Cuando el ministro de Cultura Tristán Bauer dijo hace unos días que el Teatro Nacional Cervantes era uno de los “mayores problemas” que heredó de la gestión anterior, era bastante previsible que iba a ocurrir lo que terminó pasando este viernes: la renuncia de su ahora ex director, Alejandro Tantanian. En el marco de una reunión “cordial” entre ambos, el funcionario saliente le entregó al titular de la cartera una carta que esgrimía motivos “estrictamente personales”. Se refería al conflicto que mantuvo con les trabajadores del teatro, que en los últimos meses realizaron medidas de fuerza que paralizaron la actividad teatral por lo que consideraban “manejos y maltratos” por parte de su administración. “Entendí que lo mejor era dar un paso al costado para que el teatro volviera a funcionar, que es lo que sin dudas tiene que pasar”, dijo anoche el teatrista a Página/12. También confirmó que “no tendré problemas” en coordinar una transición con quien asuma en los próximos días la dirección.
Tantanian había llegado al único teatro nacional de la Argentina por propuesta de Enrique Avogadro, hoy ministro de Cultura porteño, en ese entonces número 2 (y antítesis) del ministro Pablo Avelluto. Al momento de su designación dijo a este diario que el ofrecimiento lo “sorprendió muchísimo”, ya que su relación con esa institución era “de distancia, de algo ajeno, como creador y también como espectador”. El tiro por elevación iba para la programación y la política de sus antecesores, Rubens Correa y Claudio Gallardou, de quienes se diferenció desde el principio: incluso puso como condición para asumir el cargo que la cartera de cultura lo autorizara a darle al teatro “un nuevo perfil”.
Sí que se lo dio. Durante sus tres años de gestión (que arrancó en 2017, un tiempo considerable después de la asunción de Cambiemos) le cambió por completo la cara al Cervantes y le imprimió una estética nueva y distintiva con puestas como La terquedad, La vida extraordinaria y Tadeys, Tiestes y Atreo, entre otras. Además apostó a directores jóvenes y sumó distintas iniciativas más que interesantes, como los ciclos de conferencias performáticas y los laboratorios de creación. Toda esa gestión fue valorada por un grupo de artistas de renombre que hace poco, pidiendo su continuidad, firmaron una solicitada que decía que “frente a un contexto de retracción de la presencia del Estado en el incentivo de las políticas culturales, el Teatro Cervantes es un oasis en el que la comunidad artística y el público encontraron un espacio de identidad y pertenencia, configurando un horizonte posible en la construcción de un proyecto cultural dinámico, diverso y democrático”.
Pero el rechazo de los trabajadores organizados fue más fuerte e hizo que el propio Bauer admitiera su valoración positiva de la labor artística de Tantanian, pero su duda por la “crisis profunda, integral y compleja” que se dio durante su gestión. Es que la escalada del conflicto había llegado a tal punto, que provocó incluso que tres obras en cartel no pudieran concluir sus temporadas y que se suspendieran dos acciones performáticas y una reposición (la de una obra del propio Tantanian, algo que también había generado más de un resquemor entre quienes consideran poco ético estrenar en el teatro del cual se es además director).
Si bien todavía no trascendieron detalles, este diario pudo saber que la idea de Bauer es que la nueva dirección lleve adelante la programación que el funcionario saliente dejó diseñada para 2020. Pero al cierre de esta edición, si bien se barajaban varios nombres para suceder a Tantanian, todavía no había habido ninguna confirmación. ¿Será finalmente el Cervantes dirigido por una mujer, algo que no ocurrió nunca en su historia?