Una investigación internacional en la que participan un científico y una científica de Argentina muestra que la desnutrición de mujeres embarazadas infectadas con el virus de Zika está relacionada con la malformación fetal conocida como síndrome congénito de Zika (SCZ). Los resultados ayudan a comprender de qué manera los factores socioambientales pueden ser determinantes a la hora de desarrollar esta enfermedad prenatal. El artículo científico en el que se da cuenta de esta investigación (“Congenital Zika syndrome is associated with maternal protein malnutrition”) fue publicado recientemente en la revista Science Advances. La primera autora de este trabajo es la doctora Jimena Barbeito Andrés, una científica argentina que integra la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (EnyS, Conicet-Hospital El Cruce-Universidad Nacional Arturo Jauretche). El texto cuenta con la firma de una veintena de investigadores/as de diferentes universidades brasileñas, de la Universidad de Harvard (EE.UU.), la Universidad de Oxford (Inglaterra) y la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).
A finales de 2015 hubo un brote grave del virus de Zika en Sudamérica que fue seguido por un fuerte aumento de casos de microcefalia primaria, un trastorno cerebral poco frecuente que se presenta al nacer. Hoy se sabe que la microcefalia es una de las características del SCZ.
Al igual que otras enfermedades infecciosas como sífilis, toxoplasmosis y rubéola, la infección por Zika durante el embarazo conduce a malformaciones en el feto en algunas de las madres afectadas. Aproximadamente del 6 al 12% de los embarazos infectados resultarán en SCZ, pero su distribución en poblaciones humanas es asimétrico. En Brasil, que es donde se reportaron aproximadamente el 95% de todos los casos de SCZ y donde el virus afectó severamente a varios estados, la mayoría de casos de SCZ (cerca del 75%) se dio en los grupos sociales más desfavorecidos económicamente de la región del nordeste. Las estadísticas epidemiológicas incluso mostraron que en las comunidades de esa región el virus de Zika relacionado con microcefalia fue más frecuente en las áreas más pobres.
Para examinar experimentalmente esta relación epidemiológica, se utilizaron ratas preñadas que fueron sometidas a desnutrición e infectadas con una cepa brasileña del virus de Zika. En el artículo científico se señala que la combinación de restricción de proteínas e infección conduce a alteraciones severas de la estructura placentaria y del crecimiento embrionario, lo que muestra una reducción en la neurogénesis del feto y del tamaño cerebral postnatal. Por lo que, sugieren los/as autores/as, es probable que los cofactores, como la desnutrición, jueguen un papel clave en la modulación de la gravedad de la infección por el virus y el nivel de desarrollo discapacidad mental. De esta manera la investigación suma evidencia para entender que la nutrición puede ser un factor importante para explicar la desigualdad del impacto de enfermedades infecciosas como el Zika que resultan de relevancia para la salud pública.
Barbeito Andrés es licenciada en Antropología por la Universidad Nacional de La Plata y se doctoró en Ciencias Naturales en la misma universidad. Se dedica a investigar la influencia de la restricción nutricional materna sobre distintos aspectos del desarrollo del cerebro. Realizó estadías postdoctorales en la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil, y en la Universidad de Calgary, Canadá. En diálogo con PáginaI12 ofrece detalles sobre su investigación.
--Usted comenzó a pergeñar esta investigación en 2016, cuando se registraron los índices más altos del síndrome congénito de Zika en Brasil. ¿El disparador del trabajo fue el cruce de datos epidemiológicos del síndrome con los de desnutrición?
--La idea de la investigación comenzó en abril 2016 a raíz de un viaje que hice a la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil). En ese momento, fui a aprender algunas técnicas de laboratorio para aplicar a mi proyecto de postdoctorado que tenía como foco entender ciertos aspectos del efecto de la malnutrición materna sobre el desarrollo del cerebro. Durante mi visita, conocí a Patricia Garcez (otra de las autoras principales del artículo de Science Advances), quien acababa de publicar en Science uno de los primeros trabajos donde mostraban experimentalmente que el virus de Zika infectaba las células progenitoras del sistema nervioso central y las alteraba hasta inducir su muerte. En ese momento se había dado un estallido en las repercusiones de la epidemia de Zika, y la demostración experimental de esa relación dio herramientas muy claras a los gestores de la salud y a los médicos al demostrar que efectivamente el Zika representaba un peligro para las mujeres embarazadas. Entonces, Patricia me cuenta su gran preocupación por entender por qué la mayoría de los casos de microcefalia asociada a la infección con Zika habían ocurrido en el Nordeste de Brasil. Ahí empezamos a pensar en vincular lo que yo venía trabajando en temas de malnutrición y desarrollo con sus líneas de Zika para preguntarnos específicamente si la nutrición podía explicarnos algo de esa distribución asimétrica de casos. Diría que el disparador fue la interacción de nuestro grupo con investigadores de Brasil, especialmente con Patricia, que ya tenían en la cabeza el problema de la concentración de casos de SCZ en algunas regiones.
--¿Qué agrega la investigación experimental en laboratorio?
--Muchísimo. El trabajo experimental nos permitió proponer explicaciones a nivel celular sobre cómo se estaban produciendo las alteraciones del desarrollo que observábamos cuando se relacionaba la restricción proteica con la infección congénita. Por ejemplo, conocer en qué partes, en qué poblaciones celulares el Zika encuentra un blanco para la infección en los embriones y en las placentas. También nos permitió conocer qué genes en el cerebro de los embriones se "prendían" o "apagaban" más, y eso nos da indicios de cuáles pueden ser los procesos del desarrollo que están siendo alterados.
--¿Cuál es la próxima fase de la investigación?
--Este trabajo se abre hacia varias direcciones. El grupo de investigación que yo integro en la ENyS tiene como principal interés conocer el impacto de diferentes factores ambientales sobre el desarrollo del cerebro. Y el desarrollo del cerebro de los mamíferos, incluyendo los ratones que se usan en modelos experimentales, continúa más allá del nacimiento. Entonces una de las partes que quedó vacante en este trabajo es conocer qué pasa en la vida postnatal más avanzada cuando la infección congénita está acompañada de desnutrición. En los últimos tiempos varios trabajos mostraron que en muchos casos en los que se diagnostican en principio malformaciones asociadas a SCZ, las consecuencias adversas de la infección congénita empiezan a verse pasado un tiempo del nacimiento. Esto complejiza mucho más el problema. Por otra parte, el grupo de la Universidad Federal de Río de Janeiro que participó de este trabajo está analizando otros posibles cofactores que incidan en la aparición y la gravedad del SCZ, como por ejemplo toxinas en el agua.