En su primer libro, Mariela Varone (Buenos Aires, 1973) reúne diez cuentos breves y otro, el que da título al volumen, que adopta la forma de una ficción más extensa al unir distintos tiempos y ámbitos en la vida de una joven. Aunque en su mayoría están protagonizados por mujeres de las clases populares, donde no abundan los recursos materiales y el peligro acecha bajo máscaras bien sabidas, en casi todos los cuentos se comparte el anhelo expresado en un verso de Gabriela Mistral: “Todas íbamos a ser reinas”. Sobre ese uso del pasado, que alude a una promesa cuyo plazo ha vencido tiempo atrás, se apoyan las tramas de los relatos. Muchas veces, el reconocimiento de la falsa realidad en que se ha vivido viene acompañado de dosis de violencia; por eso, a diferencia de cierta literatura reivindicativa de los derechos de las mujeres, no hay heroínas inmunes en los cuentos de La santa, sino (en el mejor de los casos) víctimas que, para abandonar ese lugar, deben tomar la palabra.
Tampoco es casual que uno de los recursos favoritos de la autora sea contar la historia a través de un diálogo entre mujeres: hasta un punto, mientras el caso se reconstruye por boca de una de ellas, sabemos lo mismo que la otra. “¿Se acabó la historia? No sé si tanto. De hecho estás acá, pagando por lo que hiciste y, por lo que sé, vas a estar mucho tiempo más”, le dice la doctora Liberman a María Teresa, alias “la Santa”, acusada de asesinar a su madre y a un amante indeseable. El milagro se produce cuando el caso policial muestra su reverso literario. “A la hora de editar el libro, traté de reunir relatos que tuvieran una temática en común y me di cuenta de que, sin que fuera intencional, muchos tenían protagonistas femeninas que sufrían en forma callada algún tipo de violencia –dice Varone-. No fueron escritos a partir de una consigna feminista, simplemente fue una temática que siempre formó parte de mi escritura, porque me atravesó, me atraviesa por diversas vivencias personales y encuentra, en este momento, lectores receptivos”. En cuentos como “Los de barro” y “Señales” no solo se representa la violencia de género (social, doméstica, sexual o psicológica), sino además la situación de impotencia de las protagonistas. “Ese padecimiento silencioso, la incapacidad de decir, la mordaza impuesta por la sociedad patriarcal que, por suerte, poco a poco nos vamos quitando –agrega la autora-. Siento que darles voz, a partir de los relatos, a estos personajes que han sido violentados y amordazados es un modo de aportar”.
Más allá de la denuncia del patriarcado, en los relatos se hacen visibles otros escenarios y se escuchan voces de personajes de universos poco representados por la literatura actual. “La casa de Guadalupe es como todas las de la zona, a medio construir, mitad ladrillo a la vista y mitad revoque, partes del techo con membrana y algunas chapas, una ventana tapiada con madera, materiales de construcción amontonados a un costado de la entrada, dos perros, un gato y varios nenitos entrando y saliendo a la corridas junto con los retos de algún adulto, como cualquiera de las del barrio”, se lee en “Guadalupe” (junto con “Los de barro” y “La santa”, éste es uno de los cuentos más logrados del volumen). Cualquier contexto, incluso el más familiar, se puede convertir en el teatro de un drama.
“Vengo de una familia que tuvo que pasar momentos difíciles, especialmente durante mi adolescencia, final de la primavera alfonsinista, donde peligraba el techo y escaseaba la comida –dice Varone-. Y si bien no llegué a vivir en una villa de emergencia, me vinculé con la pobreza muy de cerca, con gente de bajos recursos de la ciudad y el conurbano bonaerense. Algunos vivían en asentamientos como el viejo albergue Warnes o Fuerte Apache. Esto determinó mi empatía hacia las clases sociales marginadas”. Una autora por conocer, publicada por la editorial independiente con sede en Boedo que rinde tributo al álter ego femenino de César Tiempo.
La santa
Mariela Varone
92 páginas
Clara Beter Ediciones