Desde Caracas
La gira internacional de Juan Guaidó volvió a encender las expectativas de los sectores golpistas dentro de Venezuela. La serie de fotografía, primero con el presidente de Colombia, Iván Duque, y luego con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, y el encargado para el caso venezolano, Elliott Abrams, volvieron a mostrar a un Guaidó con fuerte respaldo internacional.
Su salida del país se dio en uno de sus peores momentos, marcado por la pérdida de la presidencia de la Asamblea Nacional (AN), la incapacidad para generar movilizaciones, y la poca credibilidad ante su base social debido a sus anuncios/promesas que no se hicieron realidad luego de casi un año de su autoproclamación.
La construcción de una escenografía de apoyo internacional fue entonces una bocanada de oxígeno político en una situación de dificultad sostenida. La gira fue montada para mostrar su reconocimiento como presidente encargado por parte de varios gobiernos, posicionarlo por unos días en un pedestal sobre el cual ya no estaba parado en los últimos meses.
La agenda, organizada por el gobierno norteamericano, tuvo dos objetivos: en primer lugar, mostrarlo desde Colombia, plataforma central de operaciones de desestabilización contra Venezuela, para, desde allí, acusar al gobierno de Maduro de ser cómplice con la organización Hezbollah que, afirmó Pompeo, estaría en Venezuela.
En segundo lugar, conducirlo a Europa, tanto a Gran Bretaña, donde ya se ha reunido con el ministro de relaciones exteriores, Dominic Raab, como al Foro de Davos y a un encuentro con Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para asuntos exteriores.
La gira en Europa obedece a las declaraciones realizadas en varias oportunidades por el gobierno norteamericano que ha sostenido que la Unión Europea no hacía todo lo que podría hacer para aislar al gobierno venezolano. Llevar a Guaidó a puntos determinantes del mapa europeo parece será así una estrategia para lograr mayores apoyos diplomático y medidas, por ejemplo, de bloqueo económico.
Las imágenes de Guaidó se complementaron a su vez con el anuncio de la realización de ejercicios conjuntos en Colombia entre el Comando Sur estadounidense y las Fuerzas Armadas colombianas entre el 23 y 29. El ejercicio contará con 75 paracaidistas y 40 miembros del ejército norteamericano que harán ejercicios aerotransportados.
La noticia del Comando Sur y la gira de Guaidó volvieron a alimentar la expectativa golpista e intervencionista de sectores de derecha venezolana en un contexto donde, en paralelo a la debilidad de Guaidó, se ha consolidado un sector de oposición venezolana representado en la AN presidida por Luis Parra y en la Mesa Nacional de Diálogo donde participa el gobierno y sectores opositores.
El avance de esa oposición tiene dentro de su agenda debatir y acordar, junto con el gobierno, la modificación de la actual conformación del Consejo Nacional Electoral (CNE) de cara a las elecciones legislativas previstas para el 2020.
La postura norteamericana respecto a esa hoja de ruta se ha mantenido en el mismo punto: no reconocerán a la AN presidida por Parra, tampoco al CNE que emerja producto de un acuerdo y, en consecuencia, desconocerán el llamado a las elecciones, su realización y resultado. EE.UU. sostiene que la solución pasa por la conformación de un gobierno de transición, es decir, la salida de Maduro del poder, para, desde allí convocar a elecciones.
La gira de Guaidó es así una respuesta al avance de la oposición que no responde directamente a EE.UU., es decir la posibilidad cada vez más cercana de que tenga lugar el escenario electoral trabajado por el gobierno desde el año pasado en vista de la contienda prevista para este año.
Se trata de una iniciativa para volver a darle rango presidencial a Guaidó en países aliados, consolidar la diplomacia del gobierno paralelo, mostrar que continúa siendo la apuesta norteamericana en Venezuela.
Los anuncios respecto a qué medidas serán tomadas por parte de Washington han sido, sin embargo, pocos. Pompeo no se refirió a nuevos pasos por fuera de los ya conocidos como los ataques económicos, y dejó libre curso a la especulación de la derecha venezolana que pide abiertamente una intervención acerca qué podría intentar el gobierno norteamericano.
Los próximos días darán mayores indicios de posibles resultados concretos del recorrido de Guaidó. Su regreso será un nuevo momento de intento de construcción de un hecho político por parte de la oposición. En la oportunidad anterior, cuando cruzó a Colombia en febrero de la mano con el grupo paramilitar Los Rastrojos, su regreso había ocurrido por el aeropuerto internacional sin incidente alguno.