El FBI norteamericano se ofreció en 2016 a hacer una pericia sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, ofrecimiento que se le cursó a la entonces jueza de la causa Fabiana Palmaghini. La agencia de Estados Unidos, de hecho, se proponía hacer lo que un año mas tarde hizo la Gendarmería. La iniciativa, muy poco conocida hasta ahora, fue rechazada, pero resultan interesantes los argumentos del fiscal, Eduardo Rosende, quien sostuvo que "el ofrecimiento no tiene especificaciones" y que más bien el FBI debía colaborar en enviar la información requerida, sobre las cuentas de correo y los movimientos bancarios de Nisman. Página/12 publicó el sábado pasado que ni el FBI ni el Departamento de Justicia entregaron todavía, a cinco años, el contenido de los mails que tal vez Nisman recibió o envió en la mañana del 18 de enero de 2015, cuando ingresó a su cuenta de Yahoo y no se sabe qué hizo. Un rato más tarde se produjo su muerte.
Pocos recuerdan que después de las maniobras que se hicieron para que la causa Nisman pasara a Comodoro Py, la Cámara de Casación porteña revocó la decisión de enviar el expediente al edificio de Retiro y todo volvió a la fiscalía de Viviana Fein. Pero en ese momento, la fiscal ya se había jubilado, de manera que durante tres meses el expediente estuvo a cargo de Rosende, que encabezaba la fiscalía consecutiva a la de Fein. Meses más tarde pasó en forma definitiva al juzgado federal de Julián Ercolini, tras un sorteo fraudulento en el que había salido sorteado Sebastián Casanello y adujeron que hubo un problema en el sistema. La pantalla se puso en negro y por arte de magia la causa quedó en manos de uno de los dos magistrados más alineados con el macrismo, quien delegó la investigación en un fiscal igualmente alineado con la Casa Rosada, Eduardo Taiano.
En esos tres meses de 2016, más precisamente en agosto, se produjo la oferta del FBI de hacer los estudios criminalísticos de la causa de Nisman. El fiscal Rosende contestó que sería muy bueno conseguir el respaldo internacional, sin embargo argumentó que "no puedo soslayar que nada se ha materializado en cuanto a los términos y alcances de dicha colaboración. Así, estimo que no existe ninguna propuesta concreta ni elemento que me lleve a sostener la utilidad de esa intervención, teniendo en cuenta que esa colaboración solo podría atender a cuestiones exclusivas desde el punto de vista forense. Entonces, desde esa óptica, no aparece apropiado brindar acceso a las actuaciones a un organismo foráneo sin que se especifique que cuestiones podrían ser introducidas al expediente que excedan los recursos materiales y profesionales en cualesquiera de las disciplinas forenses que deben aquí utilizarse (médicas, psicológicas, criminalísticas, informáticas, etcs.)".
En otras palabras, Rosende señaló que no debía darse acceso irrestricto al FBI, y por lo tanto a las autoridades norteamericanas, de algo tan delicado como el expediente Nisman, más todavía si no precisaban en forma exacta qué harían.
Pero a continuación agregó en su escrito del 6 de septiembre de 2016: "debo sí recordar, lo necesario que resultaría obtener la colaboración internacional en materia penal ya solicitada a los Estados Unidos de Norteamérica en cuestiones específicas, concretas y verdaderamente simples, que tienen por objetivo contar con información de vital relevancia para el proceso".
En otras palabras, que antes de ofrecer una pericia, el FBI y el Departamento de Justicia, debían responder a lo que se les venía preguntando desde hacía más de un año y medio:
*Qué ocurrió con el ingreso de Nisman a su casilla de [email protected] en la mañana del 18 de enero de 2015. En su computadora se verifica que entró, pero es como ingresar a un túnel: no se ven los movimientos, si recibió mails o si los mandó. ¿Recibió algún correo intimidatorio? ¿mandó un mail diciendo que iba a tomar una decisión? ¿le indicó a alguien qué cajas de seguridad había que vaciar?
*Pero también se le preguntó al FBI sobre la casilla de correo asociada a su cuenta en el Merryl Linch de Nueva York. La pericia informática dice que hubo movimientos en esa cuenta, sólo durante 2014, de 1.600.000 dólares. Y el organismo antilavado señaló que había un saldo de 660.000 dólares, que debía ser investigado "por coimas". En la cuenta de correo asociada a la cuenta bancaria hubo ingresos el 13 de enero de 2015; el 14, el 15 y el 16. O sea que Nisman, que durante meses no había entrado a ver sus saldos, desde que volvió de Europa se fijó todos los días que pasaba en la cuenta.
El FBI y el Departamento de Justicia nunca contestaron y no lo hicieron hasta la actualidad. El delegado del FBI en la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires citó a Fein y le pidió que explicara cuál era el pedido y la fiscal le reiteró con toda claridad que lo que buscaba era la información de las dos cuentas de correo, la personal de yahoo --que también manejaba desde la computadora en la fiscalía-- y la asociada al banco Merrill Lynch. Nunca hubo respuesta.
Una de las explicaciones podría ser que Nisman cobró del propio FBI, a raíz de una investigación sobre la supuesta penetración iraní en América Latina y un complot --instigado por el FBI-- en el que terminaron presos un par de homeless norteamericanos a los que se les adjudicó que pretendían realizar un atentado en el aeropuerto JF Kennedy de Nueva York. Una mirada a aquel expediente deja el olor a que un agente del FBI juntó a los homeless y les habló falsamente de realizar un atentado. En esa causa presentaron un documento, en el que involucraron a clérigos islámicos de Guyana, supuestamente acaudillados por Mohsen Rabbani. En el Congreso de Estados Unidos sostuvieron que la información provino de Nisman. Y la sospecha es que se pagó por ese trabajo, según afirmó el periodista Facundo Pastor en su libro Nisman, crimen o suicidio, héroe o espía.
En cualquier caso, los cables de Wikileaks, transcriptos en el libro de Santiago O'Donnell, confirman el fuerte vínculo de Nisman con la Embajada y el gobierno de Estados Unidos. Tal vez eso explique las no--respuestas. Ante el ocultamiento del contenido de los mails, con toda lógica, Rosende dictaminó que no correspondía poner la información de la causa en manos norteamericanas, si ni siquiera habían contestado, en un año y medio al pedido sobre las casillas de mails.
A esta altura, no se sabe si el fiscal tuvo en cuenta el antecedente del FBI en la Argentina: la provincia de Córdoba recurrió a la colaboración de la agencia de investigaciones norteamericana para esclarecer el caso del asesinato de Nora Dalmasso. El FBI tardó 17 meses en enviar sus conclusiones, que se agregaron a la causa de Río Cuarto en 2011. Nueve años después, en este 2020, el caso sigue sin esclarecerse.