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YO (NO) ESTOY LOCA

De Fabio Rubiano Orjuela.

Elenco: Marcela Valencia

Producción : Teatro Petra

Dirección : Fabio Rubiano Orjuela.

Funciones: Martes 28  a las 21, en el Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857).


¿Cuáles son los parámetros de normalidad en la autodenominada sociedad civilizada? ¿Y cuáles los comportamientos socialmente aceptables? Yo (no) estoy loca, una de las obras internacionales invitadas para la 13º edición del Festival Internacional de Buenos Aires, proveniente de Colombia, busca dar respuesta a esos interrogantes sumando una perspectiva de género, y exponiendo la realidad de un sistema machista que recorre transversalmente a toda Latinoamérica para sancionar a las mujeres que se apartan de su lugar asignado de sumisión.

Estrenada en 2017, la obra escrita y dirigida por Fabio Rubiano Orjuela e interpretada por Marcela Valencia, surgió como producción del Teatro Petra, una de las compañías más representativas del teatro contemporáneo de Colombia, de donde surgieron otras piezas emblemáticas como Labio de liebre y Cuando estallan las paredes. Con formato de unipersonal, Valencia interpreta a Cielo, una mujer madura de clase media hostigada por un sistema y un entorno familiar que siempre la tratan de loca y la culpan de todo lo malo que le sucede cuando ella en lugar de callar expone lo que siente y piensa.

La historia que se revela no es más que fragmentos de situaciones que le sucedieron a Cielo (y que previamente experimentó la actriz en la vida real) narradas con un ritmo de humor vertiginoso y desopilante. En la primera situación, la mujer recuerda algunas de sus relaciones de noviazgo fallidas, y a una madre que la hace responsable de esos fracasos. En otro nivel, el relato se traslada a su lucha contra la burocracia del sistema de salud colombiano que demora varios meses en entregarle unos medicamentos. Y su colección de anécdotas llega al extremo de lo bizarro cuando encuentra a su marido con una amante en la casa de campo familiar, y decide, en lugar de enojarse, invitarlos a comer. Para los involucrados, en todas y cada una de esas situaciones, ella es la loca que provoca lo que le ocurre. Pero ella prefiere que la acusen antes que complacerlos y actuar acorde a lo que esperan de ella.

Valencia, con un largo recorrido sobre los escenarios, se destaca con una actuación frenética y versátil y sale airosa del desafío actoral que la lleva a interpretar a 16 personajes a los que, incluso, por momentos, hace dialogar en simultáneo. Desde ese juego de mutación también se configura la dramaturgia de Rubiano, quien construye un texto con distintos tiempos verbales, lo que aporta el elemento más innovador de la obra.

La sorpresa de la puesta está dada por el abordaje en clave de comedia de un tema sumamente áspero y complejo. Pero ese recurso, más que válido y que podría haber potenciado lo simbólico del mensaje, tropieza en ocasiones con relatos no necesariamente medulares en lo que respecta a la desigualdad de género. No obstante, y como si se advirtiera esa debilidad, la obra concluye con una potente interpelación política sobre la libertad de la mujer, aunque queda la sensación de que hubiera sido necesario dar más lugar a ese alegato.