Desde Barcelona
UNO Estar fuera. Salir. Dejar sino atrás al menos de lado aquello que, según advertía T. S. Eliot, sólo debe asimilarse en dosis pequeñas: la realidad. Eso es el lo que se autodiagnosticó Rodríguez desde hace ya unas semanas. Leer mucho, ir al cine, ver series. Seguir yendo a trabajar, sí. Y tener periódicos encuentros con su familia cercana aunque cada vez más distante. Pero, todo eso adquiriendo, paulatinamente, la textura de algo más o menos irreal. ¿Qué lo llevó a tomar semejante decisión y a masticar tal certeza? ¿Qué lo llevó a salir? Fácil y complejo: la nada del todo.
Rodríguez supone que, en parte, la demorada noticia de Pedro Sánchez por fin siendo presidente (vaya a saber a qué precio) tuvo algo que ver. Ya está. Ya fue. Ya es. Ya se desbloqueó lo bloqueado --y se subió el salario mínimo de 900 a 950 euros-- aunque ya se habla de bloqueo a la renovación del Poder Judicial. Y no se deja de parlotear acerca del cuestionable nombramiento de la ex Ministra de Justicia como Fiscal General del Estado. Y está eso de los siniestros desencuentros entre las tres Derechas en cuanto al llamado "pin parental" y la intervención en la educación escolar (para controlar que no se les enseñen conspiranoides "juegos eróticos" en el colegio primario). Y la inestable Venezuela siempre inestabilizando. Y el proyecto de reforma del Código Penal como supuesto "blanqueo" por parte de Sánchez de mucho de lo des/hecho por los independentistas en nombre de la concordia y armonía (y Rodríguez se pregunta si a esta altura no sería mejor salir de ahí y sacar a de allá y directamente indultar a todo el mundo a cambio de cambio de elenco y volver a empezar). Porque, claro, sigue y seguirá lo de Catalunya (que vuelve a recalentarse con el diputado/president Torra desobedeciendo mandato jurídico para su eject del Parlament y las estrategias tribunalicias y el desorbitado Puigdemont siempre en órbita y la reapartura de embajadas catalanas y una imprecisa y futura consulta popular acerca de ya saben qué pero no exactamente sobre eso...). Y la postura auto-mítica à la Cristiano Ronaldo adoptada por Pablo Iglesias a la hora de posar a las puertas de la Moncloa o la decisión de su pareja --Irene Montero, al frente del Ministerio de Igualdad-- nombrando, igualitariamente, sólo a mujeres en su plana mayor. Y hay, ay, un comunista como Ministro de Consumo.
DOS También le produjo una cierta zozobra a Rodríguez la escasa mención en los últimos días a la llegada de la hora del Brexit para aún mayor insularidad del UK (apenas esas bufonadas distractivas tan habituales de Boris Johnson como empeñarse que a las 00:00 de ese día se echen campanas al vuelo del ahora en refacción Big Ben con fondos de colecta popular para acelerar las obras) anulado por el Megxit: la salida de Harry y Sra. de la Familia Real británica. El chiste es que Harry se enojó al saber que su padre, Charles, ya había hecho testamento; y que le había dejado todo a su madre, la incombustible Elizabeth II. Ja. Pero en serio: a Rodríguez le causó pasmo el leer laudatios surtidos de plebeyos varios a la pareja por su "histórica decisión de vivir como la gente común". Si se hacen números, claro, se descubre que los duquesitos (quienes conservarán título y propiedades) en verdad han hecho el más redondo de los negocios perdiendo poco más que el derecho a ser llamados "Su Alteza Real" y todo eso en reuniones agotadoras de decadentes dinastías europeas a las que, en cualquier caso, ya no volverán a acudir.
Así que basta de batallitas políticas para Rodríguez.
Pero nada mejora demasiado a la hora de la llamada "información general": reapareció Greta, la jocketa del Apocalipsis, para éxtasis de bienpensantes malactuantes. Y feliz peste nueva y china para inminente felicidad de alguna empresa farmacológica. Y llegó al Mediterráneo la borrasca Gloria.
Así que aleluya y --después de todo lo anterior y de algunas cosas más que ni siquiera merecen el ser aquí consignadas-- Rodríguez decidió estar de salida para ya no ir a ninguna parte que no sea el interior de su mente y cerrar con llave.
TRES Y como el presente es tan impresentable, Rodríguez optó por informarse acerca de cuestiones inmemoriales y cósmicas. Eso del hallazgo del organismo --microbios de una diezmilésima de centímetro bautizados como arqueas de Asgard luego de haber "descubierto" las arqueas de Loki, voto a Thor y a tanto científico nerd-- que serían la explicación para el inicio de toda "vida compleja" sobre nuestro planeta hace 2.000 millones de años. De allí salimos y --casi en tándem/sincro-- un por allí saldremos: se han creado "máquinas vivientes" con células de rana. Organismos reprogramables, biobots, etc. Y lo que se mostró la verdad que no impresiona mucho: parecen ositos Gummy/Haribo medios masticados. Pero, los que saben, advierten que (aunque ya se vaya y venga con atraso, teniendo en cuenta que el Nexus-6 Roy Batty fue activado en 2016 y "retirado" en 2019) que aquí está la semilla a germinar de replicantes melancólicos que verán cosas que Rodríguez jamás llegará a ver. Por el momento, se habla de aplicaciones múltiples y revolucionarias y --aunque su forma sea aún muy primitiva y primaria-- ya se han detectado en estos biobots primerizos algún comportamiento más que inquietante: al intentar romperlos se reconstruyen solos. Ups.
Mientras tanto --y siguiendo en plan sci-fi distópico-- Rodríguez tiembla un poquito al enterarse que, de los diez libros más prestados por la Public Library of New York en toda su historia, seis pertenecen al género infantil/juvenil (Dr. Seuss, Maurice Sendak, Harry Potter), uno es una postal de tiempos pasados (Matar a un ruiseñor), dos son despachos desde futuros cada vez más presentes (1984 y Fahrenheit 451), y otro es un clásico de la autoayuda corporativa (el Cómo ganar amigos e influenciar sobre las personas de Dale Carnegie). Ante semejante panorama, el cada vez menos influyente y con amistades en extinción Rodríguez fortalece su voluntad de salir de aquí (vivo, de ser posible) y se pone a leer algo adulto. Henry James y, ahí, eso de "Él está fuera de todo, y es un extranjero en todas partes". Sí, así se siente él. Y en el último noticiero de la noche, Rodríguez escucha que el Bulletin of Atomic Scientists ha vuelto a adelantar su simbólico y metafórico y armagedónico Doomsday Clock al que le vienen dando cuerda desde 1947. Y han advertido que la especie humana nunca ha estado más cerca de la autodestrucción. Alguna vez, en plena crisis de los misiles en Cuba, la cosa estuvo a siete minutos del telón definitivo. Ahora, según ellos, estamos a apenas 100 segundos del The End. A la guerra nuclear se le ha sumado lo del cambio climático; y alguno de los relojeros ya sugirió detenerlo para siempre porque no tiene sentido y a nadie le importa demasiado. Darle salida. Rodríguez no tiene opinión formada, pero le gusta la idea de que exista una progresiva cuenta regresiva, y que lo que alguna vez fue Big Bang acabe en Bang Big. Intrigado por el asunto Rodríguez, excitado, adelanta un par de minutos la hora en que sonará su despertador avisándole de que ya es hora de salir de casa para así volver a esa realidad sin salida.