La frase del expresidente de Bolivia, Evo Morales, retumbó con fuerza en el estadio del Club Deportivo Español. "Después de tiempos muy difíciles, el auténtico pueblo boliviano llegó al gobierno. Ahora vamos a recuperar la democracia, ¡y vamos a volver!". Fue un bálsamo para las decenas de miles de bolivianos y bolivianas que pese al calor se acercaron hasta el predio ubicado en el porteño Bajo Flores. Como en un templo religioso, se convocaron para recordar, pero sobre todo agradecer al mandatario depuesto por estos 14 años al frente del Estado Plurinacional de Bolivia. Al igual que cada 22 de enero, Morales dio su informe de gestión presidencial. Por primera vez, debió hacerlo desde Argentina, donde permanece en condición de refugiado. La extensa jornada incluyó un festival del que participaron bandas musicales, artistas autóctonos y conjuntos de danzas típicas. Según informó la Policía Federal asistieron 40,000 personas.
La fiesta empezó alrededor de las tres de la tarde. Sobre las veredas del Bajo Flores, vendedores ambulantes buscaban hacer su agosto vendiendo banderas de Bolivia y de la tradicional wiphala. Militantes y miembros de la comunidad boliviana empezaban a acercarse al predio, todavía en silencio y soportando un sol abrasador.
En las calles se podían ver colgados algunos pasacalles que rezaban "Alberto querido, el pueblo está contigo" seguidos de un "Fuerza Evo". Ya ingresando al estadio se sucedían los puestos de venta de charqui, pollo broaster y salchipapas. Entre olores de platos típicos de Bolivia, un señor de unos 70 años sostenía en el aire un cartel bien artesanal: "Baltasar Garzón, Bolivia te necesita. Justicia para el país". El juez Garzón asumió recientemente la defensa internacional del presidente depuesto.
A las cinco, las tribunas del estadio ya lucían repletas. Militantes de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Partido Comunista (PC) o el Movimiento Evita se repartían distintos sectores de la popular. Y sobre el verde césped, como en un partido de fútbol, se presentaban los verdaderos protagonistas de la tarde: la colectividad boliviana que llegó desde distintos puntos de la ciudad, la provincia y el país. Los bancos de suplentes se convirtieron en tolderías improvisadas donde los más vulnerables se protegían del sol con mantas y banderas.
Una tarqueada, danza autóctona boliviana, llenó el escenario de mujeres de pollera. A metros de distancia, una mujer boliviana llamada María Elena Quispe sostenía un busto de Evo Morales. En la coyuntura actual de Bolivia, no resulta un dato menor. El pasado 13 de enero, el ministro de Deportes del gobierno interino, Milton Navarro, destruyó con una maza y luego retiró un busto del expresidente de un polideportivo ubicado en Cochabamba. "Quisiera que Evo vuelva a Bolivia, pero en este momento corre peligro su vida", comentó Quispe, que llegó de Escobar al Bajo Flores. "Quería ser parte de un día de campaña pero también de fiesta".
La expectativa por ver al expresidente aumentaba al ritmo de la temperatura. La venta de marcianos, helados caseros de fruta envueltos en tubos transparentes, se repetía a cada paso. "¡Jallala Bolivia! ¡Jallala Evo Morales!", se repetía constantemente entre las miles de almas que desbordaron el estadio. Por lo menos tres banderas colgadas sobre el alambrado recordaban al argentino Facundo Molares , joven fotógrafo que permanece detenido en Bolivia desde noviembre pasado.
Cerca del escenario, Raquel Mamani consiguió una silla, que a esa altura del día era un objeto más que codiciado. Mientras se acomodaba, trataba de no perder de vista a su hija de nueve años. Con emoción, Mamani agradeció al presidente "estos 14 años de estabilidad” en Bolivia. "Nunca olvidaremos cómo modernizó a los departamentos. Siempre los anteriores gobiernos decian que Bolivia se estaba muriendo, y el presidente nos volvió a poner de pie", agregó.
Alrededor de las seis llegó el momento más esperado de la tarde. Al ritmo de sikus, charangos y guitarrones, ingresó al escenario el presidente depuesto Evo Morales. Lo acompañó el exvicepresidente Álvaro García Linera y el flamante candidato presidencial del MAS, Luis Arce. A un costado se ubicaron, entre otros, los juristas Eugenio Raúl Zaffaroni y Gustavo Ferreyra, que recientemente fueron presentados como asesores legales
del expresidente.
Antes de escuchar las palabras de Morales, se llevó adelante una ceremonia ancestral, la k'oa, ritual de ofrenda a la Pachamama. Después llegó el único momento de la tarde en que se pudo calmar el bullicio de la cancha de Deportivo Español. Fue durante el minuto de silencio por las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata.
En su discurso el expresidente repasó, como cada 22 de enero, los principales logros de su gobierno y los desafíos a futuro para su fuerza política. "Ha sido necesario generar cambios profundos. Refundamos el país a través de la Asamblea Constituyente y redistribuimos la riqueza. Nacionalizamos los hidrocarburos y nuestras empresas estratégicas. Nos decían: cuando está dentro del suelo, es de los bolivianos. Sale de tierra y ya no es de los bolivianos. Les respondimos: pueden ser dueños pero no patrones", expresó, ganándose una de las mayores ovaciones del día.
"Tenemos hoy la tasa de desempleo más baja de Sudamérica (4,5 por ciento). Bajamos la pobreza extrema del 38 al 15 por ciento. Cerca de 3 millones de personas se sumaron a la clase media", destacó Morales. Las cifras de crecimiento en Bolivia durante sus 14 años de mandato son irrefutables y le valieron la admiración de propios y extraños.
Por fin en el presente, y posicionado de cara a los comicios del próximo tres de mayo, Morales reiteró que en su país hubo un golpe de Estado: "Un golpe al indio y también al litio". Frente a ese panorama, el exmandatario arengó: "Vamos a recuperar la democracia y vamos a volver al gobierno. Con la conciencia y el voto del pueblo boliviano". No hubo tiempo para más. "¡Patria o muerte! ¡Venceremos!", fue el grito de guerra con el que Morales cerró su arenga, y con el que buscará retener el apoyo de los millones de bolivianos que en estos 14 años confiaron en él.
Informe: Guido Vassallo.