El mercado impone su valor. Funciona como un macro sistema de dominación que ejerce opresión entre géneros y clases derivando en un microsistema de violencias institucionales, culturales y económicas rebotando en cada unx de nosotrxs y que terminamos, en muchas oportunidades, reproduciendo.
Para el mercado los cuerpos son objeto de consumo y no de deseo. Entonces nos pone un valor según nuestra clase socio-cultural, económica, color de piel, lugar de residencia, nivel de educación, por lo que algunxs cuerpos terminan cotizando más que otros.
Para lograr esto el mercado necesita de una matriz que lo sostenga, por lo que terminamos insertos en una sociedad capitalista, patriarcal y colonial, la cual legitima la explotación de una clase sobre otra. Estas tres hélices de nuestra sociedad (capitalista, patriarcal y colonial) van de la mano porque se sustentan en la asimetría, en las jerarquías sociales, es decir, en las diferencias que producen desigualdades.
La matriz patriarcal capitalista sostiene el heterosexismo y lo reproduce a modo de explotación y ejercicio de poder porque es un modo de obtener ganancia. Son varios los ejemplos que dan cuenta de esta opresión, el fundamental núcleo se da en el trabajo doméstico y el reproductivo (“tarea privada y exclusiva responsabilidad de las mujeres”, dice Silvia Federici). De aquí deriva el valor que se establece entre tiempo y dinero, pareciera que el tiempo de ellos vale más que el nuestro. Por lo que las mujeres y las disidencias nos vemos en la necesidad de achicar la brecha de las desigualdades que el mismo sistema capitalista patriarcal genera.
Años de dominación masculina que generaron la opresión que se ejerció y se ejerce sobre las mujeres y las disidencias llevaron a la organización de una resistencia que visibiliza y denuncia estás prácticas. Por ejemplo, la primera movilización llevada a cabo en junio de 2015 contra los femicidios bajo la consigna #Ni Una Menos y al año siguiente, 2016, bajo la consigna #¡Ni Una Menos, Vivas nos queremos!; el hashtag #MiraCómoNosPonemos en diciembre de 2018 que denunció la agresión y el acoso sexual, a raíz de las acusaciones de abuso sexual y violación contra el actor Juan Darthés realizadas por la actriz Thelma Fardin, que antecedió el hashtag #MeToo en octubre del 2017, a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine y ejecutivo Harvey Weinstein. El paro de mujeres el 8 de marzo de 2017 que puso en escena las luchas anteriores, los escraches y la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que existe desde el 2005.
Estos movimientos sociales restituyen ese lazo social que el mismo sistema capitalista destruye, en la medida que son los cuerpos los que marchan, se tocan, se roza, saltan, bailan, gritan y festejan. Las movilizaciones son la potencia de los cuerpos y eso las vuelven anticapitalistas. El gran desafío es que estas luchas no sean absorbidas por el sistema, sino que sigan generando la tensión necesaria para que se vayan produciendo cambios diarios y concretos.
*Psicoanalista y escritora.