Andrés Oppenheimer, el analista argentino--norteamericano que escribe desde Miami, publicó este martes una de sus habituales notas en el diario La Nación. Esta vez se mete de lleno en el caso Nisman
y exhibe esencialmente ignorancia sobre la causa, pero no es una ignorancia que cae hacia uno u otro lado alternativamente, sino una ignorancia que sirve a su alineamiento con Washington.
El rastro de la pólvora
* Oppenheimer vuelve con el tema de los rastros en las manos. Es un debate terminado. Como estableció el laboratorio de Salta, en las manos de Nisman había "partículas consistentes con disparo de armas de fuego". No eran características porque faltaba uno de los tres rastros, pero las otras alternativas eran que el fiscal haya manipulado justo antes de su muerte pirotecnia o una pistola para la construcción. Es notorio que Nisman ni manipuló pirotecnia ni estuvo en la construcción. O sea que está claro que disparó, pero la política --incluyendo a Oppenheimer-- viene hace cinco años tratando de manipular las evidencias.
Los guardaespaldas
* "Los guardaespaldas desaparecieron misteriosamente", dice Oppenheimer. Los custodios no tenían responsabilidad cuando Nisman estaba en su departamento, sólo eran custodia de tránsito, cuando iba de un lado a otro. Pero, además, el fiscal los había citado para las 11 de la mañana del domingo, como todos los domingos. Y a esa hora Nisman ya estaba muerto. O sea es una venta de humo: no existió la tal desaparición misteriosa.
Las cámaras
* "Algunas cámaras del edificio" no andaban: ¿qué clase de prueba es esa? Había 116 cámaras y no funcionaban 22 o 23 (depende el día)... Pasa en todos los edificios de la Argentina y seguramente en gran parte del mundo. El edificio Le Parc no era el Banco Central. No se ha podido trazar una hipótesis de cómo alguien entró y salió del edificio, menos todavía del departamento y todavía menos que menos del baño, trabada la puerta desde adentro por la cabeza del fiscal, como se ve en el documental de Netflix.
El estado de ánimo
* Nisman no estaba con ánimo suicida, dice Oppenheimer... Es una afirmación discutible al máximo. A Arroyo Salgado le mandó un mensaje de WhatsApp diciendo "estoy hecho mierda". Hacía 48 horas que no salía del departamento y no levantaba las persianas. Pero no tiene importancia como argumento, porque nadie tiene un suicidómetro: la cuestión es objetiva, de pruebas objetivas, reales, sobre el edificio, el departamento, el baño.
Las ansias por testificar
* En la misma línea está la cuestión de que "estaba ansioso por testificar". Los mensajes por WhatsApp demuestran que no estaba ansioso para nada, que tenía muchas dudas de ir al Congreso. Los intercambios son claros: Nisman decía que no podía hablar por el secreto, que no había garantías, y argumentos semejantes. No estaba convencido de ninguna manera. Y de hecho, el sábado a la noche, el PRO --Patricia Bullrich, Laura Alonso y Federico Pinedo-- decidió que Nisman no iría al Congreso, aunque no llegaron a decirle al fiscal.
Ni para un lado ni para otro se podía creer en las palabras de Nisman: la prueba es que le dijo a Arroyo Salgado que se volvía a Buenos Aires porque operaban a su madre, cosa que era mentira. Por eso hay que basarse en los hechos objetivos. En cinco años no encontraron ni un sospechoso, alguien que haya entrado a ese edificio. Ni siquiera tienen una hipótesis.
La autopsia psicológica
* El argumento de la autopsia psicológica es falso. Ese estudio señala que no fue posible hacer la pericia, porque no pudieron tener acceso a fuentes independientes. El estudio dice, al pasar, que no detectaron comportamientos autodestructivos, pese a que la conclusión es que no pudieron hacer el peritaje.... Sin embargo, se presentaron en la causa otras dos autopsias psicológicas y en las dos dice que Nisman tenía potencialidades suicidas. Creo poco en todo eso: ni siquiera lo mencionó el juez en los procesamientos.
La investigación supra-nacional
La jugada de Oppenheimer consiste en darle poder a una investigación supra-nacional y a un peritaje supra-nacional. Yo soy de los que están abiertos a todo: si agrega, mejor. Pero Oppenheimer, ya que está en Miami, podría pedir que el FBI aporte los mails de Nisman del 18 de enero de 2015 a la mañana, el día que apareció su cuerpo, y los movimientos de fondos en el Merril Lynch y su cuenta de e-mail asociada a esa cuenta bancaria. Si, por ejemplo, el 18 a la mañana Nisman recibió un mail amenazante, sería un dato clave. Si anuncia que va a tomar un decisión y que su madre vacíe tal caja de seguridad y tal otra, sería otro dato clave. El FBI también debería develar si le pagaba a Nisman, como sostiene el periodista Facundo Pastor.
Lo más llamativo es que Oppenheimer pide un peritaje internacional pero el fiscal y el juez se han negado sistemáticamente a que se contrasten los estudios del Cuerpo Médico Forense (CMF) y la Policía Federal con el estudio de la Gendarmería. Los gendarmes ni siquiera declararon bajo juramento hasta ahora.
Las pericias
Por ejemplo, la Gendarmería dice que a Nisman le pegaron una tremenda paliza y le fracturaron la nariz. El CMF dice que no hubo paliza ni fractura de la nariz. La Gendarmería dice que lo adormecieron con ketamina mientras que el CMF sostiene que no hubo ketamina ni ninguna otra droga. La Gendarmería sostuvo que hubo tres personas en el baño, mientras que la Junta de Criminalistas, integrada por policías federales, firmó que no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo. La Gendarmería sostiene que a Nisman lo mataron a las 2.46 de la mañana, mientras que el CMF dice que fue a media mañana de aquel domingo. Las diferencias, como se ve, son siderales y estos son apenas algunos de los ejemplos.
El fiscal y el juez le dijeron no a cualquier cotejo de las conclusiones. Esquivan la confrontación entre el CMF --que hace 3 mil autopsias por año y que tuvo el cuerpo delante-- y la Gendarmería --que no hace autopsias y que no accedió al cuerpo--. O entre los policías federales --que estuvieron en el baño en los minutos posteriores al hallazgo del cadáver-- y los gendarmes --que sólo vieron las fotos--.
No es casualidad que Oppenheimer se salteara todo esto. Lo omite, en primer lugar, por ignorancia: no conoce la causa judicial. Pero también por ideología. Su alineamiento con Washington no le permite ver los hechos objetivos. Y las pruebas objetivas indican que no hubo ninguna otra persona en el baño, nadie ingresó en el departamento, no hubo desorden, no hubo pelea, ni rastros defensivos en el cuerpo del fiscal. Y en el documental de Netflix eso quedó bastante claro.