Tucanes se balancean en la copa de árboles en plazas y jardines urbanos, el canto de ranas y sapos nos sorprende en fechas tan tempranas como agosto y los molestos mosquitos comienzan a zumbar en lugares que antes ni lo hubiéramos imaginado. Todos están aquí como consecuencia directa de la crisis climática, que aunque en respuesta a procesos todavía poco estudiados y no tan claros, han permitido que especies de climas tropicales extiendan sus áreas de distribución hacia el sur incluso para establecerse en áreas urbanas de pueblos y ciudades.
Quizás los que más nos llamaron la atención en estos últimos años fueron los tucanes (Ramphastos toco) que comenzaron a ser una vista frecuente en todos lados. Esta especie asociada a los montes más espesos del norte de la provincia en realidad siempre frecuentó ambientes modificados por el hombre aunque en menores latitudes como Orán o Tartagal. Estos visitantes tan llamativos recién llegados podrían indicar efectos del cambio que sufren los bosques nativos por el avance de la frontera agrícola y el consecuente cambio en clima o, como deberíamos llamarlo correctamente, la emergencia ambiental. Aunque muchas otras especies de aves residentes están aumentando en número gracias a los inviernos más suaves y la consecuente mayor disponibilidad de su alimento traducido en frutos, granos e insectos.
Pero no solo las aves responden a estos cambios, muchos otros vertebrados como anfibios o mamíferos cambiaron su biología, con consecuencias impredecibles dado el escaso conocimiento sobre su ecología e historia natural (cuando la ciencia es desfinanciada ocurre esto, pero eso es otra historia). Otro grupo de organismos que responde a estos cambios son los artrópodos, entonces observamos que alacranes, moscas y mosquitos se mantienen activos durante mucho más tiempo.
Todo esto suena anecdótico y trivial, pero si el clima se modifica aún más diferentes eventos climáticos se harán más frecuentes y extremos, como sequías, tormentas e inundaciones, la realidad inevitablemente comenzará a golpear, y todas las especies comenzarán a declinar, y recuerden que eso nos incluye a los humanos. La disminución de muchas especies también podría acelerarse por un aumento en las poblaciones de parásitos y enfermedades, que florecen en climas más cálidos.
Hasta no hace mucho escuchábamos como algo muy lejano decir “salvemos el planeta para nuestros hijos”, pero ahora no solo esta afirmación es más real, sino que si las predicciones sobre la crisis ambiental se hacen realidad, las consecuencias no solo la vivirán nuestros hijos sino también nosotros.
Entonces, por mucho que disfrutemos viendo tucanes en las plazas urbanas, tenemos que pensar lo que esto realmente significa, una advertencia sobre las consecuencias de un mal uso y manejo del ambiente. Un alerta sobre los resultados impredecibles que generan las malas políticas que promueven un supuesto desarrollo económico a cambio de hipotecar el bienestar actual y futuro. Mi temor es que estos visitantes no sean algo para celebrar, sino un fenómeno para advertirnos de un desastre inminente de nuestra propia extinción.