El economista Sergio Arelovich, coordinador del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) y asesor de la Federación de trabajadores del complejo oleaginoso, hace años sigue la trama de las multinacionales del mercado agroexportador.
Explica que "en su balance Vicentín declara cuatro juicios de Afip por tres problemas diferentes. Dos son por ajuste de precios de referencia con los que se concertaron operaciones comerciales. Esto es porque Afip, en función de los precios internacionales vigentes, le dice "no te creo lo que pusiste en la declaración jurada" y hace una nueva estimación y por tanto define cuánto más tiene que pagar por impuesto a las Ganancias. En un tercer litigio Afip le demanda haber calculado en menos de 28 millones de dólares los derechos de exportación que pagó. Y el último es por reclamos de los períodos 2012 y 2013 por no haber liquidado las divisas correspondientes fruto de sus ventas al exterior".
—¿Estos mecanismos son propios de Vicentín?
—Si abrís los balances de todas las multi agroexportadoras vas a encontrar el mismo tipo de demandas de Afip.
—¿Por qué pone en duda que el problema de Vicentín sea el "stress financiero" que aduce?
—Como no tenemos acceso a los balances de todas las empresas que controla en el exterior, ni sabemos si las que declara son todas, entonces la duda es si el stress financiero corresponde a cuestiones de lo que hace Vicentín en territorio nacional o también lo que hace afuera.
—¿Cómo sería?
—En sus papeles Vicentín hace mucho hincapié en la asociación estratégica con Glencore. Yo no sabría decir hasta dónde es Vicentín y dónde empieza Glencore. El caso claro es Renova. Vicentín creó una empresa en Paraguay que es dueña del 16% del capital de Renova. Entonces, como se trata de una empresa extranjera, reclama que cuando se repartan utilidades se los giren a Paraguay, por lo tanto le permite apropiarse de moneda extranjera sin pasar por las restricciones cambiarias y sacarla al exterior.
—También tiene controladas en Madrid y Uruguay.
—Por ejemplo Vicentín Madrid, no hay ninguna empresa, es una oficina que no tengo duda que está ahí para aprovechar la administración off shore de Gibraltar.
—¿Esta operativa para dejar divisas en el exterior puede estar dificultando las respuestas que demandan los acreedores hoy?
—Probablemente sí. Es posible que padezca stress financiero en el corto plazo, pero la pregunta es por qué: si es por los problemas del país, por la administración de la empresa o si tienen mucho dinero afuera y no lo quieren traer y presentan una falencia interna para no nacionalizar. Una de las cosas que detectó Afip es que no liquidaron divisas de exportación. Evidentemente ese dinero está afuera. En que la gastan o por qué no la traen no lo sé.
—Usted explica que la trama corporativa y la operatoria es similar a cualquier multinacional de origen extranjero. ¿Da lo mismo entonces que Vicentín sea local o no?
—No digo que sea lo mismo, que sea nacional o extranjera, pero en la forma de operativización y la estructura corporativa y en el efecto que provocan con lo que resuelven, por ejemplo en el manejo de las divisas que tiene mucha incidencia en el país, no hay diferencias.