La Gendarmería propuso la sede: el Salón de Usos Múltiples del edificio Centinela y la convocatoria se acordó entre secretario federal de Articulación de Seguridad del Ministerio de Seguridad, Gabriel Fucks, y Emilio Pérsico, uno de los líderes de los movimientos sociales y dirigente del Movimiento Evita. El resultado fue un encuentro, con pocos antecedentes, entre los cuatro jefes de las fuerzas federales de seguridad, los subjefes e incluso los encargados de calle, con líderes de buena parte de los movimientos sociales, incluyendo los que protagonizaron la sangrienta jornada del 14 de diciembre de 2017 en Congreso, con los enfrentamientos por la reforma previsional. El objetivo fue conocerse, intercambiar números de teléfono y poner sobre la mesa instancias de diálogo cuando se produzcan movilizaciones: combinar las calles, los eventuales cortes, impedir episodios de violencia, evitar que las fuerzas de seguridad sean la primera respuesta ante las situaciones de conflicto. Incluso se habló de que las cooperativas puedan participar de la confección de los uniformes de policías, gendarmes y prefectos.
En este primer encuentro no participó la izquierda ni la CTA de Pablo Micheli, pero la cartera que encabeza Sabina Frederic tiene instancias de diálogo con los dirigentes de esas fuerzas y la pretensión es que se realice una segunda reunión, esta vez en el local de uno de los movimientos sociales, en que la convocatoria abarque a todos. En el Ministerio tienen claro que arrancaron con los movimientos con los que tienen mayor llegada y todavía habrá que trabajar para avanzar con los demás.
"Durante la gestión de Patricia Bullrich se pretendió instalar una especie de guerra entre las fuerzas de seguridad y los movimientos sociales --explicó Fucks a Página/12--. Queremos cambiar eso totalmente. Y es simbólico que la Gendarmería haya ofrecido su casa para este encuentro. No decimos que todo cambió, pero percibimos voluntad de ir por otro camino".
En las dos horas que duró el encuentro hablaron los jefes de la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria, y casi todos los referentes de los movimientos que llegaron al Edificio Centinela: Pérsico del Movimiento Evita; Esteban "Gringo" Castro, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular; Nicolás Caropresi del Movimiento de Trabajadores Excluidos; José Oscari, del Movimiento ‘Barrios de Pie’; Cristóbal Cervera, del Frente Popular Darío Santillan; Martín Casasola de Seamos Libres; Freddy Mariño de la Corriente Clasista Combativa; Christian Romo, de MP La Dignidad; Alejandro Vera, de la Agrupación ‘Martín Fierro’; Gastón Harispe, del Movimiento ‘Octubres’; Fernanda Pereyra, del Movimiento de Trabajadores Desocupados ‘Aníbal Verón’ y Lito Botello, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular – ‘Los Pibes’.
No todas fueron rosas. En algún momento El Gringo Castro, el número dos del movimiento que encabeza Juan Grabois, fue crítico de los operativos de la Prefectura en la Villa 21-24, pero el jefe de la fuerza prometió revisar todo el accionar. Es que no sólo se habló de las movilizaciones sino del papel de las fuerzas en algunos de los barrios en los que actúan. Por ahora, la cartera de Frederic reafirmó que seguirá presente en todos los objetivos que custodia, tanto en la Ciudad Autónoma como en la Provincia de Buenos Aires, trabajando con las fuerzas de los dos distritos.
El contacto entre los dirigentes de los movimientos sociales y los responsables de los operativos no ha sido inhabitual, pero en los últimos años se deterioró toda la relación y se distorsionó. Bullrich arengó a los uniformados contra cualquiera que se movilizara, demonizó a los movimientos sociales y hasta trató de imponer un protocolo represivo que nunca pudo llevar a la práctica porque iba a derivar en heridos y hasta muertos. La ministra de Macri derogó el protocolo que estableció Nilda Garré que obligaba a que, ante cualquier manifestación, hubiera un funcionario político encargado de dialogar con los líderes de los manifestantes y se buscara limitar la intervención de las fuerzas de seguridad. La consigna de Bullrich fue algo así como cero diálogo, cero acuerdo, los que se movilizan son enemigos anti-democráticos.
En la cartera de Frederic piensan que las cosas no cambian de un día para otro y que las desconfianzas subsisten, pero la idea es avanzar en las experiencias cotidianas. Por de pronto, se abrió un canal de diálogo y habrá que ver cómo funciona en el momento en que se produzcan marchas. También está la cuestión de la presencia de las fuerzas en los barrios más humildes, justamente donde están los movimientos sociales. En bastantes casos hubo aceptación inicial a esos patrullajes, pero luego, con el tiempo y la rutina, la efectividad fue bajando y empezaron a aparecer abusos, como los que reportaron en la Villa 21-24. Se supone que el canal de diálogo también debería servir en este terreno.
Al finalizar la reunión, consumidos los sandwiches de miga y las empanadas, quedaron en estudiar la posibilidad de que las cooperativas participen de la producción de uniformes, algo que el Ministerio de Seguridad va a estudiar. También se habló de una segunda reunión, esta vez en el local de uno de los movimientos sociales. No está claro si las fuerzas de izquierda van a participar, pero se hará el intento.