La potencia del comienzo –ese cross a la mandíbula- promete una historia adictiva. “Este país se divide en dos: en los que tienen miedo y en los que tienen rabia. Ustedes, burgueses, son los que tienen miedo. Miedo a perder sus joyas, sus relojes caros, sus celulares. Miedo a que violen a sus hijas. Miedo a que se secuestren a sus hijos. Miedo a que los maten. Viven presos de su miedo. Encerrados en sus autos blindados, sus restaurantes, sus antros, sus estúpidos centros comerciales. Atrincherados. Aterrados. Nosotros vivimos con rabia. Siempre con rabia. Nada poseemos. Nuestras hijas nacen violadas. Nuestros hijos secuestrados. Nacemos sin vida, sin futuro, sin nada. Pero somos libres porque no tenemos miedo”, dice el reo José Cuauhtémoc Huiztlic, sentenciado a cincuenta años de cárcel por homicidio múltiple, en las primeras líneas de Salvar el fuego, del escritor, guionista y cineasta mexicano Guillermo Arriaga, con la que ganó el Premio Alfaguara de novela, dotado de 175.000 dólares y una escultura de Martín Chirino.
El jurado, presidido por el escritor mexicano Juan Villoro, destacó que Salvar el fuego “es una novela polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles”. “El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud. Los distintos planos narrativos tienen como hilo conductor el cuerpo humano, motivo de celebración y expuesto a numerosos excesos”, agregó el jurado, integrado por las escritoras Laura Alcoba (Argentina) y Edurne Portela (España), el periodista y poeta español Antonio Lucas, el librero de La Buena Vida (Madrid), Jesús Rodríguez Trueba, y Pilar Reyes (con voz, pero sin voto), directora editorial de Alfaguara. La novela premiada narra la historia de Marina, una coreógrafa prestigiosa casada, perteneciente a la burguesía mexicana, que se enamora de un hombre que está en la cárcel.
Desde Zaragoza, Coahuila, a veinte kilómetros de la frontera con Estados Unidos, Arriaga contó que Salvar el fuego la escribió durante cuatro años y medio. “La escribí sin saber bien de qué trataba, lo que me pasaba en el día lo iba metiendo en el libro y no tenía claro cuál era el final, cómo lo iba a armar. Al final las piezas se unieron y espero que el lector la lea así”, planteó el guionista de las películas Amores perros, 21 gramos y Babel, que forman una trilogía en la que apostó por la narrativa no lineal y que reflexiona sobre el peso de la vida por encima de la muerte. Para el escritor mexicano –que en una entrevista con Página/12 confesó que para él “escribir es una lucha contra la muerte”- el lenguaje es fundamental. “Todo lo que refleje la condición humana paradójica lo voy armando sobre la marcha; la gran lección que nos dieron (William) Faulkner, (Virginia) Woolf o Juan Rulfo es que las historias nunca son lineales, siempre vamos de un lado a otro”.
Arriaga (Ciudad de México, 13 de marzo de 1958) se define como “un adicto de la escritura” al que le gusta meter el dedo en las paradojas de la condición humana y retratar las contradicciones de un país al que ama profundamente. “Vivimos en un México escindido; la distribución de la riqueza ha sido tan injusta que ha creado dos mundos separados. He visto la desesperación de los campesinos que se quedan sin trabajo. Quería mostrar en la novela estos dos Méxicos tan contrastantes”, explicó el autor de las novelas Escuadrón Guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999) y El salvaje (2016) como también de la colección de cuentos Retorno 201 (2006). “Las instituciones están fallando seriamente en México, especialmente la Justicia. El 99 por ciento de los crímenes en mi país están impunes”, recordó el escritor mexicano.
¿Hay redención en esta novela atravesada por las violencias que engendra la desigualdad? “El amor es la fuerza que termina por salvar el tejido social, sobre todo en sociedades tan desgastadas como la nuestra. El amor en todas sus manifestaciones es una probabilidad de redención –reflexionó Arriaga-. El amor es uno de los temas fundamentales de la literatura y es un tema que me preocupa. Toda mi obra es una reflexión sobre el amor, más que sobre la violencia y la muerte”.