿Otras tendencias 2020 de la moda sustentable? “La digitalización y customización, dos de las más grandes tendencias en la moda, que ofrecen oportunidades al mundo sustentable. Obviamente todo lo relacionado al reciclaje tanto manual como industrial y de todo tipo de materiales, desde algodón, poliéster a los derivados de los alimentos como un sin número de frutas como la banana, ananás, naranjas o manzana o del maíz o soja. También fibras que nacen a partir de proteínas lácteas”, suma.
Aunque obviamente este cambio de paradigma no toca sólo a los materiales, sino que debe enraizarse en la médula del modo actual de consumo. Las necesidades insatisfechas o angustias que intentan resolverse renovando el guardarropas. Y batallar contra la obsolescencia programada que nos propone el mercado. Esto es la decisión de pagar quizás más por menos: consumir menos cantidad pero calidad que asegure la sostenibilidad de las prendas en el tiempo.
¿Difícil innovar y ser respetuoso al mismo tiempo? “Para nada. De hecho si no hay innovación sustentable, ¿qué clase de innovación es esa?. Año a año, nosotros con nuestra propuesta buscamos dar con marcas, diseñadores, productores e industriales que busquen generar mayores impactos desde distintos ámbitos. ¿Cuántos somos actualmente? Ocho millones de personas. Necesitamos respuestas para todos ellos. Basta ver los aterradores cambios climáticos que estamos viviendo. Este invierno aún no nevó en Berlín y no creemos que suceda. Necesitamos desarrollos tecnológicos para un mundo mejor, necesitamos soluciones, no más problemas”, remata Gilgenmann.