Efren Venturini estaba trabajando en la planta de Vicentín en Avellaneda, Santa Fe, en noviembre de 1976, cuando llegó un grupo de la policía y el Ejército. “No sé quiénes eran. Me encararon directamente. El jefe de personal les dice `éste es´. Nos marcó a varios, yo no vi porque fui el primero y estaba en la entrada, ya que trabajaba en la embocada de semillas”, recuerda nítidamente, a sus casi 74 años. Efren dialoga por teléfono con Página/12, y asegura que “nunca” se va a callar sobre lo ocurrido con esa empresa aceitera, donde al menos 22 trabajadores fueron secuestrados, entre ellos 14 delegados. “Yo era soltero, vivía con mi mamá. Al otro día, nomás, ya llegó el telegrama de despido, me daban 24 horas para presentarme a trabajar, pero ellos me habían mandado a la cafúa... Ellos (por Vicentín) aprovechaban a meter miedo, y a algunos que nos tenían más bronca nos hicieron ir más tiempo adentro, a otros les pegaron una apretada y los largaron. Pero ya empieza el miedo y de hecho el terror de todas esas cuestiones hasta hoy existe, porque hay uno de los que estuvimos en cana, que no quiere ni hablar de todo lo que pasó, porque tiene miedo”, responde de inmediato, como si hubiera estado esperando todos estos años para seguir denunciando lo que en su pueblo casi nadie quiere escuchar. Sigue las noticias sobre el préstamo que el Banco Nación otorgó a la empresa con atención. “Lo sigo, lo sigo y cuando puedo hablar en algún lugar hablo fuerte, para que se enteren. Porque resulta que acá Vicentín tenía una gran defensa, porque era la empresa que daba trabajo. Entonces, hay gente laburante que lo votó a Macri porque trabajaban en Vicentín. Pero Vicentín estaba preparando esta estafa, que quería que paguemos todos, como ya pagamos la de Macri en 1982, cuando Domingo Cavallo estatizó las deudas privadas". Efren espera que ahora se reactive la investigación por la responsabilidad de Vicentín en la represión ilegal en el norte provincial, y se esperanza porque "algo se pudo hacer con Ford y con Mercedez Benz", aunque deplora que durante el gobierno de Mauricio Macri todas esas investigaciones se estancaron.


Pasado y presente

El gigante agroexportador es noticia por estos días porque, tras su declaración de "estrés financiero" en diciembre pasado, se supo que la más importante de sus deudas millonarias es la de 350 millones de dólares que el Banco Nación le otorgó pese a que supera con creces los límites de la entidad bancaria.

Entre el presente de relaciones carnales con el macrismo y el pasado de relaciones carnales con las autoridades dictatoriales hubo un camino. "El rol de la empresa es lo que va confirmando el tiempo. Realmente, los tipos estaban ahí con las manos sucias, yo hace 40 y pico de años que no trato más con ellos. En aquella época, venían Los Pumas, que es la Guardia Rural, y se llevaban aceites, vales de nafta. La Prefectura y la Policía lo mismo, la Gendarmería lo mismo. Y los dueños de la empresa entraban y salían como querían de la Base Aérea  (por las responsabilidades de los jefes de esta dependencia militar en el terrorismo de estado ya hubo condenas ). Ellos se hacian los importantes, nos decían 'ustedes son piojos, nosotros podemos entrar y salir de acá', mandándose la parte", recuerda con nitidez.

Efren estuvo más de un año detenido. ¿Su delito? Ser delegado sindical de una corriente combativa en Vicentín. Primero lo llevaron a Reconquista, luego a Santa Fe, donde pasó por dos centros clandestinos de detención y en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR) fue "blanqueado" como preso político. Lo tuvieron en Coronda hasta fines de 1977. "Nos levantaron, nos llevaron a la policía de acá, nos tabicaron y nos llevaron a la rastra hasta Reconquista, acá ligamos algo, en Reconquista ligamos más, me sacaron la camisa, me la desabrocharon y estaba esposada con las manos atadas en una silla, me arrancaban a tirones todos los pelos del cuello", rememora Efren sobre lo vivido en aquellos días. "Ligamos en todos lados. Después nos llevan a la noche en un camión y llegamos a Santa Fe a la madrugada. Nos tiraron no me acuerdo bien si primero fue en la (comisaría) cuarta y después nos llevaron a la policía Caminera o al revés. Como llegamos bastante gruesos, nos tuvieron chupados, desaparecidos, unos días hasta que nos componíamos de las quemaduras, de los golpes, de todas esas cosas, porque habíamos ligado.... No soy el que más ligó, hay otros que ligaron mucho más, pero de todas maneras fue bravo el asunto", le pone palabras a aquel calvario.

Existe una investigación judicial sobre la participación de Vicentín en el terrorismo de estado en el norte provincial que fue develada por la periodista Ana Fiol en Rosario/12, el 5 de junio de 2016 . La causa se abrió como un desprendimiento del expediente de la Base Aérea Reconquista. Entonces, el fiscal federal había tomado testimonios a los pocos que se habían animado a hablar. Efren era uno de ellos. "Lo que pasa es que el tiempo va pasando, de los 14 a los que nos detuvieron ese día y algunos que detuvieron en otro momento, tenemos algunos compañeros que fallecieron y estamos quedando pocos que todavía tenemos ganas de pelearla. Ese el tema, que el tiempo te va matando, y hay gente que todavía tiene miedo, porque no sabe, que la policía, que esto, que lo otro…", se sincera sobre su bronca por la inacción judicial.

Todavía no hay indagatorias. El fiscal federal de Reconquista, Roberto Salum, que estuvo durante cinco años en el Unidad Fiscal de la AMIA, es el que seguirá la investigación. En tanto, el diputado provincial de Santa Fe Carlos del Frade también investigador, escritor y periodista, presentó un proyecto para formar una comisión bicameral para investigar la complicidad empresaria durante la última dictadura en Santa Fe, pero no prosperó. El legislador insistirá en este año legislativo.

Efren dio su testimonio ante la Conadep, en 1984. "Declaré algunas veces, la última vez porque hice un juicio por daños y perjuicios, lo inicié y según lo datos estaba yendo muy bien hasta que entró Macri y anuló todo. Pasó a cuarto intermedio, lo mismo le pasó a todos los expedientes", cuenta sobre su peregrinar para obtener justicia. Desde hace años, Efren vive entre Usuahia, donde se tuvo que instalar durante la crisis de 2001, y Avellaneda, Santa Fe, donde están sus hijos. "Me tuve que venir de Usuahia y me hicieron entrevista los psicólogos, psiquiatras, médicos, entregué toda mi historia clínica y tuve que declarar. Y ahora justamente a mí me da más bronca cada vez, porque cada vez tengo más años y más cosas me duelen, todos los días te aparece una plaga. Son consecuencias, no hay nada que hacerle", traza una relación entre lo vivido y sus actuales dolencias.

La herida emocional

Cuando la entrevista está terminando, Virginia, una de las hijas de Efren, pide tomar el teléfono. Tiene 30 años, es profesora de Educación Física, y quiere aprovechar la entrevista para contar algo que viene pensando desde hace tiempo. "Yo quería resaltar una cosa que podemos evaluar como hijos sobre la experiencia de mi papá en aquellos tiempos. Siento que por ahí pasa desapercibido y resulta ser bastante una marca bastante importante, no sólo en su vida sino en la vida de nosotros. Más allá de los intereses económicos que entraron en juego en aquel tiempo, o políticos, hay una herida que es emocional. Eso afectó la vida de mi viejo y nosotros somos conscientes de eso, no sé si él tanto, pero nosotros viéndolo de lejos sí, y eso también afectó directamente a toda la familia", expresa Virginia algo que quiere escribir desde hace tiempo. Acompañan a su padre en la lucha, de la que se enorgullecen.

Para Efren, lo más nítido es que "cuando entró Macri, todas, todas las cosas relacionadas al terrorismo de Estado quedaron planchadas, no sé si ahora van a caminar otra vez, tenemos esperanza".

Avellaneda gira en torno a Vicentín 

Sin embargo, sabe que instalar estos temas es difícil en su pueblo. Avellaneda es una localidad de 23.000 habitantes, distante apenas 5 kilómetros de Reconquista, la ciudad más importante del norte provincial. En esa zona, la exportadora es el eje de la actividad económica. "Ellos siguen acá, Vicentín es Vicentín, no hay nada que hacerle. Acá no hay ninguna calle con el nombre de ellos, porque las calles tienen número, no nombre, pero el teatro se llama Máximo Vicentín, la escuela se llama Roberto Vicentín, el dueño del cable es un Padoan, te vas a las quintas, la que no es de Vicentín, es del yerno, de la nuera, hasta del perro", enumera las marcas que viven cotidianamente los habitantes de Avellaneda. Padoan es el apellido de Alberto Padoan, actual presidente de la empresa, casado con una Vicentín y ex presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario.

Efren vive una parte del año en Avellaneda y otra en Usuahia. La última dictadura cívico militar le arrancó su condición de obrero sindicalizado. Volver al pueblo al salir de Coronda fue muy difícil. "Hay que estar para conocer bien la situación, son colonias de italianos y son durísimos. No voy a decir que todos los italianos son así, yo digo gringos y me incluyo, pero son bravos con el racismo, con el pobre. Y después, no te perdonan, siempre aparece el 'por algo será', y te terminás encontrando con paredes por todos lados", cuenta sobre esos primeros tiempos, tras pasar un año detenido. Se las rebuscó de a poco. "Al poco tiempo me casé, hice mi vida con mi compañera, tuvimos siete hijos. Cinco hijos directos, y dos ajenos. No los adoptamos pero los criamos, porque no queríamos en ningún momento hacernos dueños de la identidad de otros. Hicimos eso y ahora ya descansamos porque estamos medio maduritos, no podemos joder mucho más. Nos rompimos el alma y a los chicos los hicimos estudiar", cuenta su vida. Habla en masculino pero tiene cuatro hijos varones y tres mujeres. "Una de ellas tiene una discapacidad severa y otra tenía un cuadro de desnutrición del que nunca pudo salir del todo", son las hijas de las que se hicieron cargo, y que no pudieron estudiar.

Entonces, tras salir de la cárcel y tener cerradas las puertas de un nuevo empleo en la zona, trabajó por su cuenta. "Empecé despacito, como ya sabía todo lo que era metalúrgica, me agencié una maquinita, empecé a trabajar debajo de un árbol, el motor lo tenía en la pieza, sacaba los cables por la ventana y trabajaba abajo, en todo lo que se podía rebuscar. Eran tiempos jodidos como la época de Macri, no había un mango partido por la mitad", sigue el relato. El menemismo resultó fatal. "Terminamos aterrizando como la mayoría de los que se quedan sin laburo y agarran unos mangos, yo aterricé en los finales del gobierno de (Carlos) Menem y cuando llegó (Fernando) De La Rúa, chau, perdí todo y de ahí salimos. Tuvimos que meterle otra vez, ahí fue que nos fuimos a Usuahia, y bueno, allá laburamos con mi mujer. Yo laburaba en un lugar, ella limpiaba casas hasta que terminaron de estudiar los hijos".

Efren Venturini mantiene intactas sus ideas. "Milité hasta que nos llevaron en cana, después nunca más fui empleado, no podía militar. Aunque militar, se milita siempre. Seguí en la mía, yo no me voy a callar en ningún lugar. No tuve oportunidades de trabajar nuevamente, de estar en una organización sindical ni nada. Pero nunca renegué, al contrario", plantea ahora.

Y su esperanza es que "con el cambio de gobierno se pueda avanzar con algún juicio a la pata civil de la dictadura, porque a pesar de todas las trabas de Macri, apareció lo de Ford, lo de Mercedes Benz, queríamos que caigan estos también. Estamos en esto, siempre que podemos denunciar, denunciamos", cuenta. Ahora, vuelven a intentar: "Queremos ver si podemos, qué sé yo, cobrar la indemnización, que es apenas un decir. A mí, ahora, con eso, no me salva nada, porque ya estoy viniendo de vuelta, pero lo peor de todo es que nos estamos muriendo y nunca hubo justicia".