“Todas esas tardes que pensé que por siempre iba a extrañarlas, bajo el lodo oscuro no te puedo ver. Todos esos días que soñé que por siempre iba a guardarlos, ya se me olvidaron para siempre. No recuerdo nada. Pueden ser algunas cosas, pero sin importancia”, canta de fondo Santiago Motorizado, mientras Emilia, el personaje encarnado por Antonella Saldicco, y Julián, representado por Agustín Sullivan, debaten dentro de un auto estacionado en el medio de la Patagonia argentina acerca de las diferencias entre el amor y el enamoramiento. La escena forma parte de la película La muerte no existe y el amor tampoco. Pero el tema titulado “No recuerdo nada”, que contiene todas las cualidades para convertirse en un himno, no se encuentra en ningún disco de El Mató a un Policía Motorizado, el grupo que lidera el músico, sino en la banda de sonido del nuevo e impecable film de Fernando Salem.

Aunque en YouTube circulan algunos temas sueltos y un disco acústico de uno de los máximos cantautores que parió la Argentina en el siglo XXI, subido hace un lustro y con proto versiones de hits de la agrupación platense, la banda de sonido del film estrenado en el Festival de Cine de Mar del Plata sería lo más próximo al primer disco solista del frontman. “A veces pienso en eso”, confiesa Santiago Motorizado, quien se presentará en plan unipersonal el sábado a las 20:30, en Niceto Club (Niceto Vega 5510). “Recuerdo que me perturbaba la idea de que la banda de sonido fuera la primera cosa solista mía que se conociera. En algún momento tuve un ataque en el que me dije: ‘Saco una canción antes y luego saco la banda sonora”. Quería hacerlo en ese orden, pero se me complicó. El tiempo que tenía pensado pata terminar mi disco, lo invertí en la banda sonora, que era un sueño que deseaba cumplir. Se trataba de una oportunidad que no quería dejar pasar”.

Si bien tus canciones son visuales, ¿cómo fue hacer música para algo que ya de por sí lo es?

Me encantó cuando me lo propusieron. Fer (Salem), quien es una persona increíble, relajada, buena onda, amistosa y creativa, ayudó en todo momento. Lo primero que me fascinó de la propuesta fue que él se confesó como fan de El Mató, y eso permitió que cierta búsqueda estuviera definida por esa conexión. Incluso hizo un mapa que usaba canciones de la banda a manera de referencias. Eso me gustó porque encajaban bien con el clima que plantea la película, en especial los temas que se hicieron de La Dinastía Scorpio (2012) para atrás, que son un poco más sucios. En algún punto, fue continuar con esa estética, con algo que había desarrollado en otro tiempo.

-La banda de sonido, que incluye desde tracks de 16 segundos hasta temas de seis minutos, se reparte entre canciones y pasajes incidentales. ¿De qué dependió cada cosa?

-En lo incidental, que fue lo novedoso para mí, le conté al director que estaba más copado con los teclados. Le di como guía el último álbum de la banda, La síntesis O’konor (2017), y le dije que iba a probar con eso. Aunque esperaba algo de la era más guitarrera, para esas escenas me pasó referencias que eran más para un sonido de sintetizadores, por lo que eran menos invasivas y acompañaban cierta situación. Me ayudaron mucho Morita (se refiere a Mora Sánchez Viamonte, su compañera sentimental y tecladista de 107 Faunos), Pipe (Quintans) de los Faunos y Tom (Quintans) de Bestia Bebé. Ellos me hicieron de banda para armar todo. Creamos un leitmotiv para uno de los personajes que acompaña a la protagonista, que es su amiga, en apariciones un poco sobrenaturales o un poco en la mente de ella.

-A través de las canciones de tus discos e incluso de sus tapas te atreviste a concebir un universo épico, lo que está aunado a la muerte o a la trascendencia ¿Cuánto influyó la trama de la película al momento de componer las letras y las músicas?

-La película me pegó bastante. Me conmueve cuando creamos un personaje a partir de nuestra mente. Me hacer acordar un poco al cine norteamericano, que es algo que consumí un montón toda mi vida. Tiene mucho de la banda sonora. Y con esto me refiero a las canciones y no tanto a la música incidental, que hablan de lo que está pasando en la película. Los yanquis tienen un abanico de posibilidades para meter. Siempre van a encontrar una canción de la película que están haciendo, aunque en el cine argentino no pasa tanto eso de que el tema ayude a acompañar narrativamente a la película. Me gustó hacer con ese vacío algo que acá no se ve tanto.

Aparte de su pasión por el Séptimo Arte, lo que no sólo evidencia la banda de sonido de La muerte no existe y el amor tampoco (conformada por 13 tracks), sino también su curaduría para el ciclo de cine Siete películas que debes ver antes de morir, organizado en junio último en la platense Sala Select (incluyó clásicos del tamaño de El día de la marmota, Superbad y Creed), Santiago Motorizado consumó otro deseo en 2019 al asumir el rol de productor en Pero no pasa nada, disco debut de Amaia Romero: ganadora del regreso a la pantalla española (en 2017) del reality Operación Triunfo. “Esas dos cosas ocuparon el tiempo libre que tenía con El Mató para terminar lo mío”, explica el cantautor platense, cuyo repertorio se instaló en el prime time de la nación europea a partir de los covers que la artista pamplonesa (actuará en la venidera edición del Lollapalooza Argentina) tocaba en el piano fuera de las actividades oficiales de la competencia. “No hablamos de grabar ni de nada, sino de conocernos en un viaje a Barcelona. Pero nos llevamos tan bien que se dio que hiciéramos el disco”.

-Entonces, ¿cuándo sacarás tu disco solista?

-Tengo la esperanza de que algún día lo voy a sacar. Para muchos va a ser algo novedoso, mientras que los que me siguen más de cerca seguramente conocerán varias canciones. Espero igualmente agregar algunas nuevas para darle un poco de frescura. No es la situación ideal, pero me las quiero sacar de encima para que no me estén dando vueltas en la cabeza. Es una deuda que no se termina de saldar.

-¿Cómo elegís las canciones que son para tu banda y las que son para tu repertorio unipersonal?

-Se me complica muchas veces, entre comillas, porque lo que más disfruto es de El Mató. Lo tengo claro, por eso no me genera ningún conflicto: estoy haciendo lo que más me gusta. La invitación de Amaia y de la película sucedieron casi en simultáneo. Eso fue más o menos en el verano del año pasado, y justo existía el hueco porque no íbamos a tener más fechas con el grupo hasta este Cosquín Rock. La verdad, fue casualidad porque ese tiempo lo tenía pensado para mi disco. Era un descanso largo y salieron estas dos oportunidades, que me ponen muy contento porque las pude aceptar. En otro momento no podría haberlo hecho. Y son cosas que siempre soñé con hacer: producir algo que no fuera mío, canciones que no fueran mías, y colaborar con otro artista, al igual que realizar la música de una película, considerando además que soy muy cinéfilo. Esta oportunidad se la agradezco. Pero ahora quiero más, viste cómo es. Así que buscaré un nuevo hueco para mi disco.

-A partir del modelo de trabajo que crearon, no sólo demostraste que la autogestión es posible en esta época en el arte, sino que tu impronta musical cautivó a próceres del rock argentino como Fito Páez. O sea que la independencia en el mainstream no se esfumó con la separación de los Redondos. ¿Te hacés cargo?

-Nunca tuvimos enemigos a quien mostrarles nuestra revancha porque nos trataron muy bien en todo momento. Siempre hicimos las cosas de forma muy relajada, sin molestar a nadie y a nuestra manera. Al principio no nos daban bola, pero fuimos creciendo. Aunque todo fue de a poquito. Cada momento de nuestra es historia ha sido de triunfo, que no solemos exteriorizar. Sin embargo, por dentro lo celebramos mucho. Para mí fue histórico cantar con Fito (en el Xirgu), al igual que con Perras on the Beach (en diciembre pasado), que es una súper banda nueva. Que nos tengan en consideración en ese nivel y con ese cariño nos da mucha satisfacción. Y también noto eso de lo de los Redondos, y genera inspiración. Ellos eran tan grandes y tan populares que el tema independiente era difícil de captarlo. Lo que me gusta de El Mató es que genera una cosa más cercana. Llenamos Niceto, luego fuimos a Tecnópolis, hacemos un festival, más tarde tocamos en Malvinas Argentinas y nos nominan a los Grammy. Y todo eso siendo fieles a ese modelo. Eso me provoca mucha satisfacción. Y lo digo sin vergüenza porque me llegan esos mensajes, más allá de la devolución artística. Lo noto no sólo el rock, sino más allá también con los pibes del trap, quienes arrancan de la nada. Por ahí firman, pero lo hacen negociando desde otro lado.

Hace exactamente una década, El Mató a un Policía Motorizado desembarcó por primera vez en Europa, donde se posicionó como el grupo  más influyente y visible del indie concebido en América latina. El festival catalán Primavera Sound, considerado el más importante del mundo, reivindicó semejante construcción al invitar al quinteto a ser parte de su programación del año pasado (casi a último momento) en un escenario erigido para fans y de cuyo show fueron parte Jota (frontman de Los Planetas, el grupo fundamental del indie español), Amaia y Manu Ferrón. “Eso fue tremendo”, recuerda Santiago Motorizado, quien hoy podría representar para los españoles lo que significó previamente para ellos Andrés Calamaro. “Si bien en la Argentina la gente se sorprende cada vez que anunciamos que vamos a Europa, ya vamos por la décima gira. No termina de volver esa información, aunque no me preocupa tanto. Soy feliz con lo que me está pasando. Todo suma a la historia”.

-¿Entonces el idioma ya no es una barrera?

-Aunque no va tanto público anglosajón ni local, más allá de algunos curiosos, los que nos principalmente nos van a ver son latinoamericanos, por eso siempre está tan lleno. Son cosas muy potentes. Luego de ir a Londres en 2018 (show al que asistieron músicos de la banda de Noel Gallagher), el año pasado volvimos a Berlín y a París. Para nuestro recital del febrero próximo en Madrid, que sucederá en una sala como Niceto, se agotaron las entradas un mes antes de que vayamos, así que se anunció una segunda fecha. Y para mí eso es un montón, porque de pronto veo que La Beriso toca en un lugar mucho más pequeño que donde lo haremos nosotros.

-Esta serie de presentaciones coincide con la salida del disco La otra dimensión, conformado por lados B, canciones inéditas y versiones en vivo de La síntesis O’konor.¿Qué lugar ocupa en su discografía?

-La idea era que saliera antes pero se retrasó un poco por las giras. Quisimos sacarlo igual porque es una especie de cierre, donde queda un disco más luminoso, me parece. Jugamos con eso de las versiones porque somos muy fan de Yo La Tengo (grupo de culto del indie estadounidense), quienes suelen hacer el ejercicio no sólo de versionar a otros sino también a ellos mismos, así que generan dos climas muy diferentes de una misma canción. Y eso siempre nos gustó. Cerramos esta etapa y empezamos a pensar en el nuevo disco.

-A pesar de que siempre se te vio detrás del bajo, tanto en su más reciente disco como en su show de diciembre pasado en el microestadio Malvinas Argentinas, también tocaste la guitarra, lo que se tornó en toda una rareza. ¿Seguirás haciéndolo?

-Me gusta mucho, pero lo hago sobre todo en la intimidad, en la sala de ensayo. Cuando les estoy mostrando una canción nueva a los chicos, siempre nace tocarla con la guitarra. Y desde la composición misma: cómo la toco, a partir de dónde la toco. En varias grabaciones toqué la guitarra, pero se trata de un momento íntimo que afuera no se conoce. En el Malvinas fue la primera vez que toqué la guitarra en vivo, al menos para el público local, en un par de canciones que hicimos con Gusti (se refiere a Gustavo Monsalvo, violero del grupo) solos, que fue algo que nunca hicimos y que teníamos ganas de hacer. Es una herramienta más que a mí me entusiasma. La guitarra es algo que me gusta tocar mucho.

-Existe la leyenda urbana que dice que la “K” de La síntesis O’konor alude a tu simpatía al kirchnerismo, porque apareció en pleno macrismo. ¿Es cierto?

-Nunca lo había escuchado (se ríe).

-¿Y cómo ves esta época, al menos política y socialmente?

-Soy optimista por el cambio en sí. La figura de Alberto Fernández me genera un optimismo en lo particular. Es el político ideal para este momento. Si bien al principio me pareció que quería crear un equilibrio demasiado blando, prejuicio previo a que asuma, me pareció luego que las medidas que tomó estaban bien. Tengo confianza en general en que mejorará especialmente la economía, que es un poco la madre de las batallas que hay que dar para que después todo lo demás esté en armonía, tanto lo cultural como lo social. Va muy poquito como para hablar de cambios considerables. Mi optimismo lo veo reflejado mientras que el pesimismo está un poco más aplacado. También estuve desconectado estos días porque me tomé vacaciones, aunque reconozco que soy un poco adicto a la información, sobre todo a la política. Me gusta dibujar mientras escucho programas de política y de actualidad.