Desde Zárate
“Justicia por Fernando y por Pablo”, “Perpetua para los asesinos”, y “Que no salga ni uno solo” fueron las consignas de la marcha con la que los vecinos de Zarate impusieron su voz en esta calurosa tarde de viernes. El reclamo expresa solidaridad con la familia de Fernando Báez Sosa, asesinado en Villa Gesell por un grupo de rugbiers zarateños. Y con Pablo Ventura, injustamente señalado como coautor del crimen.
La marcha se inició a las 19, desde el Parque Urbano de la ciudad, ubicado a una cuadra de la casa de la familia Ventura. Desde allí, unas quinientas personas recorrieron las 15 cuadras que median hasta el Palacio Municipal, acompañadas por el aplauso de los vecinos que salían de los comercios y por los bocinazos de los coches que paraban en las esquinas. Las consignas dejan claro que la sociedad zarateña ha decidido manifestarse contra la impunidad. Exigen que se haga justicia: “Que paguen los asesinos y que no se arregle con plata este crimen brutal”, en palabras de una mujer mayor que aplaude desde una esquina.
Los vecinos exigen al intendente Osvaldo Cafaro la desvinculación de la secretaria de Obras Públicas de la comuna, Rosalía Zárate, madre de Máximo Thomsen, reconocido como uno de los autores del crimen. Desde la municipalidad de Zárate, confirmaron a Página/12 que la funcionaria ya está con licencia y es por tiempo indeterminado. Aunque se abstuvieron de realizar otro comentario, y no han emitido ningún comunicado oficial hasta el momento.
Entre los manifestantes, la figura de Jorge Santoro pasa casi desapercibida --es el abogado de Pablo Ventura-- y se encarga de decirles a quienes se acercan a hablarle que “Pablo ya va a volver a casa, pronto”. Y no hace más declaraciones respecto al caso.
En tanto, las voces de la gente que llega tanto de los barrios como del mismo centro de la ciudad presentan un denominador común: “Que la paguen esta vez, al menos esta vez, que paguen un poco, porque la plata siempre arregla todo”, dice Christian mientras ve llegar la marcha que avanza por la peatonal Justa Lima de Atucha, hacia el Palacio Municipal, y de reojo mira a su hijo que corre entre los bancos de una heladería. Una mujer se adelanta al grupo de manifestantes y arenga: “¡Vamos, Zárate, no tengamos miedo!”.
Al llegar al municipio, sin pancartas partidarias, sin banderas, se realiza un minuto de silencio por Fernando Báez Sosa y por los otros jóvenes asesinados en la ciudad, cuyos crímenes todavía no han encontrado resolución judicial. “Que la oscuridad se consuma a los asesinos”, “Juicio y Castigo a todos los culpables”, “Fuerza a la familia de Fernando” dicen algunos de los carteles que portan, hechos a mano, en cartulina. Y el cántico refuerza: “Perpetua para todos, y que no salga… ni uno solo”.
“Esta marcha --explica Lorena Nievas, psicoanalista, presente en la plaza-- es un gesto de salud mental frente a la violencia de la sociedad y de un Estado que no nos cuida porque la justicia y la policía parecen hacer oídos sordos”. “Yo lo conozco Pablo Ventura, es un excelente chico --dice a su lado su sobrino, Thiago Nievas-- por eso vine”. “Yo vine porque hace un tiempo me robaron todo y los chorros bailaban frente al patrullero cuando llego la policía, ahora no tengo nada, pero no me olvido”, cuenta una mujer mayor, que no quiere dar su nombre.
“Muchos no hablan porque tienen miedo, porque estos chicos que mataron a Fernando tienen amigos y algunos están amenazando gente”. Las versiones se cruzan, crecen, se transforman: los rugbiers están en la mira. Se les adjudican desmanes en los boliches, ataques violentos a las salidas de los boliches, en los estacionamientos, en las esquinas, robos por diversión: “Porque son ‘hijos de’, si uno los denuncia, entran por una puerta y salen por la otra”, dice Liliana Ramos. “Pero ese grupo de chicos no representa a la juventud de Zárate --agrega Carina Enrique, que vino con su hijo adolescente--. Por eso vengo a la marcha, para que el Estado acompañe, porque el ambiente del rubgy siempre fue violento y queremos que el intendente escuche, porque el cincuenta por ciento de la gente que está hoy acá lo votamos, merecemos que dé la cara”.
Al reclamo por justicia para Fernando y para Pablo, la sociedad zarateña agrega otros crímenes como los de Rocío Juárez (2015) y Fernando Blanco (2016). “Estamos acá para que no vuelva a suceder”, las palabras de Camila Farías resuenan entre un grupo de madres. Las mujeres cuentan que conocen a las madres de algunos de los rugbiers: “Algunas son familias que criaron con amor a sus hijos, no sé cómo pudo suceder esto”, reflexiona una de ellas. Camila es joven, todavía no tiene hijos pero agrega: “Lamentablemente tuvo que fallecer alguien para que estemos todos acá, pero si de algo sirve, acá estamos --insiste-- para que se visibilice, porque ellos son gente del poder”.