“La ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma”. La frase de François Rabelais (1494-1553) podría ser el epígrafe de la cuarta edición de la Noche de las Ideas (NDI), que se realizará del 29 de enero al 1 de febrero en el Viejo Hotel Ostende y en el Museo MAR de Mar del Plata. El lema “Ser viviente, estar vivo”, con el subtítulo “Más allá de lo humano”, interpela sobre muchos temas que no se pueden eludir: los equilibrios ecológicos y la relación del hombre con el mundo, las cuestiones planteadas por el cambio tecnológico y el advenimiento de la inteligencia artificial.
¿Qué es un ser vivo? ¿Cuál es el lugar del ser humano en el mundo viviente? ¿Cómo obliga a actuar el “ser vivo”? Esas serán las preguntas centrales de la NDI, que tendrá como invitados internacionales a la antropóloga Carmen Bernand, de padres españoles republicanos que abandonaron Francia por las gestiones del poeta Pablo Neruda y desembarcaron en Buenos Aires, donde vivió los primeros veinticinco años de su vida; el historiador Jean-Fréderic Schaub, el filósofo Florente Guénard, los actores Nathalie Fillion y Michel Didym y la escritora Nathalie Peyrebonne.
La programación de la Noche de las Ideas –organizada por el Instituto Francés de Argentina (IFA), la Embajada de Francia, la Fundación Medifé, el Viejo Hotel Ostende, el Museo MAR y el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires- contará con la participación de los escritores Roberto Garriz, Pola Oloixarac, Enzo Maqueira, Tamara Tenembaum y Cecilia Fanti, la cantante y compositora Daniela Horovitz, las bailarinas Marisa Fernández, Margarita Colacci y Marina Tampini, el director teatral Alejandro Tantanian, el dibujante Miguel Rep, la artista visual Sophie Spandoni, el ensayista Eduardo Jozami, los biólogos Diego Golombek y Diego Rodríguez, el neurocientífico Adolfo García, la antropóloga Florencia Tola, el climatólogo Reinaldo Maenza y el físico José Gallo, entre otros. “El tiempo fluye de forma diferente en la playa: estamos en verano, en traje de baño, con los pies en el agua y la cabeza llena de ideas. Creo que hay algo de magia y sobre todo muchas sensaciones agradables”, cuenta Yann Lorvo, director del Instituto Francés de Argentina, a Página/12.
En la NDI se presentará el artista visual Jorge Caterbetti con su proyecto Green Carpet, en el que propone revisitar los míticos lugares de tránsito de la condición humana. A través de una alfombra roja, el artista invitará al público a caminar con zapatos impregnados de pintura verde para desarticular el mito de las “celebrities” y la “red carpet”, iconos de la sociedad del espectáculo, en procura de un paradigma comprometido en la búsqueda de senderos naturales. “El ser humano no es una partícula aislada; vive en una sociedad que vibra bajo el efecto del cambio tecnológico en un mundo en plena expansión –reflexiona Lorvo-. El hombre está en el corazón de esta sociedad del conocimiento y su capacidad de adaptación es inmensa: los coches híbridos, los smartphones de última generación, las pantallas táctiles y muchas otras cosas son prueba de ello. Las nuevas tecnologías han cambiado nuestro enfoque en todos los ámbitos: medicina, medioambiente, comunicación, educación, finanzas... Han mejorado de manera global nuestra vida cotidiana, pero debemos preservar los valores, la ética y la conciencia: ‘La ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma’, dijo Rabelais. En este sentido, el hombre cuenta con una ventaja por sobre las máquinas”.
Los desafíos que proyecta la inteligencia artificial son de diversa índole. “Suplantar al hombre y a la mujer en cada vez más tareas es un objetivo interesante, pero a la vez preocupante”, advierte el director del IFA. “Según una visión tecnicista y cientificista, es relevante en la medida en que permitiría confiar estas tareas a entidades más fiables que tienen la capacidad de reproducirlas al infinito. Los beneficios en términos tecnológicos y económicos han sido abundantemente alabados por los partidarios y los artífices de este nuevo sector”, explica Lorvo y aclara que la generalización de la inteligencia artificial “conlleva el peligro de apartar al hombre y a la mujer del control de muchas tareas que venían dirigiendo desde el origen de la humanidad o de la civilización” y que “el riesgo es que se pierdan ciertos conocimientos esenciales por falta de práctica”.
¿Lo humano es una noción obsoleta? La antropóloga francesa Carmen Bernand intentará responder este interrogante. “Nuestra época está planteando una serie de problemas considerables que cuestionan la dominación hegemónica de lo humano sobre el mundo. Pienso en el sobrecalentamiento tecnológico, que tiende cada vez más a suplantar lo humano en las relaciones laborales, hasta el punto de marginar, en ciertas visiones tecnicistas, el trabajo. Y el trabajo, junto con la risa, es lo propio de lo humano… Dejar a cada vez más gente fuera del trabajo, constituye una amenaza para todos”, confirma Lorvo y agrega que la cuestión medioambiental es también un desafío cada vez más acuciante para la dominación de lo humano. “El filósofo Descartes había planteado como ideal que la ciencia hiciera al hombre ‘dueño y posesor de la naturaleza’. La naturaleza se nos está retobando de alguna manera: los tremendos incendios en Australia y en la Amazonia, que llevan la marca inequívoca del hombre, parecen indicar que el híper desarrollo a expensas de los equilibrios naturales llega a amenazar a la humanidad”.
El director del IFA cree que la pluralidad de seres y la incertidumbre inherente a la vida ofrecen una racionalidad más razonable. “No debemos ser fatalistas o derrotistas. Las innovaciones no tienen como objetivo esclavizar a la especie humana, sino ayudarla. Incluso el culto al rendimiento tiene, afortunadamente, sus límites. La educación y la enseñanza basadas en el apetito por el conocimiento, el gusto por los libros y la lectura, tienen también un papel que desempeñar –propone Lorvo-. Todavía hay espacios de libertad por conquistar; la existencia no es sólo una ecuación matemática o un banco de datos. La solución vendrá de la inteligencia humana, por ende, de lo humano. Diferentes voces se levantan para denunciar, criticar, regular y, al fin y al cabo, volver a encauzar la actividad del hombre. Costará trabajo -las resistencias al acuerdo de París sobre el clima son una demostración de ello-; pero confío en que cierto humanismo logre frenar el orgullo y la desmesura, que también son inherentes a la naturaleza humana”.