El secretario especial de Cultura brasileño Roberto Alvim que citó en público un discurso del ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels no era un improvisado en el área que le confió el presidente Jair Bolsonaro. El mismo que lo designó en el cargo y lo echó apenas dos meses después. Es más, su obra como dramaturgo y director de teatro lo convierte en un tapado que acaso mantenía oculta su verdadera identidad política hasta que usó una parte del mensaje que dio el alto funcionario hitleriano en 1933.
El hombre que habló de “una nueva civilización brasileña” ganó muchos premios en su país y hasta adaptó la novela Leche derramada de Chico Buarque, el cantautor y ácido crítico del mandatario ultraderechista. También tradujo textos de autores como Esquilo, Shakespeare, Ibsen, Pinter y Beckett. Incluso pasó por la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina, para dar un seminario sobre Estrategias de construcción en la dramaturgia contemporánea.
Su parafraseo de Goebbels provocó el escándalo que terminó con su breve estadía en el gobierno del militar ultraderechista. Lo puso en aprietos porque la comunidad judía brasileña le pidió la renuncia de su funcionario. El gobierno de Israel de Benjamín Netanyahu es un aliado estratégico de Bolsonaro. Un video donde aparecía Alvim citando pensamientos del ministro más emblemático de Hitler y con música de fondo de Wagner – el preferido de los nazis – fue demasiado. El objetivo de la filmación había sido presentar el Premio de las Artes brasileño dotado con 20 millones de reales para los ganadores de todo el país.
Quienes analizaron el discurso parsimonioso del exsecretario de Cultura sostienen que se basó en otro de Goebbels. Un pronunciamiento a los directores de teatro alemanes en los años 30 y en pleno ascenso del nazismo al poder. Sus palabras están citadas en el libro Goebbels, la biografía del autor Peter Longerich: “El arte alemán en la próxima década será heroico, será férreamente romántico, será objetivo y libre sin sentimentalismo, será nacional con ‘pathos’ e igualmente imperativo y vinculante, o entonces no será nada”. Alvim readecuó ese pensamiento: “El arte brasileño de la próxima década será heroico y será nacional. Será dotado de gran capacidad de compromiso emocional y será igualmente imperativo, vinculado a aspiraciones urgentes de nuestro pueblo o entonces no será nada”.
El copy paste del director de teatro provocó que el propio Bolsonaro lo excluyera de su gobierno. El funcionario estaba al frente de una secretaría que era ministerio antes de que el militar llegara a la presidencia. “Fue un pronunciamiento infeliz” señaló y para justificar la salida de su colaborador comentó que “aunque se haya disculpado, se volvió insostenible su permanencia”. El ex capitán del ejército que llegó al Planalto en Brasil en enero de 2019 dijo en un comunicado que repudiaba “las ideologías totalitarias y genocidas” y se preocupó por no quedar en offside ante la colectividad judía: “Manifestamos además nuestro total e ilimitado apoyo a la comunidad judaica, de la que somos amigos y compartimos valores en común”, afirmó el presidente.
La situación provocada por Alvim se da cuando en el país vecino el propio Bolsonaro mostró su malestar por el éxito que ha tenido del documental de la directora brasileña Petra Costa, Democracia em Vertigem, emitido por Netflix bajo el título Al filo de la democracia. La película es candidata al Premio Oscar en la especialidad y trata sobre el proceso de Impeachment a la ex presidenta Dilma Rousseff en 2016.
¿Qué llevó a un reconocido dramaturgo brasileño a decir lo que dijo después de haber dirigido, por ejemplo, a la obra Kiev, de Sergio Blanco, un autor uruguayo que brinda tributo a El jardín de los cerezos, de Chéjov y tiene un pensamiento completamente distinto al de Alvim? Solo el exfuncionario podría explicarlo, aunque el contexto no lo favorece. Tampoco que haya aceptado un cargo en el gobierno de un ultraderechista que reivindicó a la dictadura militar de su país en la persona de su más famoso torturador, el coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra. Uno de sus primeros actos de gobierno fue el de recibir a la viuda del represor, a cuya memoria juró durante el proceso de destitución de Rousseff cuando era diputado.
En el currículum que presentó Alvim como secretario de Estado se señala que es “director, dramaturgo y profesor de artes escénicas. Graduado en Artes Escénicas en CAL (Casa das Artes de Laranjeiras – Río de Janeiro), ha trabajado profesionalmente durante 29 años, después de haber escrito y dirigido cien espectáculos teatrales, representados en Brasil y en Francia, Alemania, Bélgica, Suiza, Argentina y México”.
Dos veces es mencionado nuestro país en su CV. Porque más adelante agrega que “enseñó Dirección, Dramaturgia e Historia del Teatro en instituciones como la Universidad de Córdoba (Argentina), Escola Livre de Teatro (SP), Casa das Artes de Laranjeiras (RJ), SP Theatre School, además de haber impartido docenas de talleres, conferencias. y talleres en Brasil y en el extranjero”. Su paso por la capital cordobesa fue en 2006. La obra de Alvim es citada en el libro Latidos urbanos, Nueva dramaturgia brasileña, de la licenciada en Letras Daniela Bobbio. En una reseña de la editorial Comunicarte que lo publicó en 2007, se lee: “Los textos dramáticos seleccionados y traducidos por Daniela Bobbio al español, nos dan la oportunidad de conocer a cuatro autores que han sido consagrados entre los principales exponentes de la nova dramaturgia carioca y paulista: Mário Bortolotto, Aimar Labaki, Roberto Alvim y Camilo Pellegrini”.
Alvim, el director de teatro que evocó a Goebbels con palabras como “la cultura es la base de la patria y cuando la cultura se enferma el pueblo se enferma también y es por eso que el gobierno quiere una cultura dinámica que tenga raíz en la nobleza de los mitos fundadores de Brasil”, estaba en el cargo desde noviembre pasado. La Confederación Israelita de Brasil (Conib) consideró “inaceptable” su discurso y lo despidió con un lapidario mensaje: “Emular la visión del ministro de Propaganda nazi de Hitler, Joseph Goebbles, es un guiño tenebroso de su visión de la cultura y debe ser combatido y contenido”.