Con una adhesión que los gremios estimaron muy alta -Ctera habló del 95 por ciento en las escuelas públicas, Sadop del 75 por ciento en las privadas-, el paro docente se hizo sentir en todo el país. La primera jornada de la huelga de 48 horas puso en la calle, frente al ministerio de Educación, a 70 mil personas, y postergó el inicio de las clases en 22 provincias. Fue una respuesta nacional a la intención del gobierno de eliminar la paritaria federal que, desde 2008, fijaba el piso salarial de los maestros. Durante la jornada, el presidente Mauricio Macri inauguró el ciclo lectivo en una escuela de Jujuy, provincia en la que también hubo un panorama de aulas vacías y acusó a los dirigentes de “elegir el oportunismo”. Los sindicatos advirtieron que si sigue negándose a convocar la paritaria, “dentro de pocos días” habrá una nueva huelga de dos días.
El conflicto docente venía anunciándose desde diciembre, cuando el ministro Esteban Bullrich convocó a los dirigentes de los cinco sindicatos con representación nacional para comunicarles que en 2017 no llamaría a la paritaria federal; atravesó todo el verano entre pedidos de audiencia que no tuvieron respuesta y la atención desplazada a la provincia de Buenos Aires –como un tema a definir entre la gobernadora María Eugenia Vidal y el titular del Suteba, Roberto Baradel–, y desembocó, finalmente, en la medida de fuerza de ayer.
Sería muy lejano a lo real decir que el gobierno no pudo evitar “un inicio de clases sin conflicto”. El paro estaba cantado y lo que se ponía en juego ayer era su potencia. Y con ella, la llegada que lograría o no el planteo de los gremios.
La huelga sumó a los estatales de Ctera, UDA, CEA, los privados del Sadop y los técnicos de AMET. Como además tuvo la adhesión de los profesores universitarios, afectó al dictado de clases en todos los niveles.
“Lo que pedimos es que cumplan con la ley”, dijo la titular de Ctera, Sonia Alesso, frente al Palacio Pizzurno. “La Ley de Financiamiento Educativo dice que el gobierno nacional debe convocar a los cinco gremios nacionales a la paritaria nacional para discutir salarios y el fondo compensador”.
“El neoliberalismo quiere volver a dividir nuestro salario en 24 distritos, como ya lo hizo en los 90”, dijo Mario Almirón, de Sadop.
La CGT subió a uno de sus secretarios generales, Carlos Acuña, al escenario del acto. “No sólo los docentes están sufriendo los atropellos de este gobierno, sino que lo están sufriendo todos los trabajadores del país”, dijo el dirigente, a horas de la marcha cegetista al Ministerio de la Producción. “Paro general”, fue interrumpido varias veces desde la plaza por los manifestantes. Acuña aseguró que va a haberlo.
Ofensiva oficial
El presidente Mauricio Macri también dijo lo suyo: que los docentes hace una década que paran, “con resultado cero”.
Macri inauguró las clases en una humilde escuela de localidad jujeña de Volcán, acompañado por Gerardo Morales. Como gesto político, mostrarse en día de conflicto como el de ayer junto al gobernador que tiene presa a Milagro Sala fue más que elocuente.
En su discurso, llamó a la “unión de todos los argentinos” y criticó la huelga sin aludir a sus motivos, o más bien como si no los tuviera. Por ejemplo, pidió a los docentes ir “por el camino de sentarnos en una mesa a dialogar”, cuando lo que reclaman es que abra la paritaria.
“Lamento que muchos hayan vuelto a elegir el oportunismo a través del paro. Llevan décadas de paro, ¿y cuál ha sido el resultado? Cero. Ese camino lo hemos explorado y no funcionó”, advirtió. La declaración podría ser una frase más del marketing político del PRO; sino fuera porque borra la historia que está detrás de paro y lo sostiene. La paritaria que hoy está en peligro de desaparición fue conseguida con esa década –larga– de movilizaciones, carpa docente y extendidos conflictos provinciales.
El presidente se mostró, finalmente, preocupado por el bienestar de los maestros. “Sin ustedes no podemos hacer nada”, dijo. “Necesitamos que se sientan acompañados, cuidados, con herramientas para los desafíos del siglo XXI. Tenemos que darles las herramientas para que puedan generar ese camino para los chicos” (ver página 5).
En la paritaria nacional se fija, o se fijaba hasta el año pasado, el salario inicial de los maestros de todo el país. Como parte de esta negociación, el estado nacional acordaba a su vez con las provincias de menores recursos qué fondos mandarles para poder pagarlo, y establecía el monto del Fondo de Incentivo Docente, una suma que va directamente al sueldo de los maestros, para todos en la misma cantidad (en la actualidad, por ejemplo el Fonid es de 1200 pesos).
Junto con la no convocatoria de la paritaria, la Nación recortó el Fondo de Incentivo Docente, calculado para este año en 20.000 millones de pesos, y decidió ir reduciendo el Fondo Compensador que reciben las siete provincias más complicadas. Esa partida fue de casi 1800 millones de pesos el año pasado. La intención del equipo económico es recortarla un 25 por ciento por año, hasta hacerla desaparecer en 2019.
Entre los argumentos con los que Cambiemos defiende su decisión de eliminar la paritaria nacional está el enganche del salario inicial docente al salario básico. Desde mayo de 2016, cada vez que el básico sube, el inicial docente también, hasta quedar un 20 por ciento por encima.
Los gremios replican que esta cláusula solucionó un problema, porque con la inflación el piso docente quedaba debajo de lo que marca la ley, pero no reemplaza a la paritaria.
La paritaria nacional es así un ámbito de discusión para que los salarios no dependan de la situación financiera de cada gobernación, como pasó luego de que durante la gestión de Carlos Menem, las escuelas fueron traspasadas a las provincias, pero sin los fondos correspondientes para pagar los sueldos. Hoy las provincias destinan, en promedio, alrededor del 20 por ciento de sus ingresos a pagar los sueldos docentes. Sin el colchón que otorgaba la paritaria nacional, los sindicatos anticipan una vuelta a la disparidad de ingresos: los distritos con recursos recompondrán los sueldos y las provincias pobres darán lo que puedan.
Por otro lado, el reclamo por la paritaria excede el tema salarial, ya que hay otros temas que se quedan sin ámbito “de diálogo” de no ser convocada: la formación docente –el plan de capacitación docente gratuito firmado en el ámbito de la paritaria federal tras la asunción del macrismo fue recortado–, la continuidad de los programas socioeducativos, donde los maestros trabajan contratados, la construcción de escuelas, la definición de los contenidos educativos básicos para todo el país.
Entre movilizaciones y nuevas medidas
Mirando el mapa del país, el inicio de las clases quedó postergado en casi todas las provincias. Se sintió fuerte en el territorio bonaerense, la Capital Federal, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Catamarca, Chaco, Santa Cruz, Río Negro, Tierra del Fuego. Como sucede en los paros, los niveles de adhesión son motivo de controversia. La gobernación bonaerense admitió que la medida tuvo acatamiento en el conurbano, pero sostuvo que en el interior de la provincia tuvo “relativa significación”. En Mendoza, el gobernador Alfredo Cornejo aseguró que paro fue “un fracaso”. El índice de acatamiento también fue puesto en cuestión por las gobernación de Jujuy. En Mendoza, la medida de fuerza fue dispar, hubo clases en la mayoría de las escuelas de Santiago del Estero (allí fue firmado un acuerdo del 20 por ciento) y San Luis, provincia que otorgó un 38 por ciento de aumento.
En el resto, las paritarias provinciales son una olla a presión. Sin el colchón de la negociación nacional, gremios y gobernadores se ven empujados a jugar más fuerte. Se multiplican, por ejemplo, las advertencias de descuento de los días no trabajados –aunque el paro sea un derecho constitucional– y hay gremios, como en Entre Ríos y Santa Cruz, que extendieron por un día más los paros, llevándolos a 72 horas.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, que ayer tomó la voz del gobierno en el conflicto, aseguró que en la mitad del país ya hay acuerdos avanzados: doce provincias, remarcó, “siguieron el camino del diálogo y esperemos que se puede llegar lo más rápido posible en las otras doce”. Lo cierto es que el tope del 18 por ciento que el gobierno nacional quiere ponerle a las negociaciones se ha movido en casos contados.
Hoy, en el segundo día de paro, los docentes se sumarán a la movilización cegetista. El miércoles se hace el paro internacional de mujeres, al que la Ctera adhirió. El inicio de las clases empezaría a normalizarse así sobre el jueves, aunque no hay que perder de vista que, distrito por distrito, cada gremio deberá ir dando su pelea. En el esquema del plan de lucha votado a nivel nacional, la semana próxima será de debate en las provincias. Por último, está abierto el llamado al nuevo paro nacional de 48 horas, que se concretaría en la tercer semana de marzo.