Tratándose de un país tan belicista como los Estados Unidos es comprensible que el del regreso del soldado sea un tema que atraviesa esa cultura desde sus orígenes. Hasta el punto de contar con un himno dedicado al tema (“When Johnnie Comes Marching Home”), que es de tiempos de la Guerra de Secesión, del lado de la Unión. Ese himno acompañó buena cantidad de películas ambientadas en aquella guerra interna, y de ahí en más cada conflagración disputada por los Estados Unidos tuvo sus soldados regresados en el cine, desde la Primera Guerra de Héroes olvidados/The Roaring Twenties (1939) hasta la Tormenta del Desierto de Francotirador, de Clint Eastwood (2014). De esa misma guerra regresa –aunque no en forma definitiva, sino sólo por unos días de franco– el soldado especialista Billy Lynn, junto con el resto de los miembros de su escuadrón. Son recibidos con bombos y platillos, gracias a un acto de coraje exhibido por Billy en el campo de batalla de Al-Ansakar y reproducido viralmente vía video, que lo hizo merecedor de la Estrella de Plata. En Billy Lynn’s Long Halftime Walk lo real y lo mediático libran su propia guerra en esos pocos días, en la ciudad de Dallas, Texas. La misma en la que cincuenta y un años atrás (Billy Lynn’s acontece en 2004) tuvo lugar el magnicidio más traumático de la historia estadounidense del siglo XX.
Estrenada en Estados Unidos en 3D en noviembre del año pasado, no le fue precisamente bien en boletería a Billy Lynn’s Long Halftime Walk, y es por esa razón que el estreno previsto en Argentina jamás se produjo. Ahora acaba de rescatarla la plataforma online Qubit.TV, que le está presentando una batalla cada vez más dura a Netflix, si no en series, sí en el rubro películas. Y si alguien no está suscripto a Qubit.TV (aunque la cuota es más accesible que la de su competidor) puede buscar alguna otra forma de conseguir la película en línea, y es posible que la encuentre. Basada en una novela escrita por Ben Fountain y rodada en un innovador sistema técnico (ver recuadro), BLLHW está protagonizada por el debutante Joe Alwyn, que tiene la ingenuidad de ojos asombrados, pero también la franqueza necesaria en el protagónico. De la noche a la mañana Billy se ha convertido en celebridad nacional, y está claro que el papel no le sienta cómodo. Tan tímido que aún es virgen a los 19 años, lo que los medios se empeñan en difundir como un acto de heroísmo –el rescate del sargento interpretado por Vin Diesel en medio de los tiros–, para él fue simplemente “hacer lo que debía hacerse”. Y nada más. “Es raro que te honren por el peor día de tu vida”, comenta.
Pero la industria del heroísmo empieza donde Billy cree que debería terminar. El título de la película (“La larga caminata de entretiempo de Billy Lynn”) alude al entretiempo de un partido de fútbol americano de un equipo de Dallas, del que el escuadrón de Billy –el escuadrón Bravo, puramente ficcional– es invitado especial. La guerra y el show business se fusionan: el dueño del equipo (un reaparecido Steve Martin) está dispuesto a financiar una película sobre la presunta hazaña de los muchachos en Irak, con un productor (Chris Tucker, que jamás deja descansar su celular) intermediando. Aunque cuando llegue la hora de concretar, habrá que ver si está tan dispuesto como dice. Al mismo tiempo, el cierre del show, que incluye fuegos artificiales –algunos de ellos imitando misilazos– es una presentación del grupo Destiny’s Child, con Beyoncé meneando las caderas… y el escuadrón Bravo como grupo invitado. Todo lo cual recuerda mucho, claro, el show de las conejitas en Apocalypse Now!
En la película de Coppola, el capitán Willard rogaba volver a Vietnam, por sentirse más fuera de lugar en la que se suponía era su casa que en el frente de batalla. Con un pathos bastante menos denso, a los integrantes del escuadrón Bravo va a sucederles lo mismo. En el caso de Billy, no tanto por su hogar en sí, donde no parece sentirse particularmente incómodo, como en ese hogar de los bravos que nombra el himno estadounidense, y que una cantante muy rubia y blanca entona en el estadio. En casa todos apoyan el sacrificio que Billy hace por la patria, con la única excepción de su hermana mayor Kathryn (Kristen Stewart, a quien se verá en cines la semana próxima, como protagonista de Personal Shopper, de Olivier Assayas), que es lo que en Estados Unidos se llama radical: una opositora al sistema, y por lo tanto a sus guerras. Hay un tema con cierto accidente de tránsito que sufrió Kathryn, que no está muy claro qué papel juega. Pero lo cierto es que su rol queda algo diluido. Tanto como el de una saludable porrista con la que Billy tiene un flechazo, y que parece destinado a llenar el casillero boy-meets-girl.
Es tal el estado de alienación causado por ese show en el que lo militar y lo musical se funden, como si las trincheras y el escenario fueran la misma cosa, que Billy –asediado además por sus recuerdos de combate– perderá el conocimiento en escena. Con una fotografía realzada por la mano de John Toll (Corazón valiente, Iron Man 3), el taiwanés Ang Lee vuelve a lucir su mano segura para la puesta en escena, siempre haciendo equilibrio entre la sensatez y los sentimientos.