Las aguas del río Bermejo, que atraviesan la difícil geografía del departamento Rivadavia, desbordan su cauce todos los años. En esta época rebalsan ambas riberas, la costa ubicada en la conocida como Banda Sur y la de la Banda Norte, las dos comprendidas en el extenso departamento Rivadavia. Los desbordes dejan aislados a parajes donde viven grupos de familias que durante el año criaron ganado menor. La producción, siempre a pequeña escala, la venden o intercambian por mercadería en el pueblo más cercano. Antes de que los atrape la creciente se abastecen de lo que pudieron obtener, o de los bolsones que reparten la provincia o el municipio en medio de la emergencia. No hay demasiada suerte con los animales; la humedad y los aislamientos terminan provocando el deceso de gran parte de ellos. El agua es la que se saca de los pozos (en caso de contar con uno). O se cosecha de las lluvias (si hay sistema de recolección y cisterna, con el que cuentan solo algunas familias). La que queda, de última, es tomar el agua de la creciente del río, en las cañadas y madrejones, con todo lo que ello puede acarrear.
Esta realidad fue descripta por César Bravo, miembro del Sistema de Alerta Proadapt y del comité operativo de la Municipalidad de Coronel Juan Solá, más conocido como Morillo, cabecera de Rivadavia Banda Norte.
“Me conocen como Culay”, cuenta a Salta/12 al agregar que, además de la música, su otra pasión es la pesca. Fue en busca de un lugar para pescar que conoció hace unos ocho años el paraje La Salvación, de Rivadavia Banda Norte. Cuando llegó, por los caminos ingresaba un solo vehículo por vez. “Fui llevando las inquietudes a (l en aquellos años, y ahora también, intendente de Morillo, Gerardo Atta) Gerala".
Se tomó entonces la determinación de abrir más caminos. Hasta el lunes que pasó, junto a una empresa de Tucumán, Bravo hizo el recorrido por los parajes. Desde junio pasado, por gestión del gobierno nacional anterior, habían empezado a colocar unos 190 paneles solares a distintos beneficiarios de los parajes. En un video que filmó Bravo con su celular, se ve a la camioneta 4X4 al otro extremo del agua de la creciente, sobre un camino despejado. “Menos mal que la sacamos a tiempo. Si no, hasta junio no iban a poder llevarla”, advirtió.
Por puente aéreo
La creciente llegó para quedarse el lunes pasado a las 17.30. A partir de ese momento, desde hace seis años se eligieron algunos lugares de aterrizajes en zonas altas para dejar los módulos alimentarios.
Uno de esos parajes es el de La Salvación. Allí se dejan 70 bolsones para repartir dos por familia. Se indica cuáles son los beneficiarios y cada quien debe firmar. Llegan las familias del paraje donde aterriza la mercadería, además de San Nicolás, La Fortaleza, El Acheral, La Vertiente y El Yuchanal. Suman 35 familias en la actualidad, pero cada tanto el número se va agrandando porque algunos jóvenes se casan y se mudan a su propia casa.
En el paraje La Paloma, a unos 5 kilómetros de La Salvación, hay otro punto de aterrizaje. Allí se dejan 48 bolsones para 24 familias.
Estas son las primeras acciones. Pero, por la experiencia de haber vivido crecidas del río, se sabe que en algunos días más las aguas aislarán a otras familias hasta alcanzar a más de 630 que están en la costa del Bermejo.
Según el sistema de alerta Proadapt, ya había alerta roja por la crecida dado que la cantidad de agua que se veía era superior a la que ya llegó (y aisló a algunas familias), en Rivadavia. “Se estiman desbordes mayores entre el viernes y el fin de semana”, prevé el alerta.
“Si van al pueblo no van a hacer nada”
Cada módulo trae un kilo de arroz, de azúcar, de sémola y de harina; medio kilogramo de yerba, dos puré de tomate, y un litro de aceite. “Se abastece a medida que el Gobierno baja los bolsones y del tiempo que dure el agua en los caminos”, dijo Bravo. Estimó que con suerte, cada bolsón alcanza una o dos semanas a cada familia.
Bravo apreció que, una vez que los negocios de Morillo estén acondicionados con la tecnología necesaria, los pobladores podría utilizar la Tarjeta Alimentar (en caso de que sean beneficiarios). Pero para ello deben viajar unos 60 kilómetros. Durante las crecidas, en algunos casos salen en moto y la dejan en un extremo seco (dadoo que el anegamiento es por partes). Caminan entre cuatro y seis kilómetros por el agua, con el riesgo de ser mordidos por víboras o incluso yacarés. Una vez del otro lado, deben conseguir comida y combustible para volverse parte a pie por el agua y luego retomando el viaje en moto.
Algunos aún esperan poder acceder a cisternas para cosechar el agua de lluvia. Hay una bomba de agua en la escuela de La Salvación. Pero al parecer no pueden ocuparla con frecuencia.
En medio de todas estas dificultades cuesta entender por qué se quedan en un lugar como en el que están. “Ellos dicen que su vida es eso. Ellos saben que si van al pueblo no van a poder criar vacas o chivos. Se adaptaron y prefieren hacer eso, las tareas de campo que es lo que conocen, a no hacer nada”, explica Bravo.
Una trafic y chalanas, arrastradas
Agua arriba, en el límite entre Argentina y Bolivia, frente al pueblo argentino de Aguas Blancas, una abrupta crecida del río Bermejo arrastró chalanas y una camioneta tipo trafic, según información que difundió hoy Radio Cadena NOA, de Orán, que citó a su vez a fuentes de Gendarmería Nacional y de la Policía de Salta.
La alerta de crecida se dio a las 20 de ayer. Sin embargo, fue tan rápida que no dio tiempo a retirar las chalanas del cauce y las arrastró hasta que una isla ubicada aguas abajo les hizo de contención natural y de ahí fueron recuperadas.
Más abajo, a la altura de la finca Villagrán, un lugar de paso de bagayeros, el paso del agua se llevó una trafic Renault que estaba muy cerca de la costa del río y pertenecía a un transportista de lonas.