Albert Camus lo definió con solvencia "No es el fin el que justifica los medios, son los medios los que justifican el fin". Cuando a finales de los años 80 Johan Cruyff se subió al "banquillo" del Fútbol Club Barcelona se llevó consigo el espíritu crítico del pensador francés. Decidió ubicar el balón en el centro de la escena y con este principio lleno de obviedad le cambió para siempre el "rostro" futbolístico a todo un país. Hoy en España se juega diferente. Pero no fue siempre así. Los que llegamos en aquellos años al fútbol español debimos asumir conceptos más asociados con la contención que con la creatividad. Demasiados feligreses conversos con la falsa religión de la "Pizarra". 

Sin duda hubo excepciones. El Barça del flaco Menotti y Diego en el 1983-84. Pero en general se destruía mucho y se creaba poco. Hasta que llegó Cruyff y lo cambió todo. El Dream Team se llevó cuatro ligas y una Champions. El acomplejado aficionado "culé" lo entendió todo y ya nada volvió a ser como antes. En el resto de España la transformación futbolística fue mucho más lenta. Como dijo Chomsky: "Lo difícil no es abolir la esclavitud en el marco jurídico, lo realmente difícil es abolir en el intelecto de blancos y negros el sentido existencial de la esclavitud".

Con el éxito de la selección en cuatro años, dos Eurocopas y un Mundial, el aficionado nacional terminó por sucumbir a la idea de que se podía jugar emocionando, admitiendo como proceso irreversible el respeto por el balón. Esa selección fue el Barça en miniatura. Fue heredera de Guardiola. Fue heredera de Cruyff. Se terminó conquistando la península. Treinta años después se sube otro holandés-cántabro al futuro del equipo catalán. Lo conozco bien. Compañeros en el Logroñés, enseguida conectamos por similitudes en el pensamiento futbolístico.

Recuerdo una anécdota que lo describe bien en su percepción de la ética. Unas horas antes del inicio de un partido nos asomamos ambos al terreno de juego. En el círculo central yacían dos enormes coches de bomberos. Sorprendido pregunto "qué paso, se ha quemado algo". La respuesta me la trajo el propio Quique: "Si negro, se ha quemado el fútbol, los enemigos los tenemos dentro". Luego se explicó. Un corte de agua impidió inundar el terreno de juego de Las Gaunas. Nos visitaba un equipo con cierto toque y de zonas áridas. Los bomberos hicieron su trabajo, los dos equipos lo que pudieron.

Hoy Quique Setién se sube a lo más alto del fútbol internacional, se sube con sorpresa. Lo sintetizó con ironía en su presentación: "Ayer estaba mirando las vacas en mi pueblo, hoy dirijo el mejor equipo del mundo". Así lo recuerdo, modesto, cercano e irreductible con el fútbol que emociona. Si Cruyff viviera se alegraría, Camus también.

*Ex futbolista de Unión y Vélez, campeón mundial juvenil en Tokio 1979.