Desde Jerusalén
En su última actividad en Israel, el presidente Alberto Fernández ratificó su compromiso de continuar investigando el atentado a la AMIA. “En Argentina somos todos argentinos, no hay diferencias. Han crecido familias judías, a las que siempre quisimos, amamos, y asimilamos como lo que son: argentinos. Por eso siempre nuestro compromiso por conocer la verdad de lo que pasó en la AMIA es absoluto”, definió en su encuentro con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. En un formato atípico, ambos mandatarios hicieron una declaración conjunta antes de la reunión en la residencia del premier. “Quisiera felicitarlo por seguir manteniendo la clasificación de Hezbollah como organización terrorista, como así también por su lucha persistente en pos de la verdad y el esclarecimiento del atentado a la AMIA. Creemos que esto es sumamente importante y valoramos mucho su labor”, le había comentado Netanyahu antes de que se largara un chaparrón que los obligó a detener unos segundos la alocución por el ruido en el toldo plástico. El encuentro a puertas cerradas incluyó una comida con sus respectivas esposas, con lo que se hizo menos formal y más distendido. Allí, comentaría después el Presidente, no se habló ni de la AMIA ni del fiscal Nisman.
Antes de ver a Netanyahu, Fernández fue recibido por el presidente Reuven Rivlin, quien se encargó de saludar personalmente a las comitivas que aceptaron su invitación a participar del Foro Internacional por la Conmemoración del Holocausto. La convocatoria fue un éxito, con casi 50 delegaciones. Desde los funerales de Shimon Peres que Israel no atraía tanta atención del mundo, así que Rivlin tenía razones para estar contento. “Qué honor recibir al presidente del país que le dio al mundo a Maradona y a Messi”, saludó Rivlin a Fernández. Antes, Rivlin había estado con la delegación de Ucrania y con la de Dinamarca, por eso la agenda se atrasó y Fernández demoró su llegada a la residencia de Netanyahu, ubicada a unas cuadras.
Se había creado una leve tensión previa. La Agencia Judía de Noticias había citado supuestas fuentes de la cancillería israelí que aseguraban que Netanyahu plantearía en el encuentro su deseo de que se encontrara a los responsables de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Netanyahu declaró en varias oportunidades su convicción de que se trató de un asesinato. Además, en plena campaña electoral para unos comicios que se le presentan complicados, el tema le podía redituar. Pero, de inmediato, salieron (se entiende que) otras fuentes de la cancillería preocupadas por desmentir el trascendido. En verdad, que Alberto Fernández haya elegido Israel como su primer destino exterior luego de muchos años sin que un presidente argentino pisara el país, debía ser objeto de satisfacción más que de enojos. Por otro lado, Alberto Fernández escribió en la noche previa al encuentro --ya madrugada israelí-- un hilo en Twitter donde planteó su deseo de una solución a la cuestión Palestina, un tema que hasta ese momento había obviado en el viaje. Incluso, tomó por sorpresa a algunos integrantes de la comitiva.
Pero esa posible nube de conflicto se disipó enseguida, en cuanto Fernández pisó la residencia y Netanyahu lo recibió con los brazos abiertos junto a su mujer Sara. El primer ministro les contó la historia de su familia política, con varios muertos en manos de los nazis y un viaje a la Argentina como lugar de refugio. Obviamente, “Bibi” Netanyahu no recordó nada allí --no venía al caso-- de la sentencia que recibió su mujer meses atrás, quien se declaró culpable de haber malversado 100 mil dólares de fondos públicos. Hubo firma del libro de visitas, fotos de recuerdo y una recorrida por la biblioteca del premier. Las dos parejas salieron al jardín de invierno de la residencia, con un toldo plástico transparente y macetas con árboles de quinotos haciendo de escenografía. “Sé que es su primera visita, la primera de muchas, estoy seguro”, comenzó Netanyahu en su inglés de voz gruesa. Ambos mandatarios hablaron de la necesidad de ampliar el vínculo en campos como el comercio, la ciencia y la tecnología. Alberto Fernández recordó el acuerdo de libre comercio entre Israel y el Mercosur, que consideró que se debía profundizar porque estaba muy poco desarrollado.
Fernández comentó luego que en el almuerzo, que se prolongó por casi dos horas, no sé habló de Nisman ni se volvió a mencionar la cuestión del Hezbollah. “Acá hay una correcta percepción de lo que estamos haciendo”, dijo el Presidente respecto de los elogios que le prodigó Netanyahu, uno segundos antes de que se largara la lluvia. “Buenas noticias. Claramente no hay sequía en Israel”, dijo el primer ministro acompañado por la risa de Fernández. El ruido se hizo muy fuerte. “Es Dios hablando”, continuó Netanyahu.
Fernández destacó la importancia de la comunidad judía argentina y de lo doloroso de los atentados. “Fue y es nuestro compromiso. Necesitamos saber qué fue lo que pasó. Por memoria de todos los que murieron allí y todos los que murieron en la Embajada de Israel también. Ese compromiso es inalterable”, remarcó. Sobre la cuestión Palestina, Fernández transmitió durante la comida algo parecido a lo expresado en las redes. Su deseo de que se alcance la paz en base al mandato de las Naciones Unidas que reconoce a los dos Estados. Ofreció colaborar. “Lo que más quisiéramos es que los vecinos vivan sin conflictos”, expresó.
Como hace con todo mandatario extranjero con el que se reúne, y repetirá la semana que viene en su periplo europeo, Alberto Fernández explicó en detalle la situación económica en la que recibió el país y destacó la necesidad de recibir apoyo en las negociaciones que el Gobierno lleva adelante con el FMI. “Toda ayuda que Israel nos pueda dar en ese sentido es bienvenida”, puntualizó.
Fernández elaboró un mensaje encontrando las tragedias pasadas como un punto de unión entre ambos países. El Holocausto y el terrorismo de Estado con su consecuencia de campos clandestinos, torturas y desapariciones. Resaltó que los represores se ensañaban especialmente con las víctimas si eran judías. Y contó la historia de Vera Jarach, integrante de Madres de Plaza de Mayo LF, con quien se encontró en el vuelo hacia Tel Aviv. Vera, recordó, tiene 90 años. En 1939 llegó a la Argentina escapando de los nazis luego de que su abuelo muriera en Auschwitz. En Argentina rearmó su vida, pero en los 70 su hija Franca terminó desaparecida por la dictadura. “La quiero mucho a Vera, en ella se sintetiza la tragedia de la humanidad. Su abuelo muerto en un campo de concentración, llega a la Argentina para rearmar su vida y su hija desaparecida por una dictadura. A todo eso le decimos nunca más”, dijo Fernández. Luego del encuentro se mostró esperanzado de que de ahora en adelante “nos una el futuro, el crecimiento, no sólo las tragedias”.
Contra la expulsión de extranjeros sin condena
Luego de los encuentros con el presidente Reuven Rivlin y con el primer ministro Benjamin Netanyahu, Alberto Fernández y su comitiva emprendieron la vuelta hacia Buenos Aires sin haber realizado ni un recorrido turístico por Jerusalén. Llegarán a la Argenina a las 7 del sábado. La semana que viene el Presidente emprenderá un exigente periplo europeo que arrancará el 31 en El Vaticano y, además de Roma, abarcará Madrid, París y posiblemente Berlín.
Antes de embarcar, Fernández comentó su coincidencia con la idea de derogar el decreto de Mauricio Macri que endureció los controles migratorios y aceleró la expulsión de extranjeros. "Siempre estuve en contra porque soy de la idea que tiene que haber una condena. Esta idea de castigar a la gente sólo por la presunción me parece muy peligrosa. La Argentina ya tiene un régimen, antes de Macri, que un extranjero que delinque debe ser expulsado. Lo que Macri hizo fue autorizar las expulsiones sin condena. Y esto parece muy peligroso porque se puede convertir en un acto de persecución contra alguna población", evaluó Fernández que, sin embargo, dio a entender que la idea de revertir aquella medida todavía no estaba definida. "No lo he hablado con la ministra (Sabina Frederic), cuando vuelva lo hablaremos", completó.