Las dudas del triunvirato de la CGT para ponerle fecha a un paro general desató abucheos, protestas y puteadas que terminaron con algunas peleas y corridas, el palco copado por quienes reclamaban la convocatoria a una huelga general y parte de la cúpula cegetista refugiada en la cercana sede del gremio de los mercantiles en medio de la marcha más imponente contra la política económica del gobierno de Mauricio Macri. El triunviro Héctor Daer (sanidad) responsabilizó a “gente de Berazategui” y hasta “La Cámpora” de ese municipio del sur bonaerense por los incidentes. Pero hacia adentro de la conducción de la central sindical sobrevuelan las sospechas, reproches y pases de factura en la disputa interna que impidió ponerle fecha al paro nacional, sobre la conveniencia de la convocatoria y la seguridad del acto.   

“Las imágenes valen más que mil palabras. Hubo enfrentamientos, arrojaron objetos sobre otros compañeros. Esa imagen de violencia seguramente va a ser utilizada por el gobierno para decir que no se debe volver a ese pasado. Esos energúmenos han sido funcionales a quienes tanto cuestionaban a viva voz”, soltó enfurecido el triunviro Juan Carlos Schmid.

Daer acusó directamente por los incidentes en el palco a “La Cámpora de la Berazategui”. El sindicalista y diputado massista cerró el acto hablando de un paro nacional de 24 horas al que no le puso fecha. El furcio en su discurso no colaboró para apaciguar los ánimos de quienes le reclamaban a gritos que fijara la fecha. “Antes de fin de año”, dijo Daer antes de corregirse y afirmar que el paro se haría “antes de fin de mes y la primera semana de abril”.

Quienes estaban cerca de Daer relataron a PáginaI12 el incidente que terminó de enfurecer al dirigente de sanidad cuando ya había bajado del palco: “Una señora de unos 60 años se acercó, le gritó ‘gordo traidor’ y le tiro un cachetazo”.  

Daer y su compañero de triunvirato, Carlos Acuña, terminaron refugiados en la cercana sede de los mercantiles de Armando Cavalieri. Schmid pudo salir por un costado del palco por la calle Moreno y el camionero Pablo Moyano se abrió paso con su belicosa custodia mientras intercambiaba insultos con un manifestante que le gritaba “traidor”. Arriba del escenario quedaron manifestantes que reclamaban la fecha del paro al triunvirato de la CGT y flameaban banderas de la agrupación “Interlíneas” enfrentada a la conducción de la UTA y hasta una de la “Juventud Guevarista”.

“Picante”. Así definieron –ante este diario– cerca de la conducción cegetista el clima tras los incidentes con los que terminó el multitudinario acto contra la política económica del gobierno de Cambiemos. “No le permitió a la CGT capitalizar políticamente” la marcha, dijeron. Aunque “tampoco –afirmaron– lo podrá hacer el Gobierno que no puede explicar semejante masividad en las calles contra de su política ni quienes querían ponerle fecha al paro”.

“Fallo la organización, la seguridad”, insistieron ante PáginaI12 y dejaron al descubierto la interna cegetista que precedió a la convocatoria. No fueron pocos los que cuestionaron la movilización, entre quienes querían ir directamente al paro y quienes preferían abrir canales de negociación con el Gobierno. Hubo cuestionamientos internos a la elección de un lugar, “una esquina” en el centro porteño sin posibilidades de pudieran acceder la cantidad de manifestantes que esperaban. 

También descontento por quienes finalmente accedieron al palco. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) encolumnada con Schmid propuso que solo subiera al palco la comisión directiva de la CGT, y que estuvieron Emilio Pérsico del Movimiento Evita y Daniel Menéndez de Barrios de Pie. A otros tampoco les cayó en gracia la presencia del diputado massista Facundo Moyano, aunque desde el gremio de peajes afirmaron a PáginaI12 que “Facundo es miembro de los 37 que integran el Consejo Directivo” cegetista como secretario de Cultura, Ciencia y Técnica. 

En la CGT todos le apuntan a la seguridad del acto en la que también se coló la interna sindical. La seguridad de los actos en tiempos de Hugo Moyano siempre estuvo a cargo del gremio de Camioneros, que le garantizaba a su líder que la militancia copara las cercanías del palco para despejar cualquier zozobra. Pero esta vez Pablo Moyano, crítico con algunas actitudes del triunvirato, no fue convocado para esa tarea. La seguridad quedó en manos del inexperto gremio de Panaderos. Entonces no existió esa barrera de protección para los dirigentes sindicales ni de contención para los disidentes que reclamaban fecha para la huelga general. 

Ni bien terminó el acto también se levantaron las vallas que flanqueaban el escenario por detrás y que dejó indefensos a los dirigentes de la CGT ante los manifestantes críticos que llegaron allí por las calles laterales. El ánimo de los dirigentes de la CGT no era el mejor ayer por la noche mientras escarbaban en su propia interna en busca de explicaciones.