“Empezamos a ver una baja en la inflación, una mejora en los salarios reales y un crecimiento marcado y sostenido en el empleo”, aseguró ayer el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. El diagnóstico optimista del funcionario contrasta con los datos oficiales de precios, consumo, industria, construcción y mercado de trabajo que, si bien no muestran una profundización del escenario contractivo de 2016, no reflejan la reactivación promocionada desde el Palacio de Hacienda. Promotor de la receta del “ajuste expansivo”, Dujovne defendió las consecuencias sociales y laborales generadas por la política económica del Gobierno de Mauricio Macri.
“No podemos ni queremos hacer populismo en un año electoral. Una economía sana no debe distinguir si estamos en un año electoral o no. Comprendemos la ansiedad, pero estamos convencidos de que el rumbo elegido es el necesario”, enfatizó el economista que en enero reemplazó al desplazado Alfonso Prat-Gay. “Hay que entender dónde estaríamos, si no hubiéramos tomado las medidas que adoptamos la pobreza sería del 80 por ciento como es hoy en Venezuela”, indicó Dujovne.
Devenido en uno de los principales voceros de la Casa Rosada, el ministro de Hacienda ofreció a lo largo de las últimas semanas la visión oficial para la creciente “conflictividad laboral” que ayer se plasmó en la manifestación convocada por la CGT. “Marcó el inicio de la campaña electoral”, consideró ayer el funcionario durante una entrevista radial. Desde su perspectiva, la marcha carecería de legitimidad ante la supuesta recuperación económica y creación de empleo. Después de sentenciar que “la recesión está terminada” el economista consideró la semana pasada que “hay sectores que ven este momento en el que la economía empieza a andar mejor como la última chance de debilitar al Gobierno para debilitar la economía”.
De todas formas, el funcionario que está subordinado a los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, reconoció que la industria manufacturera es el sector más afectado. El funcionario no apuntó contra la pesada herencia sino que adjudicó el pobre dinamismo del sector fabril a la profunda recesión que arrastra Brasil. “La caída de Brasil es comparable a lo que vivió la Argentina en los años 2001 y 2002. Nuestra economía está muy integrada a la economía brasileña: no somos inmunes a ellos. Y parte de la caída del empleo está explicada por eso”, consideró Dujovne. No obstante, el Secretario de Política Económica, Sebastián Galiani, aseguró que “la economía salió de la recesión” y consideró que “hay un proceso de mayor inversión y mayor obra pública”.
En el diagnóstico del responsable del Palacio de Hacienda la política económica del Gobierno plantea un “esquema que está logrando que baje la inflación, controlando el déficit, creando empleo y los salarios empiezan a recuperar poder adquisitivo”. Atento a la lógica neoliberal promovida desde el Gobierno “se están generando las condiciones para que el sector privado pueda invertir, exportar y generar los resultados que queremos para la Argentina”.
A pesar del optimismo de Dujovne, el proceso de desregulación financiera, el incipiente proceso de flexibilización laboral, la reducción de los costos empresarios con la reforma de la ley de riesgos del trabajo, la quita de retenciones, la quita de subsidios, la devaluación y la minimización de la intervención estatal no redundaron ni en un lluvia de inversiones ni en un boom de exportador. La reducción del déficit fiscal figura al frente de la agenda del funcionario ya que sería una condición para el aumento (o llegada) de inversiones, el motor “genuino” del crecimiento sostenido. La inversión aumentaría por la mejora de la confianza y por la reducción de los costos de financiamiento gracias a la disminución del déficit fiscal. Sin embargo, uno de los trabajos empíricos más completos sobre los determinantes de la inversión en Argentina realizado por Coremberg, Marotte, Rubini y Tisocco concluyó que “el comportamiento de la inversión privada en Argentina en el lapso 1950-2000 habría sido procíclico, mayormente asociado a variaciones en la demanda agregada”. Las inversiones no se realizan si los empresarios no tienen a quien venderle.