Dos mujeres gordas con tres tetas, oscuras como el cielo de la noche de dos lunas que las enmarca. Una tiene un peinado elevado, inmóvil como fijado, lleva un bolso y va completamente desnuda. La otra usa bombacha y lleva un casco de cabeza de pájaro que se extiende en una capa de plumas. Ambas hacen topless y calzan pares de zapatillas desiguales. La pareja es protagonista de una aventura casi silente que recorre un rompecabezas de paisajes post apocalípticos: selva, desierto rocoso, una ciudad inundada y destruida. Estamos en un rapto onírico de Sole Otero, su primer relato sacado de un sueño que ella misma convirtió en una historieta, que fue cambiando de forma y técnica a través de los años, y que ahora se edita con el título de Pangea. Si atendemos a la denominación de “novela gráfica” que se usa innecesariamente para tratar de legitimar la historieta con la literatura, esta sería una “nouvelle gráfica”, de cuarenta y pico de páginas, pero que tiene la capacidad de retratar mundo y personajes con la consistencia suficiente para que podamos hacer una inmersión profunda en sus experiencias. Con Pangea, Sole Otero parece expandirse definitivamente, salir de sus propio estilo, cambiar no solo como experimentación gráfica o para mostrar su versatilidad sino para trazar otros universos visuales y narrativos, apuntar a otros significados y volverse aún más queer. Alejada de la imagen construida en sus últimos tres libros, Poncho fue (2017), Siempre la misma historia (2018) e Intensa (2019), todos dibujados a lápiz y coloreados con una técnica personal que convierte al acrílico en texturas acuareladas, Otero se pega un viaje monocromático en Pangea, de un azul dark y denso, con una historieta que fue redibujada con técnicas digitales. Como ella misma traza en el prólogo, este libro es una historia de mutaciones técnicas a través de los años, pasando del papel a la tablet, de lo analógico a lo digital, una aventura que hace más espesa y queer las peripecias de un relato de un porvenir distópico transitado con riesgo pero sin perder vitalidad que también redefine los libros anteriores de la autora. Ya se sabe, si proyectamos la mutación de manera correcta, el futuro nos hace más queer y modifica y expande nuestra precepción del pasado.
Comunidades amenazadas
Al igual que la alien que protagoniza Intensa, la pareja central de Pangea vive en una comunidad de mujeres amenazadas. Así, esos dos últimos libros de Sole Otero se plantean dos retratos muy distintos de comunidades cerradas de mujeres que hacen foco, con distinto grado de densidad, en quienes ponen en tensión las relaciones entre lo comunitario y lo individual. Son dos narraciones de las diferentes que no solo ponen en crisis el sentimiento comunitario como unificación, sino que además muestran otra dimensión de la experiencia que puede coexistir y no dañar la sociedad que la contiene. En esas historietas, la rebeldía que aparece frente a lo comunitario como mandato colectivo es a veces chistoso, a veces absurdo, a veces una incógnita o una molestia, nunca es mero discurso ni bajada de línea, porque la idea no es aleccionar y menos establecer personajes modélicos, sino enriquecer con la vitalidad de diferencia. La protagonista alien de Intensa, que vive en una comunidad disciplinaria de mujeres, donde debe cumplir una función, desobedece el mandato y termina engendrando un ser hermafrodita. ¿Cómo considerarán a ese nuevo ser las mujeres alien aisladas por posibles ataques de “los machos de la especie y otras amenazas”? Otro cuerpo aparece en escena para generar una incognita, una descomposición de la homogeneidad de esa comunidad sexo-genérica. En Pangea, las mujeres de tres tetas primero perciben como amenaza que las acompañe una enorme pantera negra, tan amenazante como los extraterrestres que las vigilan desde el cielo, pero el transcurso de la aventura, esa criatura se vuelve inesperadamente cómplice y termina formando parte de la “familia”, abriendo la comunidad cerrada. De maneras distintas, la narraciones de Otero terminan abriendo las comunidades homogéneas, incorporando lo extraño como crítica a través de la aventura, del riesgo, de la exploración. Incluso, las protagonistas de Pangea rompen con los rituales fijos de sus compañeras, proponiendo la rebeldía de que el deseo individual tenga lugar sin que esté supeditado a las decisiones colectivas, pero aún así sin que eso moleste o perjudique la fiesta comunitaria. Es una pequeña utopía de Pangea, la sincronización de la satisfacción individual y la colectiva aunque el festejo no sea el mismo, tal vez por eso el título de la historieta nouvelle nombra el momento en que todo el mundo podía existir en un mismo territorio.
Cuerpos desviados
La tapa de Intensa muestra las 17 etapas de la mutación de una alien que se vuelve humanoide, con un erotismo bastante extraterrestre, con tentáculos y organismos unicelulares rodeando la imagen central de un cuerpo mixto y desnudo, con seis tetas del espacio exterior. Hay algo de una suerte de versión paródica de las historietas machistas que explotan el erotismo femenino de chica de tapa, pero también hay una puerta a otras corporalidades, otros placeres marcianos. Las protagonistas gordas de tres tetas de Pangea van en esa misma línea. Si el estudio de las deformidades se llama teratología, lo de Otero es una subrama que podríamos llamar tetatología, el estudio de las tetas monstruosas. Pero lo freak no termina en el cuerpo, se expande todavía más allá. En Pangea, por ejemplo, todas tienen formas de andar muy distintas, no se explica porque algunas van totalmente desnudas, otras cubiertas parcialmente con bombachas o pieles de pájaros o animales. Hay capas de diversidad que comienzan por el cuerpo pero que no terminan allí, que se extienden a los atributos elegidos. En su libro Siempre la misma historia, que son viñetas de humor gráfica de versiones pervertidas de cuentos infantiles, hay un chiste con los 7 enanitos de Blancanieves, donde seis están vestidos iguales con el traje típico y uno aparece a trabajar sin sombrero, con jopo, camisa a cuadros y gafas de marco grueso, un poco hipster y un poco metrosexual, y frente a la mirada de los otros, pregunta “¿Qué?”. Es el diferente, el freak entre freaks, el desviado interrogando la homogeneidad. Otro chiste dibuja a Caperucita, su madre y su abuela, la comunidad de mujeres del cuento de Perrault, que sostienen una pancarta en el bosque que dice “Que nunca más la culpa sea de la que se sintió libre de hablar con un extraño o tomar un atajo”. Ni en el cuerpo ni en los atributos termina todo, porque lo verdaderamente queer está en el hacer, en poder elegir la aventura de lo extraño y el desvío. En eso las historietas de Sole Otero son las esquirlas de una inteligencia visual y conceptual que estalla en líneas sinuosas, titilantes, donde un garabato puede transformarse en arcoiris o un dibujo sensual en una aspereza animal y desafiante.
Pangea de Sole Otero se presenta hoy, viernes 24, a las 20 horas, en Espacio Moebius (Bulnes 658).