Desde Lima
Las elecciones parlamentarias del domingo dejaron varias sorpresas y preocupaciones: un represor procesado por asesinato como el candidato más votado, la aparición como tercera fuerza en el Congreso de un partido radical xenófobo y promotor de la pena de muerte ligado al encarcelado ex militar Antauro Humala, hermano del ex presidente Ollanta, y la irrupción como segundos en la votación nacional de una secta evangélica ultraconservadora. Un escenario complicado para un nuevo Congreso atomizado, en el cual habría diez bancadas para 130 escaños. La primera fuerza parlamentaria, la centro derechista Acción Popular, tendrá solamente 24 legisladores.
El represor convertido en el congresista con mayor respaldo de votos es el exgeneral y exministro del Interior Daniel Urresti. Su oscura historia está ligada a los años del conflicto armado entre el Estado y el grupo maoísta Sendero Luminoso, que dejó 70 mil muertos. Urresti fue enviado en los años 80 como capitán del ejército a Ayacucho, zona andina donde nació Sendero y fue el epicentro del conflicto. Asumió la dirección de inteligencia, puesto clave en las operaciones militares. Eran tiempos en los cuales los secuestros, torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y matanzas de comunidades campesinas, cometidas por militares y senderistas, eran cosa cotidiana en esa región.
En noviembre de 1988, el periodista Hugo Bustíos fue asesinado por los militares. Fue acribillado y luego volado con una granada en un paraje rural de Ayacucho cuando iba en una moto a cubrir el asesinato de dos personas. Los militares, que sabían de su viaje, lo habían estado esperando. Varios testimonios involucran en el crimen a Urresti, que como jefe de inteligencia tenía un importante puesto de mando. Una campesina, que vivía cerca al lugar, lo ha acusado de haberla violado el mismo día del asesinato del periodista y amenazado con matarla si hablaba. El hoy congresista electo niega los cargos y califica a sus acusadores de “delincuentes” y “terroristas”.
Después de largos años de impunidad, Urresti fue procesado, pero en 2018 fue absuelto. Sin embargo, la Corte Suprema anuló el juicio por una serie de irregularidades y el militar deberá ser juzgado nuevamente, pero ahora eso no podrá ocurrir porque estará protegido por la inmunidad parlamentaria.
Urresti fue ministro del Interior del ex presidente Ollanta Humala (2011-2016), cargo desde el cual empezó a construirse una imagen de luchador contra la inseguridad ciudadana, aspecto clave para su triunfo electoral del domingo. Se formó esa imagen con operativos policiales con más espectacularidad y difusión mediática, que efectividad. En octubre de 2018 postuló a la alcaldía de Lima, con un mensaje de mano dura contra la delincuencia, quedando segundo. Fue derrotado, pero había comenzado a construir una base electoral.
Ahora Urresti ha ganado la elección parlamentaria repitiendo sus mensajes de mano dura contra la delincuencia. Postuló como cabeza de lista por el partido Podemos Perú, agrupación nueva formada por el cuestionado empresario José Luna, que se ha hecho millonario con el negocio de la educación universitaria de baja calidad y que tiene varias acusaciones de corrupción. En sus primeras declaraciones como congresista electo, Urresti ha buscado acercarse al gobierno de Martín Vizcarra, ofreciéndole apoyo. Después de esta victoria electoral, el represor se posiciona como un posible candidato presidencial para las elecciones de abril de 2021.
Otro que aspira a ser candidato en 2021 es Antauro Humala. El partido Unión por el Perú (UPP), que respalda a Antauro, se ha convertido en la tercera fuerza del Congreso con 17 legisladores. Pero Antauro la tiene más complicada porque está en prisión cumpliendo una condena por el asalto a una comisaría que dejó cuatro policías muertos en enero de 2005, en un farsesco intento de derrocar al ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006). Cumple su condena en 2024, por lo que no podrá ser candidato. Pero UPP ha anunciado que utilizará su fuerza en el Parlamento para pedir la excarcelación de Antauro y que se habilite su candidatura.
UPP sorprendió con su votación en las zonas andinas más empobrecidas. Antauro y los de UPP disparan contra el modelo neoliberal y se dicen de izquierda, pero asumen posturas que los ubican en la ultra derecha: tienen un discurso xenófobo -proponen prohibir que se les dé trabajo a los extranjeros-, exigen la pena de muerte y que los militares salgan a las calles para controlar la seguridad. Homofóbico, alguna vez Antauro habló de fusilar a los homosexuales. Este extraño personaje, entre pintoresco y peligroso, es el otro gran ganador, junto al represor Urresti, de las elecciones parlamentarias del domingo.
También está la sorpresa de la secta evangélica Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, que a través del Frente Popular Agrícola del Perú (Frepap), dejó a todos mudos con su segundo lugar, con 8,9 por ciento. Hasta el domingo nadie los tomaba en serio. Se hace llamar “israelitas” y su mayor presencia está en las zonas rurales, especialmente amazónicas y andinas.
“Los homosexuales tienen el mal enquistado en su corazón y en su sangre, pero van a tener oportunidad de conocer el decálogo universal y mediante eso van a entrar en la moral. Nuestro señor Dios de Israel creó hombre y mujer. Promoveremos en los colegios una educación con moral”, han sido las declaraciones con las que el vocero de los israelitas, Wilmer Cayllahua, probable congresista, debutó luego de su inesperado segundo lugar en las elecciones.
El fujimorismo, duramente derrotado, ya ha comenzado a moverse para buscar acuerdos con esta secta mesiánica y ultraconservadora.