En un nuevo capítulo de la saga de los Sussexes, como son llamados ahora Enrique y Meghan, la Reina ha confirmado en un reciente comunicado que ambos dejarán de recibir apoyo financiero de la Corona, así como perderán sus títulos de Su Alteza Real y dejarán de representar a Su Majestad. También deberán devolver los gastos que ocasionaron con la remodelación de Frogmore Cottage, aunque seguirá siendo su residencia en sus estadías en el Reino. Isabel II reitera que continuarán siendo parte de la familia, y menciona su agradecimiento a ambos por lo que han hecho por la Corona.
Para los que no siguieron de cerca el culebrón real, la semana pasada los duques de Sussex Enrique y Meghan estuvieron en el ojo del ciclón mediático tras lanzar la noticia bomba en el Reino Unido con la noticia de su decisión de apartarse de sus roles como miembros de la realeza y encaminar su vida hacia ser autosuficientes económicamente. Ni mencionar que el proyecto implica radicarse gran parte del año en Canadá. Esta saga que fue sin duda un cimbronazo para la monarquía británica no termina todavía.
El mensaje de la Reina fue en principio una aceptación a regañadientes de la realidad (¡los chicos se quieren ir!). El personal que asesora a la Reina estuvo y sigue trabajando día y noche para concretar detalles en temas financieros, políticos y nada menos que el prestigio real.
La veterana monarca, con su estilo business as usual, continuó sus hábitos, y ha sido vista bien abrigada mientras manejaba su camioneta de vuelta de una cacería que seguramente le habrá ayudado a mantener su flema inglesa.
Mientras tanto Enrique y Meghan también se mostraron ocupados, aunque separados por el Atlántico. Enrique asistió a eventos relacionados con el Campeonato de Rugby 2021, sonriente y bromista como si nada estuviera pasando y Meghan se puso en contacto con dos entidades de caridad canadienses. Sin embargo, la cobertura mediática de la sonriente Meghan reuniéndose con sus amistades canadienses refleja una animosidad hacia esta duquesa que luce feliz mientras que los tabloides, cito The Sun, menciona que se la ha oído decir que "dejo 4.500 millas atrás a una familia tóxica" “sin importarle el caos que ella ha causado en el Reino”.
La hermana de Meghan, Samantha, la acusa en el tabloide The Daily Express de “ser la que ha motivado esta ruptura con la familia Real. Mientras todo fue fabuloso para ella, no hubo problema, pero cuando se comenzaron a criticar sus gastos y sus rupturas con el protocolo, ya todo cambió para ella.”
De hecho, una se comienza a preguntar si estos comentarios que proliferaron esta semana en torno a Meghan no son un indicador de una hostilidad latente que siempre existió a la idea de que el popular Enrique se casara con una plebeya estadounidense que rompía el molde de la siempre perfecta Kate, la esposa de Guillermo, que será la futura reina. Esta corresponsal que escribe esta vez desde Manchester, una ciudad menos próspera que Londres, comparte una mesa común de una cafetería repleta de estudiantes charlatanes. Al contarles en voz alta de qué va lo que escribe, recibe comentarios tales como ‘hay que reconocer que aunque no parece, hay xenofobia en este país”, y una joven salta con “¿xenofobia o racismo?”.
Esta reciente noticia que no menciona en absoluto el tema de la seguridad para Enrique y su familia, promete un domingo de especulaciones y teorías sobre la decisión real que algunos ya comienzan a comentar como un castigo ejemplar.