Las petroleras apuntan contra la producción de biocombustibles en la pelea por los precios en surtidor. En respuesta al pedido del Gobierno de un plan viable para actualizar los valores, las refinadoras llevarán a la próxima reunión una propuesta para reducir o eliminar los cortes en naftas y diésel con derivados de la soja y el maíz. Desde las empresas del sector petrolero aseguran que hace diez años, cuando se implementó el esquema de cortes para el biocombustible, el precio del crudo superaba los 100 dólares. Hoy, remarcan, con un barril a 60 dólares, el corte lo encarece más que si se refinara solo crudo. En este sentido prepararon un documento en el que aseguran que el Estado perdió de recaudar 6000 millones de dólares en exportaciones del grano o en aceite sin industrializar. Los productores de biocombustibles contestan que, por el contrario, el país dejó de importar 27.000 millones de dólares por el desarrollo de esta industria.
A partir de una política de quita de subsidios, que se coronó en setiembre de 2017 con una desregulación hidrocarburífera, el precio del combustible se disparó un 289,6 por ciento (según INDEC) en cuatro años. El esquema de liberalización total de precios explica que el salto se haya concentrado en la última etapa del macrismo, retroalimentando una inflación que era también fogoneada por saltos devaluatorios y ajuste de tarifas de los servicios públicos. La semana pasada el presidente Alberto Fernández les adelantó que presentará una nueva ley de hidrocarburos, pero les solicitó una propuesta de actualización de precios sobre la cual trabajar hasta que se apruebe la iniciativa. Mientras tanto regirá el congelamiento. Esto reabrió la disputa entre petrolera y productores de biocombustibles.
Primarización
La apuesta en los biocombustibles en la Argentina, con hincapié en el biodiesel, fue una de las actividades que mejores réditos había exhibido hasta el 2015, agregando valor a la cadena agropecuaria. También aportaba sustentabilidad a la elaboración de combustibles, porque se hacen con materia prima renovable (caña de azúcar, maíz y soja). Desde el sector petrolero advierten que cuando se potenció su desarrollo (en 2008) el precio del crudo promediaba los 94,1 dólares el barril, para luego saltar a casi 112 dólares en 2012. La incorporación de biocombustibles permitía una disminución de precios de los combustibles.
Pero la reducción del precio de los hidrocarburos (en 2016 el precio promedio del barril fue de 26 dólares y en lo que va de 2019 promedia los 64), conjuntamente con la aumento relativo en el costo de los biocombustibles, cambió esa ecuación. “La vigencia del régimen promocional a lo largo de prácticamente 15 años tuvo un costo significativo, tanto en términos fiscales como en la generación de divisas. La vigencia del régimen y el aumento progresivo en el corte con biocombustibles implicó una pérdida de recursos fiscales por unos 6000 millones de dólares”, advierte el informe de una de las refinadoras que está en la mesa de negociación.
El argumento de estas empresas es que el precio del biodiesel desde fines de 2014 es superior al de diesel a la salida de las refinadoras y mayor a la paridad de importación del gasoil. Por el contrario, el precio de exportación del aceite de soja (insumo que representa el 90,4 por ciento de la composición del biodiesel, el resto es metanol) fue en los últimos nueve años mayor al precio de importación del gasoil sustituido, por lo que la incorporación de biodiesel producido localmente no habría resultado en un ahorro de divisas.
Industrialización
Los productores de biocombustibles rechazan la idea primarizadora de las petroleras y niegan que la industrialización para el corte genere costo fiscal o esté exento de impuestos. Según un comunicado de la Liga Bioenergética, el “sector permitió evitar importaciones por más de 27.000 millones de dólares en los últimos diez años”. Actualmente, el sector opera a la mitad de su capacidad por los elevados costos que enfrenta y los combustibles actualmente se despachan con un corte mínimo –o ninguno—a la salida del surtidor.
Los cortes vigentes son de 12 por ciento para las naftas y del 10 por ciento para el diésel. La capacidad instalada de biodiesel en el país es superior a los 4,5 millones de toneladas anuales, pero el sector opera al 50 por ciento de capacidad instalada. Esta situación mantiene en riesgo a unos 10.000 puestos de trabajo en las diez provincias productoras (Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, San Luis, Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán, Jujuy y Salta).
“La industria de los biocombustibles no está subsidiada, al contrario de otras industrias que necesitan que les garanticen mejores precios que los fijados internacionalmente para hacer inversiones en Argentina”, señala el documento, con un tiro por elevación a las petroleras, que también reclaman un precio sostén para el crudo que venden a las refinadoras para el mercado interno.
“Volver al sistema de exportación primaria del poroto de soja o grano de maíz, además de ser anacrónico, constituye desconocer la importancia del agregado de valor en origen, ya que el país posee el complejo agroexportador más grande y eficiente del mundo que debe ser aprovechado con un desarrollo industrial que aumente los empleos calificados y las inversiones”, concluyeron desde la Liga.